martes, 31 de julio de 2012

Mine, capítulo 34.



Mine, capítulo 34. "Cristales"

Mi teléfono estaba sonando una hora después de que él se fuera. Pero yo decidí que no quería contestar porque estaba enojada con él por gritárme. Así que dejé que el celular sonara. Después de un tiempo dejó de sonar y pensé que bien y ya se había cansado. Revisé un mensaje de texto de su parte:

                                                           "Hey
                                                          Lo siento"

Cierro el celular me meto bajo las sábanas con un libro en la mano. Observo como el cielo se oscurece poco a poco, y luego cierro los ojos.


Es raro, en la mañana. No hay signos de vida. Nada que me diga que mamá está bajo las escaleras cocinando, o en la regadera, bañándose. Me levanto y me paro en el pasillo para abrir la puerta de mamá. La llamo.
--¿Mamá?
Nada.
Vuelvo a llamarla.
Y nada.
Abro la puerta del baño, cautelosamente.
--¿Mami?
Cuando no obtengo respuesta busco en la cocina. Hay un tazón de cereales ya muy remojados y aguados en la encimera. Ella estaba tomando el desayuno. Los tiro en el bote de la basura y compruebo la hora. Las 9: 39.  Miro por la ventana. El auto de mamá ha desaparecido. Busco una nota en alguna parte. No hay nada.
Que extraño, mamá nunca se va sin dejarme una nota.
 Así que me siento y abro el teléfono para llamarle.
--¿Lena?--Responde.
--Hola, ma. ¿A dónde fuiste? Tus cereales se te pusieron bien guangos. Los tuve que tirar a la basura.
--Lo siento, Lena. Eh...
Se oye perturbada.
--¿Mamá?
--Sí, cariño.
--¿Qué pasa? ¿Dónde estás?
Me levanto y saco un traste limpio para mis cereales.
Hace una pausa antes de contestar.
--Estoy en el hospital, cariño.
--¿Tienes gripe? Me hubieras despertado, te hubiera acompañado.
Asomo la cabeza en la caja de cereal medio vacía.
Los hecho en el tazón rojo.
--No. Yo he venido porque Laura me habló por teléfono...
Busco la leche en el refrigerador.
--¿Laura está enferma?
--No.
Mamá hace una pausa. Derramo la leche en mis cereales.
--Es Ellie.
La leche se derrama en la barra.
Pienso en Lucas, es la vez  que fui a su casa a llorar, que habló de que Ellie estaba en el hospital, recuperándose de viejas heridas. Que me miró de esa manera fría.
Pienso en Lucas, más que nada.
Lucas.
--¿Mamá? ¿Qué pasa con Ellie?
--Me dicen que se cayó y quebró un cristal. Creo que se hizo mucho daño.
Ellie. Lucas. Ellie.
Ellie.
--¿Qué hospital es? Voy ahora mismo.


--¿Qué ha sucedido?
La mayoría de mi familia está sentada en las incómodas sillas de plástico azules. José, Sara, Laura, la madre de Ellie, mamá y Jessie, acurrucada junto con su madre.
¿Dónde está Lucas?
--Se cayó y quebró una de las ventanas grandes. Se le encajaron todos los pedazos de cristal en el cuerpo--Dice José.
Se ve que está asustado.
Mamá me hace lugar en la silla de su lado para que me siente y me pasa un brazo por mis hombros.
Los padres de Ellie y Lucas están asustados.
Jessie está llorando.
Antes de que pueda preguntar algo, la madre de Lucas se levanta.
--Voy a ir a ver cómo está Lucas.
Es como si un ganchillo de mi mente se disparara.
--¿Dónde está él? ¿Está con Ellie?
Sara sacude la cabeza.
--No. A Ellie siguen sacándo los vidrios de su piel, no dejan entrar a nadie. Lucas está con un sedante en otra habitación.
Me le quedo mirándo.
--¿Sedante?
Miro a su madre.
--Tuvieron que sedarlo. Ahora está mi esposo haciéndole compañía.
Parpadeo.
--¿Puedo acompañarlos?
Mamá y Sara me miran como si fuera algo que no debiera preguntar.
--Lena...--Comienza mamá.
La miro. Pero no digo nada aún cuando comienza a hablar la madre de Lucas.
--Claro. Vamos, te lo explicaré en el camino.
Ni siquiera le hecho una mirada a mi familia cuando sigo a esta mujer, que batallo dentro de mi mente para recordar cómo una vez mi madre la había llamado... Tania.
 Cuando estuvimos en un pasillo alejadas de mi familia, me dirijo a Tania.
--¿Porqué está sedado? ¿Qué le pasó? Mamá no me dijo nada sobre él, me dijo sobre Ellie. ¿Cómo es que Ellie cayó?
Estoy nerviosa, estoy muy nerviosa.
--Bueno--Dice la mujer--¿Sabes? Lucas siempre se ha tomado muy enserio el cuidar a Ellie, y es que ella ha pasado por mucho...--Hace una pausa mientras caminamos--Son muy apegados. Fue Lucas quién la encontró. Entró en pánico. Tuvimos que sedarlo.
 ¿Ellie ha pasado por mucho? Nunca me ha contado nada serio de su vida.
Me pregunto qué pasará con Ellie.
No soportaría que le pasara nada.
--¿Ellie se pondrá bien?
Traga saliva.
Me doy cuenta el esfuerzo que supone para esta mujer no llorar.
--Eso espero--Dice simplemente.
La sigo en silencio hasta una habitación. Ella abre la puerta de madera y dentro encontramos a Lucas sentado en una camilla de hospital que luce verdaderamente incómoda. Él tiene la cabeza gacha y su padre está a su lado, sentado en una silla. Lucas levanta la vista con el sonido de la puerta cerrándose y me mira. Distingo la sorpresa en su mirada. Y luego distingo que está intentando ocultarlo. Sonrío por eso.
--Hola, extraño--Bromeo.
Sonríe. Pero a diferencia de las sonrisas que siempre me da, mi sonrisa, esta parece triste. Un poco más apagada. Menos radiante.
 Y eso hace que me sienta mal, como con ganas de vomitar.
--Hola, Ca...
Se detiene.
"Hola, Cariño" Iba a decir. Pero sabemos que no es buena idea. Sus padres están ahí, y tendríamos que dar un montón de explicaciones. Y es que no somos nada, al final. Es sólo una broma que no terminamos de cansarnos de decir.
--...Lena--Termina, corrigiéndose.
Sonrío.
--¿Te tuvieron que sedar, eh?
Veo la aguja en su brazo que conduce a un cable.
--Si. Ya se me acabó.
La madre de Lucas, Tania, pide a su esposo de nombre que no importa cuanto lo piense que no me voy a acordar, pide salir afuera para que "Los niños charlen a gusto"
No soy una niña, pero no me importa que me hayan llamado así. Creo que lo considero más un cumplido, ¿Porqué? Ni idea.
Ellos salen y me siento con Lucas en la camilla enfrente de él, en los pies de la cama.
--¿Cómo te va?
Se encoge de hombros.
--Pues los doctores piensan que bien.
--¿Y qué opinas tú al respecto?
Es una de esas cosas privadas que sé que no puedo tocar, lo sé por su rostro.
Pero es muy frustrante que le he dicho todo lo que no pudo nadie tocar y él...
Aunque ya hablamos de esto.
Sin embargo, abro mi boca.
--¿Es una de esas cosas que no tengo derecho a tocar, no?
Suspira lento.
--¿Vamos a hablar de esto de nuevo?
Agito mi cabello.
Tal vez debería dejarlo pasar.
--Oye... Siento haberme enojado contigo ayer. Y siento no responder ninguna de tus llamadas.
El me mira. Y lo miro, esperando a que acepte mis disculpas.
Pero no lo hace.
--¿No vas a decir algo?
--¿Que quieres que diga?
--No sé. Algo así como "Está bien. Tampoco estuve en mi mejor momento ayer". No sé, creo que es algo que bien contestarías. O algo lindo y un poco verdadero como "Fui un idiota ayer".
 Me encojo de hombros.
Su sonrisa divertida aparece.
La sonrisa que siempre me dedica a mí.
Sé que estamos bien.
--Sí... Lo siento. No reaccioné muy bien ayer.
--Bueno, es más o menos lo que pensé que dirías.
Ríe.
--Pero en parte sigue siendo tu culpa, Cariño.
Mientras me dedica otra vez su sonrisa, aparta un cabello de mi cara. Es como la cuarta vez que lo hace desde que lo conozco. Y aún así me hace sentir... Diferente.
Me obligo a pensar racionalmente.
--¿Mi culpa? Ni siquiera estoy muy segura de lo que pasó.
--Sí. No sueles darte mucha cuenta de lo que sucede. Espero que lo comprendas por ti misma para no tener que decírtelo yo.
--¿A qué te refieres?
Ahora estoy ofendida.
Estoy a punto de cruzar la puerta e irme para siempre.
Y parece que mi rostro lo delata porque me toma del brazo y dice:
--Quédate, por favor.
Y me quedo.
--Lo siento--Murmura.
--Es que no te entiendo.
No contesta. Así que saco otro tema, algo que ya he intentado decir.
--Oye... Ellie. ¿Qué ha sucedido?
--Ella cayó.
Aparta la vista.
--¿Y porqué?
Me mira como si nunca nadie le hubiera preguntado eso.
--¿Porqué?
Asiento.
--Sí, y todavía no termino de entender muy bien porqué perdiste los nervios--Digo tomando su brazo, pasando los dedos cerca de dónde tiene clavada la aguja.
 Se estremece, pero no aparta el brazo.
--Nosotros...
Espero paciente a que me lo diga y suelto su brazo.
Traga saliva.
--Estábamos discutiendo.
Abro la boca y luego hago una pausa.
--¿Y estabas tan enojado que la tiraste por las escaleras?
Sacude la cabeza.
--No. La cosa es diferente. Ella retrocedía y se resbaló. Y luego cayó sobre el vidrio. Sangre... Los vidrios en su piel.
Se detiene.
Y yo no tengo intenciones de presionar.
--¿Cómo está ella?
--No lo sé. He estado aquí desde que llegué. Te digo que esta cosa se está acabando--Dice, palmeando su brazo--Recuperé el conocimiento hace poco.
--¿Te desmayaste?
--No. Estaba en pánico. Tuvieron que dormirme.--Hace una pausa--¿Te dijeron algo de Ellie allá afuera? ¿Por poco que sea?
--¡Si te pregunté a ti porque no sé nada al respecto! Sólo me dijeron que estaban aún quitándole los vidrios o algo así.
Se estremece.
--Tendrá muchas cicatrices --Murmura.
--Estará bien--Digo.
--Tal vez se haya roto algo vital.
--Lucas, detente. Ellie va a estar bien. Estás haciendo una tormenta en un vaso de agua.
Frunce el ceño.
--Tal vez--Murmura.
Le doy un manotazo en la rodilla.
--Cállate, no quiero oír nada de eso. ¿De acuerdo?
Parpadea y luego sonríe.
--Te eché a perder la noche. O más bien, nos la eché a perder. Lo siento.
Es sólo por un segundo que no entiendo lo que dice. Pero entonces recuerdo que se supone que hoy iríamos al cine.
Levanto una ceja.
--De cualquier manera no hubiera pasado--Sus cejas se levantan--¿Recuerdas? Ni siquiera te contesté el teléfono.
Suspira y asiente.
Pienso en que él siempre estuvo ahí para mí , ofreciéndome siempre su apoyo. Y yo quiero hace los mismo por él, así que muevo la cabeza en dirección al televisor viejo en la pared con el DVD debajo.
--Pero siempre podemos rentar unas películas y traer de contrabando unas palomitas... Si tus padres o los médicos no me corren, claro.
Sus ojos se iluminan.
Y me siento muy satisfecha por ello.
--Bueno, muchas gracias.
Pero su voz suena como si estuviera intentando que no se notara.
Sonrío, sintiéndome radiante.
--Bien--Me levanto--Ahorita vengo.
Y salgo por la puerta.
Cuando me reúno con mi familia en la sala de espera, descubro que Sara se ha marchado junto con Laura, ya que estaba cayendo dormida. José tiene agarrada a Jessie aún llorando porque los padres de Ellie están allá arriba con ella.
--¿Y? ¿Alguna mejora?
Mamá sacude la cabeza.
--La durmieron para poder sacarle todos los vidrios. No la veremos hasta mañana.
Después de dos minutos hablándo me marcho.


