martes, 12 de febrero de 2013

Reckless. Capítulo 10.



Reckless. Capítulo 10.  "Tan jodidos".

Entonces supongo que cuando sales furiosa de casa un viernes por la noche porque tuviste una discusión con tu hermano mayor sobre tu educación y demás, lo primero que haces es buscar a tus amigos. En mi caso, Kimera. Pero no estoy segura si lo que haces a continuación es ir a una fiesta de tu ex novio quién te engañó con una chica mucho menor que ambos cuando él estaba perfectamente en sus cinco sentidos.
  No es lo más inteligente.
Sin embargo, ahí estoy yo, luciendo como una zorra, embriagándome hasta morir y despegando a Max de mi cuerpo. Es uno de esos momentos en que te sientes oscura, miserable y débil. Así que subo las escaleras y abro una puerta que conduce a una pequeña estancia en la que en el pasado ya he estado muchas veces. Lo peor es que creo que fui feliz. Cuando creía haber estado enamorada de Max, me refiero. Creo que en verdad fui feliz. No lo sé. Es sólo que pensé haber estado en verdad enamorada, pero ahora miro hacia atrás y no creo que fuera amor. Yo sólo tenía quince años y no es como si ahora yo tuviera tanta experiencia. Sé que aquello no era amor de verdad, pero sé que yo era feliz.
    Y por un momento, lo extraño. El pensamiento más confuso cruza por mi cabeza: Extraño ésos días. La cosa más loca.
   Aunque no sé si debería sentirme de esa manera de nuevo. No con él. Definitivamente no.
 ¿Verdad?
  Sacudo mi cabeza y camino hasta el espejo colgado en la pared.
Hay muchas razones demasiado válidas por las cuales no me encanta emborracharme, y una de ellas, la más importante, de hecho, es porque al final mi maquillaje se corre y tengo un aspecto demacrado. Es por eso que saco el delineador de mi bota y me pongo a trabajar. Y sólo paro cuando una extraña Josselyn Anne Harrison borracha abre la puerta y se deja caer en el sillón rosado.
  ¿Josselyn borracha? ¿Desde cuándo acá?
Estoy tan sorprendida que tengo que darme la vuelta.
Josselyn levanta su cabeza pelirroja y se lame los labios, viéndome.
--Ridley, cariño.
  Siempre me ha irritado de alguna manera que ella dijera eso como si fuéramos tan cercanas, porque no lo somos ahora. Pero ahora no sale de esa manera de su boca. Sale en forma lastimero. Casi como un lamento.
   Tanto que tengo que buscar la mirada en sus ojos.
--¿Qué haces aquí, Jessie? ¿No tienes que ir a buscar algunas niñas feas para convertirlas en Barbies o algo? ¿No tienes un novio del cual ocuparte?
   Ella sonríe, como si supiera mejor.
Porque ella sabe mejor.
--Siempre has recordado mi nombre, Ridley. Siempre lo has recordado.
Y aún cuando está poniendo esa sonrisa, se ve… herida.
--Lo siento, Jess…Jessica. Jess… ¿Jossete? Mierda. Tú. Creo que te equivocas.
  Ella niega con la cabeza y sonríe tristemente, removiendo los cabellos rojos-casi-rubios con su mano. Su cabeza se balancea de un lado a otro.
  Supongo que es una de esas personas que se emborrachan y son deprimentes. Yo soy del tipo divertida, gracias a Dios.
--Hay veces en las que me has preocupado, ¿Sabes, Ridley?
Josselyn bebe más del vaso extra grande que tiene.
--¿Qué bebes?Le pregunto.
--Whiskey.
--¿Con qué?
--Puro.
  Frunzo el ceño. Ni siquiera yo me atrevo a hacer eso.
--Con razón estás diciendo estupideces.
Ella niega después de dar otro sorbo.
--No. No, no, no. Rid… Yo… Estaba tan preocupada…
Me siento en el otro sillón, enfrente de ella, un poco curiosa esta vez.
--¿Y se puede saber porqué?
--A veces… A veces me preocupaba… que no pudieras amar a nadie.
   A veces me preocupaba eso también. Pero entonces pensaba: “¿Porqué necesito eso? La última vez no me fue tan bien”
  Pero no quiero ser de roca.
Cosa que no estoy dispuesta a admitir.
  Josselyn está de pronto murmurando cosas, casi inaudibles. Entonces se empieza a reír.
--¿Recuerdas…? ¿Recuerdas esa vez, cuando estábamos en clase en sexto grado y ese chico Josh dijo cosas malas sobre mi pelo? Ese pequeño hijo de… --Se echa a reír de nuevo, sin completar la frase. Hace una pausaEntonces tú, te levantase… Y le diste una patada. Te llevaron a la dirección ésa vez. Y estaba segura de que tú mamá ya no me dejaría verte nunca más. Y entonces la idea de perderte me comió viva. ¿Lo recuerdas, Ridley?
   Sí me acuerdo.