Cuando llego a la sala de espera con la bolsa de películas y Dulces (Ya que me di cuenta de que olerían la mantequilla hasta china), veo aún a la pobre Jessie llorando.
--¿Qué llevas ahí?--Pregunta mamá.
--Nada. Películas para distraer a Lucas.--José sonríe, como si supiera algo que yo no sé.--¿Cómo sigue Ellie?
--Bien--Contesta José--Va a estar bien.
Asiento y escucho los lamentos de la pequeña niña. ¿Cuanto tiempo lleva llorando? ¿Una hora? ¿Dos?
José la sostiene y acaricia su cabello, pero Jessie sigue llorando. No un llanto tipo berrinche, es más un llanto silencioso, lleno de dolor. Por eso rompe mi corazón.
--¿Jessie?
La niña voltea hacia mí. Sus ojos están tristes, apagados.
--¿Quieres ir con tu hermano?
De repente la niña deja de llorar y me mira. Levanto la bolsa.
--Tengo dulces. Cientos de ellos. Y películas. ¿Quieres venir conmigo y ver a Lucas?
Ella me mira unos segundos y luego mira a José, dudando. Él le sonríe.
La niña silenciosa deja el regazo de José, balanceando su vestido rosa, y toma mi mano. Me sorprende ese gesto, pero intento fingir que no. Intento fingir que no es la manera en la que me tomaría de la mano esa pequeña niña que no conozco. Esa pequeña niña en algún lugar allá afuera que es mi hermana.
Intento fingir que no desearía que las cosas fueran diferentes.
Le sonrío a Jessie y nos dirigimos hacia los pasillos.

Toco la puerta dos veces y luego la abro. Jessie se asoma a la habitación.
--Adivina a quién traje--Digo.
Pero para ese entonces la niña ya está corriendo hacia Lucas. Él la toma y la sube a la camilla. La abraza y le besa la cabeza.
Me sonríe.
--Gracias.
Pero no puedo responderle. Evito mirarlo. Finjo que no sería la manera en que abrazara a esa por allá afuera niña si su camino se hubiera cruzado con el mío desde el principio.
Finjo que nada de esto me afecta.
Pero sé que él puede ver que sí lo hace.
Él siempre puede ver esas cosas.
Sin embargo no dice nada, sólo besa la cabeza de Jessie una vez más, dobla los pies, y me pregunta qué película vamos a ver.
Vuelco la bolsa sobre la cama, enfrente de los pies de Lucas. Los dulces salen volando por todas partes. Jessie sonríe y toma un paquete de gomitas.
--Oye, tú quieres que pase más días aquí, ¿No?--Me dice con burla.
Sonrío.
--Bueno, la el ochenta por ciento es para mí. Pero pienso compartir mi parte sólo con Jessie, no contigo. ¿Verdad, Jessie?
Ella sonríe tímidamente, como siempre hace que está conmigo.
Al final elegimos una de las películas que traje de comedia. Sherlock Holmes.
En casi toda la película Jessie está jugueteando con Lucas ya que no le sigue el royo a la película.
Y yo intento fingir que estoy bien con eso.


Al final me corrieron. Pero fue como media hora después de que terminara la película, así que me dio tiempo de soltar una de mis bromas super inteligentes y hacer que Jessie se relaje cuando estoy cerca. La niña es demaciado tímida...
 Fue entonces cuando me senté en las sillas incómodas después de que Laura me dijera que mamá se fue a casa y que le pidió que ella me llevara. Genial.
 El timbre del teléfono suena.
Dos veces.
Tres.
¿En dónde se metió?
Marco de nuevo.
Dos veces.
Y justo cuando decido enviarle un mensaje, decide contestarme.
--¿Qué?
--Hola, Luce.
Hay una pausa.
--¿Qué pasa?
--¿Porqué no contestabas el teléfono?
--¡Uf! Me estaba bañando para mi cita.
--¿Dejaste a Keller?
--¿Qué? No, ¿Para qué llamaste?
--Ah, nada, ya sabes. Para molestarte.
Ella empieza a decir algo, pero la corto.
--¡No, como crees! ¡Ya sabes que para molestar a alguien tengo a Sara!
Sara voltea hacia a mí desde el otro lado de la habitación y me sonríe. Pero una sonrisa que dice "Eres una maldita", y yo le dirijo otra que dice algo así como "Lo sé".
--¿Entonces?--Dice Luce, al otro lado del teléfono.
--Sólo te quería informar por si te interesaba, que la niña de los tatuajes tuvo un accidente.
--¿La niña de los tatuajes?
--Ellie.
Hay un silencio.
--¿Qué?
Me levanto y camino por el pasillo con el celular en la oreja.
--Me dijeron que cayó y atravesó una de esas ventanas grandes que hay en su casa.
--¿Y está grave?
Me encojo de hombros.
--Me contaron que se iba a poner bien.
Ella empieza a jadear al otro lado de la linea.
--¿Cómo es que tú no pareces afectada por ello?--Me recrimina.
--Para tu información, yo estaba así también. Pero ya te lo dije: Vine aquí y me dijeron que le estaban sacando los vidrios. Se va a poner bien.
--¿Estás en el hospital?
--Sí. Vine a ver cómo está la cosa. Y pensé que tal vez querrías saberlo.
Hay un silencio de nuevo al otro lado de la línea.
--¿Aceptan visitas?
--¿A Ellie? No.
--¿Entonces porqué sigues allá?
Parpadeo.
--Entretuve a Lucas y a Jessie viendo una película.
Ella resopla al otro lado.
--Menudo momento para ligar con tu novio.
--¡Quiero que me devuelvas mi libro, Luce! Tienes que dejar de usar expresiones españolas. ¿Entendiste? ¡Y no es mi novio!
--Vale--Resopla al otro lado de la línea--Voy para allá. Pásame la dirección. Y para tu información, los españoles molan.


-Sthep Stronger.

domingo, 29 de julio de 2012

¿Reseñas? Sí.

 

Hola, chicos.
 Últimamente he estado un poco aburrida y he estado escribiendo reseñas de libros como loca. Actualmente tengo cerca de 26 reseñas escritas y me gustaría compartirlas con ustedes.

   
Me gustaría saber su opinión así que publicaré la reseña de algún libro el jueves, dando tiempo para ver si comentan la entrada. Si no, igual estaré publicando reseñas todos los jueves. :)

Besos,
la única aquí;
Sthep S.

viernes, 27 de julio de 2012

Sorteo: Internacional.


En El Blog De Franela está este sorteo que te irá genial si eres fan de Los Juegos Del Hambre o Rubí.
                                                                 
                                                  

                                                                                    Bases Aquí

Saludos, chicos.

Sthep S.

jueves, 26 de julio de 2012

Presumiendo, presumiendo #2

 
                                                                                  Hola, chicos. 
Vine a hacer una entrada muy rápida para presumirles  mostrarles otro libro que he conseguido. O más bien, me lo han prestado. Pero estoy muy feliz. Lo leeré una vez que haya terminado con Traición (de Scott Westerfeld) que no he podido terminar 
                                                 

                                     Se trata de El Viaje, De Amanda Hocking. :)


Saludos :)
Sthep S.

martes, 24 de julio de 2012

Mine, capítulo 33.


Mine, capítulo 33. "Ciega".

Los trazos delgados y curvados de tinta azul en el papel rellenan los espacios. Letra por letra. Una A curvada por ahí, una Y más curvada que la Y anterior por acá hasta llenar la página y dar la vuelta.
Tengo un diario. Lo cual es muy extraño ya que sólo lo uso cuando recuerdo que tengo un diario. Puede pasarme algo muy impactante, como descubrir que tengo una media hermana, y no escribirlo hasta semanas después. Ahora termino de escribir la experiencia que viví con Sara hace una semana. Todo está escrito ahí, en tinta negra. Cada sentimiento.
Y está bien.
Mi celular suena, en mi escitorio. Justo al lado de mi libro Canciones Para Paula. Lo tomo distraídamente, aún viendo mi diario. Contesto.
--¡Ponte guapa, nena!--Me gritan del otro lado de la línea.
--¿Luce?
--Yes. ¡Adivina qué! Tenemos otra cita doble. ¿Sabes de esos zapatos cafés tan monos que...?
--No.
Cuelgo el celular y lo pongo sobre Canciones Para Paula.
Golpeo el plumón contra mis labios pensando si agrego algo más al diario.
Mi celular suena de nuevo.
Lo miro.
Contesto.
--¿Hola?
--¡Y te los podría prestar para que te los pongas con ese vestido amarillo tan mono que está en tu armario...!
Cuelgo y lo vuelvo a poner en mi escritorio.
Sí, creo que no hay nada qué agregar en mi diario. Veo la tapa dura marrón con detalles dorados y plumas dibujadas de pavo reales.
El celular empieza a sonar y a vibrar encima de mit libro de nuevo.
Echo mi cabeza hacia atrás, exasperada.
--¿Qué?--Contesto.
--¡Ni que se te ocurra colgarme!
--¿Y que si lo estaba pensando?
--Pues no lo hagas. Sé que no te gusta, ¡Pero por favor, por favor, por favor!
--No. No volveré a salir en una cita doble contigo con tu novio veinteañero y el señor Super Cortón. Adiós.
--¡No me cuelgues!
Y no lo hago.
--No voy a ir.
--¿Ni siquiera por mí?
--No.
Hay un silencio al otro lado de la línea.
--Egoísta. Nunca te lo perdonaré si me dejas ir sola a la doble cita.
--Nunca te perdonaré que me hayas hecho una doble cita sin avisarme primero.
--Por supuesto que lo harás, porque me amas.
¡ Está tan segura de eso!
--Adiós, Luce.
--¡Hazlo por mí! ¡Lena! ¡Por favor!
--...No.
--¡Piénsalo!
Me quedo en silencio unos momentos.
--¡Ya lo pensé!
--¿Si?
--Sí.
--¿Y?
--No.
Hay otro silencio al otro lado de la línea.
--¿De regalo de cumpleaños?
--No.
--¿Qué tengo que hacer?
Suspiro fuerte.
--Luce, no tengo ganas, de verdad. Mi vida está retorcida en estos momentos.
--Pues vamos, y cuando salgamos, me cuentas. Con un café. Mejor uno de Caramelo. ¿Que te parece?
--No.
Entonces Luce empieza a ... ¿Empieza a llorar del otro lado de la línea? Me toma unos momentos. ¡Dios, sí que está llorando del otro lado de la línea!
--Luce...
--¡Por favor!
--No llores...
--¡Por favor!
Y repite eso al menos unas cinco veces. Sólo quiero que se calle.
--¡Bien, bien! ¡Está bien! ¡Pero deja de chillar!
Hay otra pausa.
--¡Que bien! Ponte el vestido amarillo.
Su voz suena repentinamente alegre.
Manipuladora.
--Estás loca si piensas que me voy a poner un vestido. Si voy, voy a mi manera.--Respondo.
--Bien, pues. ¡Pero ponte guapa! --Dice antes de que cuelgue.
Me levanto y busco en mi armario un pantalón de mezclilla rojo y una blusa rayada  roja con negro. Me pongo esos zapatos monos estilo Vintage que Luce me regaló para mi cumpleaños el año pasado. Y que no he estrenado aún. Pienso que tal vez le gustará.
Cuando me visto y bajo por las escaleras, me da un ataque cuando veo a Lucas en mi sala. Me caigo de trasero en las escaleras. Y mi duele como los mil demonios.  Él se me acerca y me sonríe.
--Hola, Cariño.
Al principio me tardo en responder, ya que casi me saltan las lágrimas por mi trasero adolorido. Pero me obligo a sonreír y a jugar su mismo juego.
--Hola... Cielo.
Saca una carcajada y pasa su mano por su pelo rubio ceniza. Tiene esa maña. Luego me la ofrece para que me levante. La tomo, dudando al principio.
 Cuando estoy de pie, toco disimuladamente mis pompis, sólo para asegurarme que todavía tengo.
--¿Y qué haces aquí?
"¿O desde cuando tiempo estás aquí?"
--Laura estuvo esta mañana aquí, ¿No? Pues olvidó su celular. Me quedaba de paso a mi trabajo y me pidió que pasara por él y se lo guardara.
Asiento.
Pues sí. Ella estaba aquí en la mañana, muy temprano. Pero como siempre, subí las escaleras e ignoré la Zona Laura.
--Estuvo aquí, pero no sé dónde está...
Paso la mirada por los sillones...
El teléfono de Lucas suena.
Mira el identificador antes de contestar. Y luego lo hace.
--¿Clea?--Susurra, muy bajito, como para que yo no escuchara.
Pero lo he hecho.
Disimuladamente paso al lado de la mesita de café y busco el teléfono Black Berry de Laura.
Lucas sale de la habitación. Me dejo caer en el sofá, furiosa.
 ¡Que había cortado con ella! ¡Menudo mentiroso!
Me cruzo de brazos. Paseo la vista por la habitación, y diviso el celular de Laura, en el suelo, cerca de una de las patas del sillón. Pero me quedo ahi sentada. Pasa un momento, cuando vuelve.
--¿Lo encontraste?--Murmura.
Señalo el piso.
Él me mira y luego lo recoje.
--Bueno... Gracias. Oye, ¿Sigue en pie? Quiero decir, lo de mañana.
--¿Te refieres a lo del cine? Sí, supongo.
Él está a punto de decirme algo, cuando le suelto:
--¿Entonces si estás con esa Clea?
Se detiene.
Me mira, suspicaz.
--¿Porqué?
--Ah, nada. Es sólo que, como amiga, me alegro de que estés con alguien.
Sonrío. Pero no hay nada alegre ahí.
Se queda mirándome. Mete las manos en su chaqueta negra.
No dice nada.
--Bueno, Lucas. Temo que tengo que correrte de aquí, ya que mi madre no está y yo tengo que salir.
Entonces me mira de arriba abajo de nuevo. Repara desde mi pelo rizado hasta la punta de mis zapatos Vintage. Se fija en mi labial rojo, en mi blusa ligera y mis pantalones rojos ceñidos.
Frunce el ceño.
--¿Algo importante?
Sonrío.
--Una cita.
Se me queda mirando. Abre la boca, la cierra. Algo en su mirada cambia.
--¿Entonces estás engañando a Keller con otro tipo? Eso es bajo, Lena.
Algo en su voz... Se siente ofendido.
Ruedo los ojos.
--No estoy con Keller, inútil. Ahora largo.
Señalo la puerta, furiosa.
Una sonrisa dura e irónica se forma en sus labios.
--¿Me estás engañando con dos tipos, Cariño?--Suelta, con voz empalagosa.
Me cruzo de brazos.
--No te quejes, niño lindo, que tú estás jugando el mismo juego.
Hay una chispa de reconocimiento en su mirada. Sonríe divertido y mira el techo para luego mirarme de vuelta.
--Ahora comprendo.
--¿Comprendes, qué?--Digo.Miro mi reloj.--¿Sabes qué? No me importa. Se me hace tarde. ¡Largo de mi casa!
Sonríe por última vez y cruza por la puerta. Lo veo marchar por la ventana hasta que el carro desaparece.
Y me quedo ahí unos minutos, con los brazos cruzados, completamente furiosa.