Lo recuerdo todo.
Demasiado bien.
--Yo había pensadoProsigue, hablando casi histéricamente que nada podía separarnos. Yo… yo me sentiría tan sola. Porque todas las demás eran falsas. Y nadie era tú. Y yo… y yo no pude comprenderlo, ¿Sabes? Me miró, sonriendo. Pero puedo ver algo en sus ojos. Una sombraCuando tú te fuiste. Tú… Tú la elegiste a ellaLanza otra carcajadaY yo no podía entenderlo. Yo no podía.
   Empieza a reír descontroladamente, pero de alguna manera cada una de sus risas histéricas son como cuchillos a mi estómago.
--¡Es ridículo, cuánto te quería!
 Se ríe más alto, hasta que sus risas disminuyen y queda un ruidito, que al final parece más un sollozo sordo.
--Pero tú me dejasteDice, sin sentido del humor ahora. Levanta el vaso y bebe. Su tono lastimero vuelve--¿Por qué me dejaste?
  Y es ahí cuando me doy cuenta de lo miserable que es en la vida real.
--Joss…
Ella ríe, recuperando de manera repentina su risa cruel.
--Creo que es demasiado tarde para llamarme “Joss” de nuevo, Ridley. ¿No crees? O para acordarte de él.
No sé qué contestarle.
Así que simplemente dejo que continúe.
--Eso penséMurmura.
Josselyn intenta levantarse, pero vuelve a caer al sillón. Así que me acerco y le ayudo a levantarse y enseguida ella quita las arrugas imaginarias de su vestido azul oscuro.
   En la vida real todos estamos tan arruinados.
Estamos tan jodidos.
Tan, tan, jodidos.
  Josselyn me palpa el hombro en signo de agradecimiento, pero apenas puede sostenerse en sus tacones de doce centímetros, así que la sostengo del brazo y ella se recarga en mí.
--¿Dónde está ella, eh? Esa pequeña amiguita oscura que tienes…
--Está en casa. Vine sola.
Ríe.
--¡Pequeña novedad!
No le contesto a eso.
--¿Trajiste bolsa? ¿Dónde está?
Niega.
--Mi billetera y mi celular. En mis bolsillos.
Frunzo el ceño. Está tan borracha que no se da cuenta de que vestido no tiene bolsillos. Ella sonríe al ver mi expresión y alza su vestido para que pueda ver el ceñido short de mezclilla.
   Qué inteligente.
Porque yo se lo enseñé. Hace mucho tiempo.
Parece una eternidad.
Pero al mismo tiempo parece que fue ayer.
Cuando éramos amigas.
Cuando sólo éramos nosotras dos.
Y yo también era feliz.
--Vamos, Josselyn. Es hora de llevarte a casa.
Ella no replica, sólo deja que le tome del brazo y la arrastre escaleras abajo, pasando por la muchedumbre de adolescentes borrachos y chicos perfectamente sobrios pero que son demasiado listillos.
   Cuando salimos por la puerta ella se me despega y se balancea en sus tacones altos, y se inclina sobre una maceta para vomitar en ella.
 Y luego empieza a llorar.
A mares.
Enserio.
  No estoy muy segura de qué debo hacer, porque es diferente a cuando Kimera se emborracha. Porque ella es Josselyn. No debería ser tan amable, ¿O debería?
   Al final le sobo la espalda en círculos. Ella intenta levantarse y se cuelga de nuevo de mi brazo, intentando esconder sus lágrimas.
--Vamos, JosselynDigo con suavidad, mientras la arrastro hacia el auto.
Cuando está sentada en el asiento copiloto me pregunta si está dormida, porque no hace ningún sonido y cierra sus ojos. Con un suspiro me giro y subo al auto. Cuando voy a prender el motor, ella habla:
--¿Por no me elegiste a mí, Ridley?
Miro a sus ojos. Miro la sombra en su cara. Miro la miseria que la rodea.
Y pienso que se merece la respuesta.
--Josselyn… Mira…Yo sólo tenía que alejarme.
--¿Porqué?
Sacudo la cabeza, porque no puedo continuar con este tema.
“Duérmete, Josselyn, duérmete”.
--¡Dime!Chilla.
Debí suponer que ella no lo iba a dejar pasar tan fácilmente.
--¡Porque yo tenía que olvidar, Josselyn! Yo… Yo veía tu mirada de lástima todos los días… Y yo sólo necesitaba…
  Mi voz empieza a variar. Primero baja y luego sube unas décimas y vuelve a bajar hasta romperse.
--Tú necesitabas culpar a alguienTermina por mí, con semblante serio.
Si no se viera tan mal, no me daría cuenta de que está borracha.
--Necesitabas borrar a alguienProsigueY me borraste a mí.
Josselyn se hunde en el asiento, mirando hacia el frente, hacia la luz de las farolas de la calle.
--Me borraste a míRepite, dejando caer su cabeza en el asiento, cerrando los ojos, con una respiración acompasadaTú me eliminaste.
  Y luego, nada.
El sueño la hunde y la arrastra hacia abajo.