Cuando llego al punto de encuentro, a un Bar-Café, busco a Luce con la mirada. La encuentro con el vestido más pegado que he visto en toda mi vida, marrón con estampado de flores rosas. Su pelo oscuro liso está suelto rozando sus hombros desnudos, y sus labios dibujan una perfecta sonrisa rosa pálido. Sin embargo, suelto la risita cuando veo sus zapatos Vintage, del mismo estilo que los míos, sólo que de diferente color. ¡Y ella me los regaló!
--Oye, Luce--Digo mientras me acerco--Amo tus zapatos.
Luce voltea hacia mí y sonríe. Mira sus zapatos, y luego los míos. Su cara cambia a una mueca de sorpresa y luego hace una mueca de disgusto.
--Diablos--Murmura por lo bajo.
Sonrío y jalo una de las sillas.
--Hola, Lena--Dice alguien.
Miro hacia dónde están los tipos a los cuales no les presté atención cuando entraron.
Keller.
 Entorno los ojos.
--¿Keller?
Ahí está, con el pelo oscuro y con sus ojos azules como el hielo. Insinuando una sonrisa divertida.
--Max--Corrige.
"¡Y a mí qué me importa!"
Me siento en la silla, colgándo el bolso en una de las esquinas.
--Ajá--Murmuro, indiferente.
Miro al otro tipo, no le veo mucho la cara ya que revisa su celular, pero tiene el pelo castaño y lacio, y es musculoso.
--¿Se conocen?--Repone Luce.
--Sí. Es el hijo de una amiga de mi madre, que fue a casa en su cumpleaños.
----Dice Keller.
Luce me mira fijamente.
El chico del celular se disculpa, diciendo que es una llamada de su hermana y que tiene que contestar. Se levanta y se va afuera.
--Que raro. No me dijiste nada.--Dice Luce.
Algo en su mirada me dice que está herida.
Me encojo de hombros.
--Ya qué. Se me olvidó.
Le resto importancia.
Luce mira a Keller y le dirige una sonrisa.
Llega el tipo musculoso, y veo su rostro. Es diferente; No es como nosotros. Se ve más... Veinteañero. No me malinterpretes, es guapo, pero, ¡Es mayor! ¡Ha de tener unos veinte años!
 Miro a Luce y le piso el pie.
--¿Qué coños...?
Ella me mira enfurecida, y miro al tipo del teléfono. ¡Es evidente que Luce sabía y no me dijo! Y lo compruebo cuando sonríe siguiendo mi mirada y se encoge de hombros.
 Esto es un fiasco. Lo supe desde el primer momento.
--Lo siento. Problemas de hermanas--Dice, y se sienta en frente de mí.
Sonríe, pero hay algo en su sonrisa...
El tampoco quiere estar aquí.
Pues bien, ya somos dos.
--Lena--Dice Luce--Este es Oliver. Oliver, ella es Lena, mi pequeña e irritante mejor amiga.
Miro a Luce.
¿Y qué? ¿Qué con lo último? ¡Sólo se va a dar cuenta de que soy irritante, no tenía que adelantárselo!
--Gracias, Luce--Murmuro.
--De nada--Murmura, divertida.
--Un gusto--Dice Oliver.
--Igual.
Luce se levanta y toma de la mano de Keller, alejándole del lugar.
--Vamos, Max. Hay que tomar algo en la barra. Dejemos a Oliver y a Lena conocerse.
¡Pero si ella no soporta el alcohol! ¡Me está dejándo sola!
La miro con odio en la mirada.
--Estoy haciendo esto por tí--Dice, muy , muy bajito.
Y luego arrastra a Keller lejos.
Pongo mi mano en mi frente, preguntándome porqué me dejé engatusar.
--Nos abandonaron--Dice el otro, Oliver.
Lo miro alzando la cabeza.
--Sí... Lo siento. Nunca pensé que Luce haría eso.
Sonríe levemente. Sus ojos son oscuros, muy oscuros, pero es la primera vez que me doy cuenta de que son   marrones oscuros con rastro verde increíblemente fuerte.
--Pues sí--Dice--Se supone que estaría en casa con mi hermana. Pero el señor Super Inteligente tuvo esta genial idea--Señala a Keller.
Es la primera sonrisa verdadera que saco: Sonrío.
--No lo culpes, probablemente fue Luce quién lo engatusó como me lo hizo a mí.
Me devuelve la sonrisa.
--¿Conoces a Luce desde hace mucho? Parecen muy unidas.
Bufo.
--Pues la mayoría del tiempo me dan ganas de estrangularla. La conozco desde hace un par de años... Es como la hermana que nunca tuve.
Sonríe.
--Conozco de hermanas. La mía me vuelve loco; Es más alegre de lo normal, es un poco desesperante, pero , ya sabes: No puedes evitar amarlas.
Sonrío y asiento.
--Sí, supongo que sí. De hecho, tengo una prima que puedo considerar mi hermana... Y como hermana mayor la arrastro hacia la Feria Del Libro, todos los años. Cuatro horas ahí, lo suficiente como para que termine odiándome.
 Terminamos teniendo una conversación amigable, abierta, nada incómoda  cosa que no me imaginé cuando llegué aquí. Me imaginé algo como el señor super Cortón. Averigüé que en verdad tiene una relación con una chica, Scarlet (Pero que no van del todo bien, ya que está en un Bar-Café hablando con alguien que acaba de conocer)  Tal vez sacó el tema porque pensó que tenía que ponerme un límite, pero yo no estoy aquí para ligar. No se lo expliqué. También averigüé que tiene 24 años, y que cuando me vio, pensó que Keller no le había dicho mi edad, y que también lo quería matar. Le conté cómo yo también quería matar a Luce. Y luego le conté que ella probablemente no me lo dijo porque soy muy solitaria respecto a novios. Y me contó que Keller lo arrastró para que "Superara" a Scarlet. No hablamos de ningún tema profundo, sólo cosas triviales y algunas bromas sobre Keller y Luce.
 Media hora después de que Luce y Keller volvieran a nuestra mesa, él dice:
--Tengo que marcharme.
Y sonríe. Dice algo así cómo que fue encantador conocerme y se va sin despedirse de Luce y Keller porque están intercambiando saliva al otro lado de la mesa.
Miro la mesa y espero un minuto, pero cómo vuelven a empezar, me levanto. Miro mi reloj. Han pasado cuatro horas.
--Luce, me marcho.
Ellos se despegan y me miran. Y es como si olvidaran que yo estaba ahí antes. Keller se pone rojo.
Ruedo los ojos.
Luce se alisa el vestido que es tan pegado que es imposible que se le suba un milimetro.
--De acuerdo. ¡Espera, vienes conmigo...!
Veo la decepción en su rostro.
--Tampoco es como si nunca hubiera tomado un Taxi, Luce. Adiós.
Ella me agradece con la mirada y luego vuelve a su trabajo con la boca de Keller.
Me marcho de allí pisoteando el suelo con mis super modernos zapatos Vintage.
Cuando decido que voy a irme en metro y camino hacia allí ya que no está muy lejos, alguien se detiene junto a mí en un auto. Y escomo un deja-vu.
--Hola de nuevo, preciosa.
Es Lucas, mirándome desde el asiento conductor.
--¿Sabes qué?--Suelto--Estoy oficialmente pensando que me estás siguiendo. Pensé que esto ya había pasado antes. Llamaré a la policía, Lucas, te lo juro. Así que márchate.
Sonríe.
--Eres tú la acosadora, Lena.
Casi me atraganto con mi saliva.
--¡Ya quisieras!
Sigo caminando.
--Es cierto que ya tuvimos este momento antes--Concuerda él--Así que ya sabes qué hacer: Sube. Te llevaré a tu casa.
 Este es el momento cuando me niego. Pero miro mis zapatos y sé que no es el mejor momento. Así que subo.
Mientras me pongo el cinturón, murmuro:
--Pero llamaré a la policía.
El sólo agita la cabeza y me vuelve a mirar.
--Entonces...¿Cómo estuvo tu cita?
--Pues muy bien. Un chico muy agradable. Y muy guapo.
En verdad no sé porqué estoy dicendo esto, pero espero que le llegue.
--Lena--Dice, con tono serio--¿Porqué estás saliendo con él?
--¿Con quién?
Parece un poco molesto.
--¡Con todas esas personas! ¡Keller y el tipo con quién te encontraste ahora! ¿Porqué haces esto?
Estoy confundida.
--¡Porque sí!
También estoy enojada por un momento.
--No lo entiendo. Pensé que tú... ¿Es que no te das cuenta?
Parpadeo.
--¿Darme cuenta de qué?
Me doy cuenta de que estamos gritándonos. Pero no mejoro mi tono de voz.
Se queda callado.
--¡No entiendo tu actitud!--Le grito.
El le da un golpe al volante.
--¡Maldita sea, Lena! ¡Eres una ciega! ¡No puedes ver nada aunque te lo pongan en frente de tí!
--¿De qué me hablas? ¿Ver qué cosas?
Se queda callado.
--Olvídalo --Dice después.
Me cruzo de brazos y me quedo callada hasta que llegamos a mi casa. Me bajo furiosa del auto sin siquiera decir adiós.
 ¡Que se vaya al carajo!

-Sthep Stronger.

sábado, 21 de julio de 2012

Sorteo en Anubis Tales: Para latinoamerica.

         ¡Hola, mundo! Vengo de la playa para traerles un concurso en el que pueden participar:
                              
                                             

                                         En Anubis Tales se está haciendo este concurso genial
                                             dónde te puedes ganar uno de estos tres libros

                                                                          Bases aquí.


Saludos,
Sthep S.

martes, 17 de julio de 2012

Concurso "Wango."

Okey. Las Girly's Están haciendo esté concurso Wuango, o de chucherías, donde se sortearán marcapaginas , un pinsajo y otra wuangada que se le ocurra. O al menos es lo que han dicho. (Conste que lo de wuangadas viene de su boca, no de la mía) ¡Para toda latinoamerica!

                                                         

                                                                              Bases aquí.
                                                              (Porque ya sé cómo poner enlaces)


Saludos!
Sthep S.

                                                               

Mine, capítulo 32.


Mine, capítulo 32: "Sentimiento Compartido"


--¡Olvídalo! ¡No me vuelvo a meter ahí!
Forcejeo con Sara unos momentos y luego ella me arrastra hasta la habitación. Me dejo caer en la cama.
--Tienes qué ayudarme--Dice Sara, pasándo las manos por su cabello.
Me cruzo de brazos y la miro.
--¿Sabes? Cómo hermana mayor, eres un asco. Y cómo psicóloga, también. ¿Es que no sabes que estar en la habitación de tu hermana es malo? Hay algo que se llama espacio vital. Privado. Significa que sólo es para uno. ¡Además, si nos cachan, conste que te echaré toda la culpa! ¡No puedes venir a espiar a su cuarto cada vez que sale! ¿Porque me arrastras contigo, además? ¡Puedes hacerlo tú solita!
 Ella parpadea y empieza a pasear la mirada por el escritorio.
--Yo nunca te he dejado cometer una estupidez sola. Es hora de que me lo devuelvas. Me lo debes.
--¡Deberte ni madres!
Ella se pone recta y se altera.
--¿Quieres dejar de ser tan vulgar?
Me río de ella.
--No.
Suspira.
--¡Vamos! Ayúdame a buscar. Debe de estar por aquí.
Ella toca las cosas de su escritorio cómo si fueran de cristal. Como si fueran una antigüedad que pudiera caerse y romperse en mil pedacitos. Pero es sólo papel.
--A ver, repiteme porqué estamos aquí, y si encuentro una buena razón,  entonces te ayudo. Si no, pues no.
Se queda callada y abre muy despacio el armario de Laura. Observo detrás de su espalda todas las prendas perfectamente colgadas y ordenadas por color. Mi armario nunca lucirá así. Punto.
--Venimos a encontrar pruebas de que está embarazada.
Se oye tan alterada...
Le miro la espalda hasta que ella se voltea y me mira a los ojos.
--¿Qué, Lena, qué?
Me cruzo de brazos.
--¿Porqué te afecta tanto que tenga un bebé?
Ella se cruza de brazos también y rehuye la mirada.
--Yo...
Entonces ella se desploma en el suelo suspirando fuerte. Sentada en el piso, se cruza de piernas y pasa las manos por su cabello dorado bien cuidado. Mi primer impulso es retroceder de un salto y preguntarme qué demonios ha pasado.
 Luego reparo en qué en verdad está ahí destrozada.
"Ay, Dios".
--No puedo creerlo--Murmura.
Me quedo ahí parada viendo como llora. Poco después, me arrodillo frente a Sara y pongo una mano en su pierna.
--¿Te encuentras bien?
Levanta la cabeza. Su cara está surcada en lágrimas.
--No.
Casi me puedo ver a mi misma levantándome y saliendo huyendo de ahí en mi mente. Huyendo de la situación. ¿Qué se supone que tengo que hacer? Nunca la he visto llorar. Siempre que alguna compañera de clases lloraba en el baño, yo no hacía nada. Yo sólo me quedaba lavando mis manos, y cuando ella salía, con la cara roja y cubierta en lágrimas, y me miraba en el espejo, no sabía que hacer. Sólo la miraba y le preguntaba si estaba bien. Pero no soy del tipo que consuela. Quiero decir, ¡Tengo que soportar mi propio dolor! ¡No es como si fuera muy fácil andar por ahí con el de otra persona! Siempre me quedo ahí y me pregunto qué es lo que tengo que hacer. ¿Tengo que ofrecerle un pañuelo? ¿Sería muy maleducado si me fuera, como si nunca la hubiera visto? ¿Qué? ¿Qué se supone que tengo que hacer?
 Recuerdo la vez en que Luce lloraba. Al igual que ahora, no podía abandonarla, así que lo único que hacía era quedarme en silencio a su lado tomándole de la mano hasta que ella paraba de llorar y, si quería contarme lo que pasaba, entonces yo lo admitiría. Si no, no la presionaría.
   Como dije, no es como si yo andara por ahí queriendo conocer todas las tristezas de las personas.
Así que espero ahí, paciente, para ver si Sara quiere compartirlo. Pero, me aterroriza verla llorar de esa manera, así que le tomo de la mano y me acerco hacia ella, y suelto:
--¿Qué sucede?
Ella alza la cabeza y suena la nariz. Intenta recobrar la compostura, pero no puede.
"Lena, no entres en pánico", me ordeno.
Sara se raspa la nariz, intentándolo una vez más. Pero parece que hace el efecto contrario.
" No entres en pánico, no entres en pánico... Dios, Lena, no salgas huyendo... ¡No entres en pánico!"
Ella mira el piso fijamente unos momentos e intenta una vez más.
Parece que ahora da mejor resultado. Frota la mano contra su nariz.
--Es muy poco profesional, ¿No es así?--Murmura por lo bajo.
Me encojo de hombros y me quiebro la cabeza por alguna de mis respuestas estúpidas, pero nada.
¡Menudo momento para ponerme seria!
Así que sonrío y paso la mano por su brazo.
--¿Y qué?--Murmura--¿Nada de tus respuestas irónicas?
Sonrío.
--Sí, ya. Me he quedado pobre el día de hoy. Pero si me cuentas algo estúpido de Laura, a lo mejor puedo sacar una de mis respuestas condenadamente inteligentes.
A pesar de mi respuesta, ella me sonríe.
Se queda callada unos momentos.
--Si quieres contarme lo que ha sucedido contigo hace un momento, soy todo oídos.
Ella se limpia las lágrimas con la manga de su blusa amarilla.
--Estoy enferma, Lena.
La miro y me muerdo el labio ligeramente.
--¿Enferma? ¿Es algo... grave?
"No entres en pánico, Lena, no entres en  pánico... No entres en pánico"
--Pues sí.
"No entres en pánico, no entres en pánico... ¿Que dijo? Oh, dios,.... No entres en pánico, no entres en pánico..."
--¿Vas a morir? Es algo como cáncer terminal. Por favor, dime que no es algo como cáncer terminal.
"No entres en pánico, no entres en pánico, no.... ¡Oh, Dios! ¡Estoy entrando en pánico!"
Mi pecho comienza a subir y a bajar.
--Cálmate, Lena.
--¿Nada de Cáncer, verdad?
--No.
Aspiro y expiro. ¡Oh, Dios, gracias!  El alivio que siento casi duele, lo juro.
La idea de que algo le pase duele. Es la primera vez que me doy cuenta.
--De acuerdo--Murmuro.
Sara pasa uno de sus dedos por sus ojos, enjuagándose las lágrimas una vez más.
Esto es incómodo.
Es muy incómodo.
Pero me quedo ahí clavada en el suelo.
--Es sólo que es injusto. ¡Laura ni siquiera quería ser madre!
Ahora intento mantener la calma para no gritarle si está llorando porque Laura va a tener un bebé.
Respiro hondo.
--¿Pero que es lo que te trae tan mal? Tu vida es buena. Tienes a Alan, tienes a tu familia que te quiere. Bueno, sí, tienes a Laura, que es más molesta que una patada en el trasero, pero... ¡ Anímate! Me tienes a mí. Quiero decir... ¡Soy adorable! No pueden evitar amarme. Enserio, tienes suerte de tenerme--Digo con aires de grandeza. Mi condenado ingenio está volviendo a mí--¿Por qué tan mal? Dime una cosa, ¿Estás molesta por el embarazo de Laura? Porque sí, todos sabemos que probablemente pague a alguien más para que les de leche materna... O simplemente olvide alimentarlo y muera, pero tu reacción es ridí...
 Ella me corta antes de que pueda continuar.
--Nunca podrás comprenderlo, Lena. No sabes lo que significa para mí.
--¿Que seas tía?
Ella sacude la cabeza, molesta.
--¡No! ¡Estoy enferma, Lena! Fui con el doctor hace unas semanas...
Ella toma aire... Y espero a que continúe.
--Estoy escuchando, Sara.
--Fui... Yo sentía un dolor... No puedo quedar embarazada.
Ella ahoga un sollozo. Luego reina el silencio.
Parpadeo. Siento mi corazón golpeando contra mi pecho. Oigo incluso su corazón golpeando contra su pecho, frenético.
Pues sí, tenía razón; No puedo comprenderlo.
Me quedo callada sosteniendo su mano mientras elijo las palabras en mi mente.
--Sara... ¿Quién lo sabe?
--Mamá. Alan.Tú.
Paso la mano derecha por mi nuca.
No sé cómo hacer esto.
--¿Y qué te dijeron?
Ella sacude la cabeza.
--Me apoyaron.
--Sabes que puedes adoptar, ¿No?
--Lo sé.
Muerdo mi labio.
--¿Entonces cuál es el problema?
Ella parece enojada.
--¡No lo comprendes, Lena! ¡No lo captas aún!
--¡Entonces explícamelo!
Ambas parecemos alterada. Porque estamos alteradas. Y es justamente lo que quería evitar, pero no puedo dejarla sólo.
--Es todo... ¡Es todo lo que siempre quise para mí! ¡Casarme, tener hijos! ¡Y maldita sea, no importa, porque no lo entenderás, pero estoy celosa!
Parpadeo e intento procesarlo.
--¿Celosa? ¿De Laura?
--¡Ella no quería y lo obtuvo! ¡Y yo ni siquiera tengo posibilidades! ¿Sabes cómo se siente? ¿Que alguien más tenga algo que bien pudo ser tuyo? ¿Y que esa persona no tenga ni idea lo que que tiene?
Quiero negarl
Quiero decirle que no, que nunca lo he sentido, que no puedo comprenderla. Quiero marcharme y negarlo.
Pero no es cierto, porque inmediatamente pienso en la nena de pelo castaño que es mi media hermana. Ella tiene mi lugar. Es mi reemplazo. La eligió a ella. No a mí. A mi me tomó y luego me dejó. A ella nunca la dejó. ¡Y ella no tiene ni idea!
 Casi me atraganto con mi propia saliva cuando me doy cuenta de que en verdad comparto el mismo sentimiento de Sara. Que no sólo me sentía usada, enfurecida, asustada, si no que me sentía celosa. Celosa de esa nena. Y casi me vuelvo a atragantar con mi saliva de nuevo cuando me doy cuenta de que no sólo me siento celosa de que a ella no la hayan desechado como a mí, sino que también me siento celosa de que ella no tiene ni idea de nada:  No tiene idea de mí. Probablemente ella piensa que es hija única, con su papá en casa y su mamá por ahí. Vive en su perfecto mundo con paredes de cristal, que la protegen del exterior. De todo aquello que le puede hacer daño. De todo aquello que no debe de estar en su vida.
 Que la protegen de mí.
¿Pero, y yo?
¿Qué hay de mí?
Mis paredes de cristal están rotas. No hay nada que me proteja de la verdad.
Recuerdo el día en que supe de ella, en el parque, cuando ella la llamó "Papá". ¡Cuando yo quería hacer las cosas bien! En ese entonces las paredes me protegían.
La ignorancia en bendición.
--¿Lena?--Susurra Sara--Lo siento, guapa. No quería hacerte llorar con mis problemas.
Miro a Sara.
¿Llorar, yo?
Alzo la mano y toco mi cara. Pues sí, tan mojada como un río.
Un sollozo horrible se oye. Luego comprendo que sale de mi pecho. Y que lo que acabo de averiguar me destroza. Pero en verdad hay algo que me dice que siempre lo supe, sólo que hasta ahora soy completamente consciente de ello.
--Te comprendo--Murmuro--Lo de los celos, te comprendo.
--¿Qué sucede, Lena?
Mis ojos se humedecen de nuevo. Veo todo nublado. Y odio esto, por un instante. Pero, luego, las lágrimas me hacen sentir libre. Como si acabara de salir de una jaula.
--Lo entiendo--Murmuro--Lo comprendo, Sara; He sido reemplazada.
Ella toma la punta de  unos mechones de mi cabello rubio y jala juguetonamente mientras sonríe tristemente. No intenta presionarme para que diga más del tema. Ella se conforma con que le diga lo que siento.
--Lo siento.
Ella lo vuelve a repetir lastimosamente antes de caer en el llanto de nuevo. Esta vez sé perfectamente qué hacer: La abrazo con fuerza hasta que ella pasa una mano por mis hombros y otra por mi espalda.
Y lloramos.
Tal vez no pueda comprender nunca lo que es para ella ser madre. Lo que significaría. Nunca lo comprenderé. No entiendo. Pero si entiendo el sentimiento. Y es miserable.
Así que lloramos.
Lloramos por las cosas que nos han destrozado.
Lloramos también por las lágrimas de la otra.
Y finalmente lloramos porque ninguna de las dos nos lo merecemos.
 Entonces entiendo algo, otra cosa : La verdad es que quizá ella tampoco entienda mis razones, o tal vez sí, ya que ella es psicóloga... Tal vez no entenderemos nunca nuestras razones, porqué ella llora tanto por una personita a la cuál no ha conocido aún, o porqué yo lloro porque me siento reemplazada. Tal vez. Pero el punto es que estamos dispuestas a sufrir por la otra, supongo que lo supe cuando decidí quedarme en vez de huir. Estamos juntas. Es como mi hermana mayor que yo nunca pude ser para esa niña de pelo castaño.
 Que no podré.
Y yo, soy como la adolescente que algún día, en muchos años, ella hubiera podido tener de hija.
Y no podrá.
Entiendo que estamos juntas.
Y, al final, juntas lloramos.


--Sthep Stronger.

domingo, 15 de julio de 2012

Sorteo Internacional

Hola, chicos!
                                                                


                                                                              Bases Aquí. 


¡Besotes!

sábado, 14 de julio de 2012

Presumiendo, presumiendo...

¡Hola, chicos!

Sólo me pasaba por aquí porque quería presumirles  enseñarles mis nuevos libros que conseguí hoy. :)



Besotes :)

Sthep S.

martes, 10 de julio de 2012

Mine, capítulo 31.

Foto: - Donde estabas esta mañana?
+No recuerdo, hace demasiado tiempo.
- Que harás esta noche?
+Nunca hago planes con tanta antelación..

-albba'#
Mine, capítulo 31. "Fuego".

Golpeo una uña larga contra la madera café de mi piso.
Clap. Clap. Clap.
Me siento traicionada.
Clap. Clap. Clap.
Me siento como si fuera un pañuelo desechable. Para usar y luego tirar.
Clap. Clap....
No hay ninguna lágrima en mi rostro. Pero no me siento bien.
Nunca se va a sentir bien.
Hay alguien más ahí afuera. Alguien a quién eligió antes que a mi.
Clap. Clap. Clap....
¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? ¿Tengo que hacer como si nada de esto no hubiera pasado nunca? ¿Tengo que... intentar olvidarlo? ¿Hacer un hechizo para el olvido? ¿Qué? ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? ¿Podría echarme a llorar sin más? ¿Debo de? Me siento muy cansada para eso. Así que me pongo a tocar mi cara.
 Parece que esa es mi mejor opción. Quién sabe. Tal vez lo es.
 Sin embargo, dormir muchas horas no  me ayuda en lo absoluto. Me despierto esa misma noche, a las cuatro de la mañana, y las mismas palabras me atrapan.
"¿Qué tengo que hacer ahora?"
Pero decido no intentar contestarlas hasta la mañana siguiente, cuando despierto. Pero tampoco sé las respuestas.
Así que, esta mañana, cuando me despierto, no sigo mi rutina de poner el despertador cinco minutos de pausa y cerrar los ojos y adormilarme, estándo pendiente de todos y cada uno de los sonidos de mi madre en su habitación de enseguida. En vez de eso, cuando me levanto, me siento en la cama y paso las manos por mi frente y mi cabello. Luego me aferro con las manos a mi colcha.
 Pero tengo que ir a la escuela.
Me levanto y tomo el uniforme. Es el momento cuando recuerdo que no lavé la estúpida camisa de botones blanca. La tomo del cesto de ropa sucia y la huelo.
¡Qué demonios! Está bien. Me la pongo así.
Intento esconder la mancha fajándome la falda más de lo que suelo, porque siempre me dejo un pedazo suelto, a la altura del estómago, pero ahora no.
 Me intento hacer una coleta de caballo suelta, pero, aunque lo repito tres veces, las ligas se me rompen.  Así que al final lo dejo y me marcho escaleras abajo  con mi mochila al hombro para tomar el desayuno.
 Pero no hay gas.
Ni hay leche para el cerial.
Las manzanas me las acabé cuando llegué a casa, devorada por la ansiedad. Y es que cuando me da ansiedad, no me puedo despegar de la cocina. Pero sé que no puedo ganar peso así como así. Así me fui por la fruta.
Este día es un desastre.
Lo ha sido desde el primer momento en que me desperté.
--¿Estás bien, guapa?--Pregunta mamá.
Ni siquiera la miro.
--Sí.
Tomo mi cartera antes de que se me olvide y cruzo la puerta mientras digo:
--Me veré con Luce en el metro. No tienes que llevarme. Te veo luego.
--¿Estás bien?--Pregunta, quitándose la toalla de la cabeza.
Quién sabe.
--Sí.
Pero ella no me oye; Ya me he marchado.