                                                                         



No fue difícil dar con la dirección de Josselyn, porque yo ya me la sé de memoria. Su dirección, su número de teléfono, el número fijo, su correo electrónico.
   Yo sé cosas sobre Josselyn Anne Harrison que nadie sabe. Sé que siempre quiso un hermano mayor como el mío, pero es hija única. Sé que prefiere el country sobre cualquier otro género, sé que siempre quiso tener el cabello en rizos, que nunca se llevó del todo bien con su padrastro y que en su niñez muchas veces intentó volverse vegetariana, pero que nunca lo logró.
   Sé tantas cosas sobre ella como ella sabe de mí.
Aunque eso es mentira; Ella sabe un poco más.
   Mientras cruzo por la puerta de mi casa, pienso en Kimera. Pienso en Josselyn. Pienso en que nunca fue mi intención hacer daño a Josselyn y que por algún momento en verdad consideré arreglar el daño. Pienso que fui feliz con ella.
   El caso, es que:
Me hubiera gustado reparar las cosas con Josselyn.
Pero todo ha sido dicho y hecho.
Y nunca volveremos a ser las mismas.
Porque incluso aunque yo no me hubiera alejado en su tiempo, no estoy segura de si ella y yo seguiríamos siendo amigas.
Nosotras ya no encajamos en la vida de la otra.
Porque las personas cambian.
Hay cosas que simplemente se deshacen.
Y no puedo imaginarme mi vida sin Kimera. Y no puedo imaginarme mi vida con Josselyn. Y no puedo imaginarme mi vida con ambas en ella.
  Mi mente está clara al respecto, pero no puedo evitar sentirme culpable. Yo he sido una zorra con Josselyn, y ella me ha guardado mis secretos.
Josselyn no habló.
¿Por qué no hablaste, Josselyn? ¿Por qué?
  Estoy tan enredada con mis pensamientos que no noto que Charlie está sentado en las escaleras. Está mirándome, fijamente.  No se levanta y no me grita por haber estado fuera de la casa sin decir a dónde fui y llegar a las dos de la mañana.
  Así que sé que estoy en problemas.
Mierda.
Me paro en frente de él, con mi bolsa negra cayendo por mi brazo y mis llaves en mi mano.
Silencio.
Es peor que me mire fijamente con ojos serios y que no me diga nada a que me grite furioso.
 Se me hace que este no es el mejor día de mi vida.
--Lo sientoDigo al final, sentándome enseguida de él en las escaleras, ahora evitando mirarlo.
Tarda unos instantes en contestarme. Y evita mirarme también.
--¿Qué hago contigo, Ridley?
Y entonces respondo con la mayor honestidad que he tenido en mi vida entera:
--No lo sé.
Nos quedamos en silencio unos momentos.
“Por favor, Charlie, sólo grítame y acaba con esto”, pienso. Porque me siento tan débil y miserable que sólo quiero ir y dormir y no saber nada hasta mañana por la mañana. O tal vez hasta unos días después.
--¿Qué hiciste esta noche?Me pregunta, en cambio, con tono suave y casual. Como si yo no estuviera en problemas.
Y ahora me mira a los ojos.
--Fui a una fiesta.
Frunce el ceño.
--Ridley Elizabeth Sutton, ¿Condujiste ebria?
--Sólo me tomé una cerveza. Además no podía quedarme mucho, alguien necesitaba que le echara una mano.
--¿Tu amiga, Kimera?
Niego.
--Josselyn.
Levanta una ceja, porque no es un secreto que Josselyn y yo ya no somos tan unidas.
--¿Quieres hablar sobre algo?
Es una de las cosas que amo sobre Charlie, pero esta vez no quiero hablar sobre ello.
--No creo. Pero gracias.
--Muy bien. ¿Algo más que quieras agregar?
Asiento mientras me inclino hacia él y me deslizo en sus brazos. La mejor parte es cuando él me abraza de vuelta.
--Lo siento, Charlie. Supongo que esta tarde simplemente perdí la cabeza. Lo siento.
Me besa en la cabeza.
--Yo también lo siento, Ridley. Pero por favor, no me hagas enviarte a un internado para chicas en otro país.
Frunzo el ceño.
--Habla enserioProsigue.
Oculto mi rostro en su pecho.
--Lo sé.
Suspira.
--Sé que ahora no entiendes, pero estoy haciendo esto porque te amoHace una pausaAsí que estás castigada.
  Me aparto unos centímetros para mirarlo a la cara. Abro la boca para replicar, pero la vuelvo a cerrar.
--Supongo que me lo merezco.
Sonríe.
--Te quitaré el auto. Y después de la escuela vienes directamente a casa, nada de salir. Y tienes, por favor, qué hacer un esfuerzo para llevarte bien con Deborah… digo, mamá. Demonios.
  Sonrío flojamente.
De esto exactamente discutimos cuando salí de casa esta tarde. Supongo que la ira no ayuda en nada.
--¿Charlie?
--¿Qué?
--¿Alguna vez pensaste que era más fácil? ¿Si tú no tuvieras que cuidar de mí?
Se aleja para ver mi rostro, pero no responde enseguida.
Me deprime.
--¿Porqué lo preguntas, Ridley?
Me encojo de hombros.
--¿Te desharás de mí? ¿Es más fácil para ti?
Abre la boca, la cierra, la abre. Parece incrédulo.
--Escúchame, Ridley; Yo nunca me desharía de ti y si tuviera qué hacer todo de nuevo lo haría con gusto. Punto final.
 Hago una mueca pero asiento.
--EnserioContinúa.
--Espero.
Él niega con la cabeza.
--Yo nunca me desharía de ti, y fin. No quiero escuchar más de esto.
Deshace el abrazo da unos golpecitos en mi espalda como despedida.
--Ahora sube, pulgosa.
Sonrío y me levanto. Antes de empezar a subir las escaleras, él dice:
--Oye, estoy ansioso por mañana.
--¿Mañana?
--Ya sabes, es sábado. El día en que traes a tu novio y me lo presentas para que yo pueda amenazarlo un poco.
¡Demonios! Ni me acordaba de eso.
--Sí… MañanaDigo mientras subo las escaleras.
Cuando estoy por llegar al final de las escaleras, lo oigo decir:
--¡Y lávate los dientes!
Sonrío.