Sí; Ha sido un día malo. Muy, muy malo.
Primero corro a la escuela para no llegar tarde, y en eso, me tropiezo en la banqueta y me sale una herida en la pierna. Sangra. Luego, cuando estoy en la escuela, un prefecto me dice que no entraremos hasta las diez y media. Que avisaron el día anterior.
Y es cierto. ¡Lo olvidé!
Murmuro groserías por lo bajo mientras camino por la acera.
¡Maldita sea!
Mi estómago ruge porque no he desayunado.
Camino por las calles en sentido contrario de camino a mi casa ya que son las ocho. Pienso en ir directamente a Hammilton's Street para alcanzar el camino más fácil a casa.
Hammilton's Street es mi salvación.
Pienso en todas las cosas que podrían ocurrir cuando llegue al metro, tal vez esté averiado todo y congelen lo servicios.
De solo pensarlo, me detengo y doy una patada en el piso.
¡No pueden hacer eso!
Un auto pita muy, muy, muy cerca de mí. Doy un respingo y pienso:
"Genial. Voy a morir."
Entonces alguien grita:
--¡Eh, Cariño! ¿Creo que estás en dirección contraria! ¡La escuela es por allá!
Giro para ver a quién le voy a meter el puño en la cara por haberme llamado Cariño, pero es Lucas quién me sonríe.
Por un momento, se me corta la respiración. Pero con eso, no puedo lidiar ahora. No estoy para andar con más problemas.
 Hablo antes de pensar.
--¿Pero porqué siempre me cruzo contigo?
En vez de ofenderse, su sonrisa se ensancha.
Se ve tan guapo...
Sacudo la cabeza.
"Relájate, Lena, relájate".
--Quién sabe. He estado pensando en que podrías estarme acosando.
Lanzo una risa.
--¡Sí! ¡Ya quisieras!
Me doy la vuelta con la intención de seguir mi camino.
--¿A dónde vas? ¿Vas a jugar de chica mala y te vas a saltar las clases?
Lo miro.
--¿A dónde vas tú?
--Pues, a clases, cariño.
Ruedo los ojos.
--Eso te está empezando a gustar.
El agita la cabeza.
--Enfadosa--Murmura.
Sonrío.
--¿Te saltaste las clases ayer, no es así?
El mira hacia las ventanas, intentando cambiar el tema.
--Tal vez. ¿Porqué?
--Porque ayer informaron que no habría escuela hasta las diez y media. Lo hicieron por la mañana.
Pimero me mira fijamente y luego empieza a soltar palabrotas entre dientes.
--Por eso Ellie me mandó a freír espárragos cuando la quise levantar por la mañana.
Chasqueo la lengua.
--Sí... Adiós, Cariño.
Camino derecho por la calle e intento alejarme de él, pero él da en reversa.
--¿Quieres que te lleve?
Sigo caminando.
Lo miro.
--Vete a tu casa.
--¿Porqué estás de tan mal humor?
--¿Sabes?  Un carro te chocará tu precioso auto. Largo.
--No te voy a dejar a aquí sola.
Pienso que es muy noble de su parte, pero estoy de mal humor, y no me interesa.
--Gracias. Pero temo que te pueda ahorcar en cualquier momento.
Sonríe.
--Soy como un gato, tengo nueve vidas. Vamos, sube. A José no le hará mucha gracia que te haya dejado caminar por ahi por tí misma. Tu casa está lejos.
 Algo me dice que no se detendrá hasta que haya subido así que jalo la puerta de golpe y me subo.
--¡Epa! ¡Cuidado con mi auto precioso!
--Cállate.--Dejo la mochila a mis pies y me relajo en el asiento copiloto.--¿Y qué? ¿Le cuentas todo a José?
--Bueno, es mi hermano. Es como la relación que tienes con Sara. ¿No compartes nada con ella?
---Pues...
Levanta una ceja.
--Olvídalo.
--Sólo, no sé, a veces Alan y José son muy sobreprotectores conmigo.
--Es fácil: Te quieren. Es imposible no amar tu sarcásmo.
Lo último fue sarcástico.
Sonrío.
--Y el tuyo.
Me sonríe de vuelta.
--¿Y tú qué, pues? ¿Te caíste a la lavadora ayer? En verdad que pareces de mal humor.
Saco el aire.
--Peor.
--¿Peor que caerse en la lavadora?
--Si. Peor aún.
Levanta una ceja.
--¿Quieres hablar de ello?
--¡Oh! ¡Vamos! Pareces la psicologa que visitaba cuando tenía doce años.
--¿Fuiste al psicologo?
Dobla la esquina.
--Pues sí.
No dice nada más. De repente me suelta algo como:
--¿Desayunaste?
Parpadeo.
--¿Qué?
Estaba total y completamente segura de que me seguiría preguntándo del psicologo.
--Que si desayunaste.
--No. Fue una mañana difícil. ¿Y tú?
--No desayuno en casa. Muero de hambre.
Sacudo la cabeza.
--¿Qué? ¿Y dónde desayunas?
--En un lugar cerca de aquí. Me hacen descuento de empleado. Tienen las mejores malteadas en el país. Te lo juro. A puesto que la de frutas te encantará.
--¿Ya tienes trabajo?
Sonríe.
--Sí.
--¿Y te da tiempo para desayunar y luego ir a la escuela? ¿A que hora te despiertas? ¿A las cinco?
--Exágerada.
Sonrío.
--Me muero de hambre--Murmuro.
Me mira. Con esa mirada...
Sonrío automáticamente. Sonríe de vuelta.
--¿Qué?--Dice.
"Me gustas", aparece en mi mente.
Me detengo.
Parpadeo y aplasto el botón imaginario en mi mente "Detente y borra".
--Nada.
Pasamos en silencio el camino hasta un restaurante pequeño muy mono, con paredes de ladrillo y una chimenea.
--Oye, muy lindo.
--Lo sé.
Cuando entramos hay muchas personas del servicio que lo saludaban, chicas y chicos. Pues claro, a todo mundo le agrada Lucas. Debe de estar mal mentalmente al que no le agradara Lucas.
Me concentro en el calor de la chimenea, y no en las chicas guapas que le sonríen. Miro fijamente su reacción cuando ellas lo miran y le sonríen.
 Casi me duele el pecho de alivio cuando descubro que no las mira de esa manera.
La mirada está reservada para mí.
Sonrío un poco y me muerdo el labio.
Cuando terminamos de pedir (Pedí un licuado de frutas con miel y una dona) él me pregunta:
--¿Porqué estabas de tan mal humor?
Lucho para no atragantarme con mi saliva.
--¿Porqué me haces preguntas que son incómodas de contestar?
Ladea la cabeza.
--¿Problemas personales?
Asiento con cansancio.
--La historia de mi vida
Nos miramos.
Reímos.
--Sabes que puedes confiar en mí--Dice, remangándose la camisa, subiéndola hasta sus codos.
Sonrío.
--Tampoco quiero agarrarte de psicólogo, ni arrastrarte con mis problemas.
--De acuerdo. Pero sabes que siempre estoy encantado de ayudarte.
Miro la misa, y luego a él.
--¿Porqué?
Quiero saberlo. Busco en sus ojos, algún indicio. Algo.
Pero sólo puedo ver la chispa en su interior.
Su manera de mirarme.
--Honestamente no estás preparada para escucharlo. Y tal vez tampoco sea el mejor momento para decirlo.--Sonríe--¿Cómo va el asunto de las cartas?
 Suspiro.
--No he recibido otra desde la última.
--¿Las lees?--Murmura.
--No.
--¿Y los mensajes? ¿Cómo vas con eso?
--No he recibido uno aún.
--¿Cuál es el problema?
Lo miro fijamente. Sé que sólo intenta ayudar, pero me molesta. Me molesta que quiera saber todo y me molesta que yo quiera confiar en él. Me molesta que siempre termino diciéndole los detalles personales de mi vida. Todas esas cosas.
 Pero él no se queda callado.
Parece tan tranquilo, allí, mirándome... Con esa mirada, por supuesto... Se ve tan sereno...
Y entonces abro la boca.
--¿Y qué me dices que hacía Ellie en el hospital? La verdad es que la he visto muy sanita.
Se sienta derecho en su silla. Su rostro cambia. Ya no me mira de esa manera. Me congelo.
¡Yo y mi estúpida boca!
Su mirada me perfora, y tengo esa sensación de que en cualquier momento voy a salir corriendo gritando "¡FUEGO!"
Desvío la mirada hacia la mesa justo cuando vienen con el pedido. Observo mi dona de azúcar.
Fue una mala idea subir a su auto.
Pues sí; Este día ha sido horrible.
 Pasamos medio minuto en silencio hasta que decido que es suficiente.
--Oye, lo siento. Sólo intentaba jugar tu juego.
Lo miro a los ojos.
Me mira. Abre la boca. Intenta decirme algo, peor al parecer luego cambia de parecer y suspira profundamente.
--No... No te estoy jugando nada, Lena.
--¡Ya lo sé!--Me desahogo--¡Es sólo que siempre termino diciéndote cosas sobre mí y no sé nada sobre tí ni de lo que te pasa ni de tus problemas ni nada! ¡Y no es justo!
 Parece que no sabe que decirme. Como si estuviera midiendo sus palabras.
--No es que no quiera. Es que no puedo. No es mi secreto.
Pego la espalda a mi silla.
Pues no, no sé que contestarle.
Él pasa las manos por su cabello rubio ceniza.
Silencio.
¡Oh, maldita sea!
--¿Pero Ellie está bien?
Se encoje de hombros.
--En general.
--¿Está enferma?
--Algo así.
Inclino la cabeza a un lado. ¿Cómo eso pude ser una respuesta?
--¿Estás evitando el tema?
--Más o menos.
Me rasco la cabeza. Silencio. Pienso seriamente el largarme, y, después de todo... Es mi estilo, ¿No?
Me doy cuenta de que esta conversación ya la hemos tenido.
--Es mi hermanita, Lena. No la puedo traicionar.
Rompo la dona a la mitad.
--Te entiendo--Murmuro--Pero...
--¿Pero qué?
Parpadeo.
--¿No hay nada más de ti que sea verdaderamente malo que puedas contarme?
De acuerdo, estoy casi desesperada.
Casi.
Entonces su sonrisa vuelve.
Y te juro que casi me levanto gritándo Fuego.
¡Oh, Dios mío! ¡Me está mirándo de esa manera de nuevo!
--No creo.
Me cruzo de brazos con una sonrisa insinuada en mi rostro, sabiendo que todo está bien entre nosotros de nuevo.
 Y me alivia tanto que es casi doloroso.
--Te sacaré algo--Prometo.
Sacude la cabeza.
--A lo mejor te lo digo primero. Pero no será pronto.
Nos sonreímos.
--En verdad lo siento--Murmuro--Sabía que era un camino que no debería tomar. ¡Pero tú también lo has hecho!
--Pero en todas han sido tus cosas. No las de alguien más.
Me pregunto si Ellie tiene algo como cáncer.
Me estremezco.
--De acuerdo.
Él mira su sándwich y luego me sonríe.
--Ahora cómete eso, porque la última vez dejamos todo en la mesa y Jessie lo tomó y lo comió. Y es alérgica a un ingrediente que tenía. El punto es que terminamos dejándolo todo. Se echó a perder. Pero el día en sí no fue malo...
 Evito su mirada.
¡Si que fue malo!
--Bien.
Pero me sonríe.
Y sólo pienso:
¡FUEGO!