                                                                      



--¿Harry? Hola, es Ridley.
Hay una pausa al otro lado del teléfono.
--¿Ridley?Su voz suena rasposa por el sueño.
--Hola.
Otra pausa.
--¿Es posible que la mismísima Ridley me esté hablando por teléfono a las tres de la mañana?
 Intento imaginarme a Harry medio dormido. Con su pelo desordenado y sin camisa.
… Muy bien, me puse a divagar demasiado.
--Bueno, según yo eran las dos. Siento haberte despertado, pero necesitaba pedirte algo. Un favor. Un gran favor. Del tamaño del mundo. Es tan grande que incluso estaré dispuesta a pagarte.
--¿Ridley? ¿No podías esperar hasta mañana?
--El caso es que necesito que lo hagas mañana. Por las diez. Y tenía que llamarte ahora porque no me despertaré hasta la mera hora.
  Ríe, y me hace sentir muy satisfecha.
--Muy bien, Ridley. ¿Qué pasa?
--Bueno… Ya sabes que en público tú eres mi novio…
--¿Cambiaste de idea y quieres que lo sea en la vida real?
--Cálmate, perdedor. No es esoReplico, riendoEs sólo que por algún motivo mi hermano lo sabe y quiere que te lo presente.
Sostengo mi respiración.
--Ah, ¿Sí? ¿Mañana?
--Sí. A las nueve.
--Está bien.
¿Honestamente? No estaba muy segura de qué reacción esperaba de él, pero no era esta.
  No es como si Max estuviera feliz de conocer a Charlie tampoco.
--¿Está bien? ¿No más así?
Hace una pausa.
--¿Y qué esperabas?
--No sé… Que negociaras, o algo. ¿Ustedes los chicos no odian eso? ¿Ir a conocer a la familia de la novia?
--Bueno, pero tú no eres mi novia. A menos que quieras cambiar eso, claro está.
Ruedo los ojos y sonrío.
--ClaroDigo con sarcasmoPero incluso aunque no lo sea. Según yo ustedes odian eso.
Ríe al otro lado de la línea.
--¿Entonces ya está? ¿Mañana a las nueve?
--Claro.
Guardo silencio.
--¿Ridley? ¿Sigues ahí?
--Sí. Eres extraño, Harry Potter, muy extraño. ¿Lo sabías?
Casi puedo notar que sonríe al otro lado de la línea.
--Claro que sí.


-Sthep Stronger.

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