-Sthep Stronger.

domingo, 8 de julio de 2012

Sorteo Internacional en La Danza De Las Letras!

Internacional. ¿Qué más decir?

                                                  




Bases aquí.

¡Saludos!
Sthep S.

Sorteo en Deja A Los Muertos En Paz.


Photobucket

En este concurso organizado por Deja A Los Muertos En Paz, se sortearán libros a elección con un precio límite.  Es muy bueno. :)

Bases aquí.


Y besos a todo el mundo.



-Sthep S.

viernes, 6 de julio de 2012

Sorteo Deseos!

En Leyendo Sobre Nubes hay un sorteo muy bueno para aquellos que viven dentro de México, se sorteará el libro Deseos, de Kristen Miller.



Ver bases aquí (Ya aprendí)

Saludos,
Sthep Stronger.

martes, 3 de julio de 2012

Mine, capítulo 30.



Mine, capítulo 30. "Hammilton's Street".


Es martes. No tengo clases por algún asunto de la escuela que realmente no me importó escuchar. Sólo me aferré a la parte "No hay clases".
 Estoy sentada en mi escritorio, intentando pensar en las miles de maneras en que me hace sentir. Pero ninguna respuesta parece correcta. O tal vez no lo quiero aceptar, como "Fascinación", es algo que no pondré hasta encontras un sinónimo que suene normal. Menos meloso.
 Contemplo las fotos en mi pared.
¿Qué me hace sentir?
Dejo el plumón en la mesa de una vez por todas cuando mamá me llama a comer.
--¿Pero qué tanto haces allá arriba todo el día? Nunca habías estado tan quieta--Dice.
Pasa su mano por el cabello corto rubio y me sonríe.
--Bueno, he intentado... Pensar en algo. Me he quebrado la cabeza pensando.
--¿En qué?
Me encojo de hombros y tomo un pan tostado del plato mientras mamá me sirve huevos con jamón.
--Nada especial. Sólo... Estaba... Intentando descifrar algo.
--Cariño, no te entiendo cuando dices cosas así. ¿Qué intentabas descifrar? ¿Si debrías salir con Lucas?
Me quedo de piedra.
"¿Pero qué coños...?"
--¿Qué?--Suelto.
Abre los ojos.
--Ah, entonces di en el clavo.
Tomo el tenedor cuando ella me deposita el plato enfrente.
Pincho el huevo.
--¿De dónde sacas eso?
--No fui yo, Lena.
Intento mantener la calma y me como el huevo. Tardo cinco segundos en masticarlo mientras mamá lava los platos sucios. Ella suele desayunar a las seis de la mañana.
--¿Entonces?
--Todo es culpa tuya y de Lucas.
--¡Dime de qué hablas, mamá!
--El sábado, en mi cumpleaños... Cuando el preguntó sobre Keller y tú preguntaste sobre su novia. O más bien le gritaste.
Casi me atraganto.
--¡Yo no le grité!
--Oh, cariño, por supuesto que lo hiciste. Si no te conociera, diría que estabas celosa.
Me atraganto.
Mamá va detrás de mí y me da unos golpecitos en la espalda. Cuando recupero el aliento, digo:
--¡Yo no estaba celosa! No pasaba nada.
--Pues él sí que parecía estar celoso también.
Eso me hace pensar.
--¿Él?
Ella asiente.
--¿Te sientes mejor? Cuidado, mastica mejor. Cómete todo el huevo.
El huevo se puede ir al infierno de momento.
--¿Porqué dices que él?
Ella agita la cabeza.
--¿Es que no lo viste? Lena... ¿Qué pasa entre ustedes dos?
--¿Que si qué pasa con nosotros dos?--Repito, remarcando cada una de las palabras.
Mamá asiente.
--Yo y Sara estábamos hablándo de eso ayer. Todos piensan que están juntos o algo.
Me pego en la cabeza con la mano.
--¡Nada, mamá! ¡No pasa nada...! ¡O al menos estoy intentando averiguarlo!
Ella me mira.
--Entonces... ¿Estás confundida al respecto?
--¡No sé!
Ella suspira y se sienta frente a mí.
--Escucha, Lena. Sé lo que se siente a esta edad. El primer amor, y eso...
Me levanto antes de que tenga tiempo para seguir.
--¡Mira, mami!--Repongo--En verdad te quiero un montón, pero no. No estoy enamorada, y no lo estaré... ¡Porqué tendré dos gatos! ¡Y ellos ocuparán mucho espacio en mi corazón! Así es el asunto; Los que entran, ya no salen.  Y no hay suficiente espacio para dejar entrar a alguien más, porque lo estoy guardando para Crema Y Chocolate!
--Lena, eso es ridículo...
--¡Deja de decir que mis gatos son ridículos!
Me levanto y subo las escaleras.
--¿A dónde vas?--Pregunta mamá.
--He quedado con Luce y Ellie para vernos en una cafetería. Tomaré el carro. Volveré rápido.
Sé que ella está a punto de reclamarme, pero se lo piensa muy bien y me deja ir.
Subo lo que me queda de las escaleras y me lavo muy bien los dientes, tallando con furia.
"¿Cómo que estoy celosa?".
Ni siquiera conozco a esa Clea.
Después de que termino de cepillarme los dientes hago lo usual: Me pongo una capa de maquillaje y elijo el color del labial. Tomo el primero que veo en el estante donde pongo los labiales, uno que es rojo intenso. Del color de la sangre. Tomo mi abrigo también porque afuera hace un frío horrible.
 Y cuando bajo las escaleras... Recuerdo el cuaderno. Me paro en mitad del escalón y miro mis Converse negros unos segundos antes de devolverme por el cuaderno. Lo tomo junto con el plumón y lo guardo en el bolso.
Bien, ahora sí me largo.
Cuando estoy abajo, recuerdo que mamá tenía que hacer algo hoy, y que necesitaría el auto. Así que decido que, al final de cuentas, tomar el metro, no está tan mal.


Es mentira que he quedado con Luce y Ellie. Es simplemente que tenía que salir de la casa. Tenía que pensar sin mamá revoloteando a mi alrededor diciendo cosas cómo "Celosa" , y luego empleando la palabra "Ustedes", agregando la oración "Pasa algo", y luego utilizando la inminente palabra "Amor".
Es suficiente para hacerme huir.
Además necesito pensar; Esto que estoy sintiendo está empezando a inquietarme.
 Le doy vuelta a mi café y balanceo las piernas. Miro el local. Es otro de esos lugares en los que me paro porque se ven cálidos, sólo que esta vez me he sentado en una de las mesas de afuera, a pesar de que hace un frío que pela.
Pienso mirándo mi café.
¿Desde cuando se me corta la respiración?
¿Desde cuando acá me fascina todo lo que me dice?
Pues sí; Ahí está, una oración para rellenar el espacio en la libreta.
Saco el cuaderno del bolso y con la pluma de tinta negra, escribo:
"Me encanta todo lo que dice".
Al meno, no utilicé la palabra "Fascina"... Y la seguiré evitando tanto como pueda.
Paso el dedo por la oración. Sé que hay más. Sé que podría llenar el cuaderno completo, pero tengo que pensar  bien en lo que pongo, tengo que asegurarme de que es verdad del todo.
"Me derrito"
¿Es verdad? ¿Me derrito al verlo? Todavía no estoy segura.
Pienso en la vez cuando sus labios estaban muy cerca de los míos.
  Sí. Me derrito.
Escribo la línea y pongo punto final a la oración.
Recuerdo también el calor que sentí que iba desde mis rostro hasta las puntas de mis dedos y yendo a los tobillos.
 Suspiros.
"Calor".
Lleno el otro renglón de abajo.
Golpeteo la pluma... Y mi celular empieza a sonar en mi trasero.
Me da un susto de muerte y tiro mi café en toda la mesa. Incrédula, miro el café extenderse por la mesa unos segundos y luego levanto el envase.
Que fiasco.
Levanto mi cuaderno antes de que él café pudiera manchar las páginas de mi cuaderno.
El celuar sigue vibrando en mi trasero. Mientras lo tomo, pongo una nota mental en mi cabeza:
  "No volver a poner el celular en mi bolsillo trasero. Nunca".
Me pongo el teléfono en la oreja e intento remediar el desastre con las servilletas.
Es un desastre.
Que hambre, hubiera pedido también un panecillo de vainilla...
--¡Ey, Lena!
Es Luce.
--¡Ey, desaparecida!
--¡Ja!--Responde al otro lado de la línea--¡Eres tú quién se marcha a no sé dónde!
--¡Cálmate, que tú eres la vaga aquí!--Le respondo.
Hago una mueca ante el desastre del café tirado y arrojo el envse y las servilletas en el bote de la basura.
--¡Cómo sea! ¿Dónde estás?
--En Hammilton's Street, en un café.
--¿Starbucks? Oyeeeeee--Dice arrastrando la "e"--¿Adivina qué?
--¿Finalmente te pintaste el pelo de rosa?
--¡Yo nunca haría algo así!
Sonrío y guardo mi libreta en mi bolso.
--Ya. Me dijiste que adivinara.
Sé que sonríe al otro lado de la línea.
--No. ¿Pero adivina quién está a punto de ayudarme ahora mismo?
--¿Quién?
--Tú.
--¿Yo?
Me señalo a mí misma con el dedo pulgar. A pesar de que no puede verme.
--Sí, nena.
Puedo notar que está de mejor humor que nunca.
Oigo un carro pasar y luego unas bocinas. Muy cerca.
--¿Estás conduciendo, Luce?
--Sí, neeeennaaaa--Alarga las palabras.
--¿De donde conseguiste auto?
--¿Sabes? Mi madre también me presta su auto. Ella confía en mi.
Decido no responderle, porque sé que se cabreará conmigo.
--Bien. ¿Porqué me has llamado?
--¡Porque necesito que me hagas el favor más grande en el universo mundial! Voy a unas calles cerca de Hammilton's Street, te recogo, ¿Vale?
 Agito a cabeza.
--¿Y qué? ¿Tú desde cuando utlizas la palabra "Vale"?
--Dejaste uno de tus libros en mi casa, he olvidado devolvertelo. ¿Sabes? Todo eso está lleno de expresiones españolas. Todo está lleno de "Jodido" y "Joder" y "Gilipollas".
--¿Y qué? ¿Lo leíste?
--Sólo una parte... No tenía nada más que hacer... ¡Joder! ¡No te metas, estúpido!
Hay una pausa y luego vuelve al teléfono.
--¿Luce? ¿Tienes lincencia?
--Sí, baby.  Oye, ya estoy a una cuadra. Este tipo de aquí atrás se metio. Casi me estrello contra un poste. ¡Mira que hay muchos jodidos en el mundo!
Agito la cabeza.
--Luce, deja de decir palabras españolas y dime porqué vienes por mí. O qué es el favor que según tú te voy a hacer. ¡Mejor dime los dos!
 Hay otra pausa a lado de la línea.
--¡Mierda!--Grita Luce--Luz roja. ¡Estúpido semáforo!
Agito la cabeza de nuevo.
--¿Luce?
--Ya, ya. Espera, que ya llego.
--¡Luce...!
--¡Joder, joder, joder!--Me interrumpe--Llegaremos tarde.
--¿Llegaremos? No, cielo--Le respondo, sarcásticamente--Tú llegaras tarde. Yo me marcho a casa.
Me cuelgo el bolso marrón en el hombro y aparto la silla hacia atrás para marcharme.
--¡No, no, no, no, Lena! ¡No puedes hacerme eso! ¡Si no vas tú, todo saldrá mal! Necesito que vengas conmigo.
--¡Olvídalo, Luce! No tengo ganas de andar contigo a ninguna parte.
--¡Por favor, por favor, por favor! No te marches de Hammilton's Street.
Pongo un brazo en mi cintura.
--¡Tienes cinco minutos para llegar, Luce!
Ella no dice nada en un minuto, pero luego suelta:
--¡Está en verde! Voy para allá, nena.
Cuelga.
Lo siguiente que pienso es que le quitaré el libro en cuanto pueda. Pasa medio minuto cuando el Jeep gris de la madre de Luce está frente a mí.
Cuando abro la puerta, mientras me siento en el asiento copiloto, Luce dice:
--¡Oh, gracias a Dios que te pusiste guapa!
Luce arranca mueve el coche.
Miro mis Converse y luego checo el resto de mi ropa. Estoy usando una blusa delgada marrón suelta, un short azul de mezclilla con medias debajo y Converse negros. Mi abrigo en marrón también, igual que mi bolso. La verdad es que me queda bien el atuendo; La blusa queda tapada con el abrigo pegado hasta mi cintura, casi topándo con el shorts.
  Pues sí, estoy guapa.
Pero al cabo resulta ofensivo.
--Gracias, Luce. Mi autoestima crece--Digo, sarcásticamente.
Ella sonríe angelicalmente mientras mueve la palanca de cambios.
--¡Oh, vamos, no te ofendas, Lena! Es que tú eres como los hombres: Tomas lo primero que encuentras en el armario.  Menos mal que toda tu ropa es bonita.
 Auch.
--Oye, gracias.
Sarcásmo, sarcásmo.
--Lo que no contaba es que tu pusieras maquillaje.
--¡Pero de qué hablas! Yo siempre uso maquillaje.
--Ya, pero muy poquito. Nunca luces esa carita encantadora que tienes. ¡Pero ese labial es dinamita! Ahorita te pongo una trenza muy mona para que estés bien peinada.
--¿Cómo las tuyas?
--Ajá.
Miro su usual trenza francesa.
 Agito la cabeza.
--Es oficial. Ya no veas esos programas de televición. Están accabando contigo, Luce. En verdad.
Ella sonríe.
--Como sea, me alegra que te hayas puesto guapetona.
--Y para todo esto, ¿Porqué?
--Porque vamos a una cita doble.
Parpadeo.
--¿Que tú...?
Me mira de reojo.
--¡Vamos, Lena, no entres en pánico! Haz esto por mi.
Mi pecho sube y baja.
--¡Estás loca!
Luce toma la curva.
--¡No!
--¡Olvídalo, Luce! ¡Olvídalo! ¡No va a pasar! ¡Detente que me voy caminando a casa!
Pero ella sigue en la curva.
--¡Olvidalo! ¡Te necesito! ¡Mark me pidió a salir pero no su primo andaba en la cuidad y su mamá se enojaría si lo deja solo! Y entonces se me ocurrió una doble cita.
--¡Me hubieras preguntado!--Le grito.
--¡Me hubieras dicho que no!
--¡Pero al menos hubira pensado que no estabas loca!
--¡Oh, vamos, piensas eso desde el primer día que me conociste!
Me cruzo de brazos.
--Llevame a Hammilton's Street, por favor.
--Nel.
Me hundo en el asiento.
--Saltaré del carro el en primer auto y moriré. Y será tu ulpa. A ver cómo puedes vivir con eso.
Ella pasa las manos por su cabello oscuro y sonríe.
--Te amas demaciado para eso.
En el blanco.
--¿Porqué me haces esto?
--Porque quiero un novio. Y, además, te estoy haciendo un favor. Ya casi llegamos.
Ella pasa las manos por su escote de vestido rosa con florecitas y se lo sube. Luego se comprueba el labial color cereza en el espejo retrovisor y se sonríe a sí misma.
--Seré desagradable. Y recuerda que sí que sé cómo serlo.
La sonrisa se desvanece.
--Te compraré algo--Dice--Lo que quieras.
Sonrío burlona.
--¿Chantaje?
--Tal vez--Responde.
--Harás mi tarea de matemáticas.
Ella frunce el seño.
--Hecho.
Sonrío.
--Oye, ¿que no ese Mark tiene 19? ¿O es otro?
--El mismo.
--¿No crees que es muy mayor para tí?
Me mira.
--¿Y? Lucas tiene 18, ¿No? Sólo un número más.
Me vuelvo loca.
--¡Diablos! ¡Que...! ¡No...! ¡No estamos juntos!
Ella sacude la cabeza haciendo balancear su trenza.
--Ajá.


Pues el tipo con el que me tocó salir fue un fiasco.
Primero, tardo un minuto en decirme su nombre porque no paraba de tartamudear. Muy nervioso. Y, luego, no podía sacar nada de conversación. Lo intenté, de verdad, una hora intentando sacarle plática, pero era un cortón.
  Maldito cortón.
Ahora, cuado salimos yo y Luce de la cita, después de despedirse, ella me jala a otra tienda en la plaza done hay una tintorería. Dice que su mamá quería que pasara por el abrigo que Luce manchó hace dos semanas. Tal vez no se quitará.
Por mientras, yo me siento en la banca mientras ella pide el saco.
 En frente, hay una de esas tiendas dónde compras un monito, lo rellenas, escoges la ropa y luego lo adoptas. Te dan sertificado de adopción y todo.
 Tal vez es ridículo, pero a mí me encantaban esas cosas cuando era pequeña.
Papá me compró dos. Un cerdito y un perro. Ambos terminaron en el sótano de la casa, enterrado con cosas que mamá dejó allí abajo para no tener que verlas nunca más, cosas que al final no se atrevió a tirar.
Cosas que él dejó atrás.
 Cierro los ojos y miro desde afuera por las ventanas de cristal los peluches colgados en las paredes.
Entonces una niña de pelos lacios y castaños corre e intenta alcanzar un gato rosa en los percheros de arriba.
 Yo era justamente así.
Sonrío al recordar viejos tiempos. Tiempos dónde papá hacía estas cosas por mí.
Aunque muy a fuerzas, pero lo hacía.
Un señor va con ella y le alcanza el gato rosa, luego le da la mano.  Un tipo muy alto, tanto como...
 Dios.
Me levanto de un salto.
Es él.
Es mi papá.
Mi pecho empieza a subir y a bajar. Y es como si él pudiera ír los jadeos desde allá adentro, porque voltea la cabeza y me mira.
Me mira.
Empiezo a jadear.
Sus ojos me taladran.
Y entonces le murmura algo  a la niña y avanza a la puerta.
La abre.
Y salgo corriendo.
No sé cuando detenerme, y es que no sé si detenerme para mirar atrás. Yo sólo corro hasta que mis pulmones arden. Dos autos estuvieron a punto de matarme.
 A punto.
Respiro hondo cuando me siento en el escalón la entrada de una casa. Miro las flores y el césped.
Las lágrimas corren por mi rostro.
Las piernas me pesan.
 Saco mi celular del bolso y le mando un mensaje a Luce diciendole que pasó algo inesperado y que tuve que marcharme.
Paso mis manos por mi cabello y pienso.
Pienso en la nena. Pienso en que, es la segunda vez que la veo, que al final sí es real. Sí es su hija... Aunque no puedo estar completamente segura, puede que sea su sobrina... Y no puedo negarlo, porque, no he sabido nada de mis tíos por parte de mi padre. Perdimos contacto. Sin embargo, esa niña tiene su pelo lacio y castaño.
  Aunque tampoco prueba nada.
Doy la vuelta y miro detrás de mí mientras camino hacia atrás.
 Ahora tengo que marcharme a Hammilton'ts Street para seguir mi camino fácil a casa.
Nunca me había sentido tan feliz de marcharme allá, de todas las veces que he ido a Hammilton's Street.

--Sthep Stronger.