sábado, 25 de mayo de 2013

The Bet. Capítulo 29


#VPOV                                                                 #121
-Ahora dime, ¿qué es lo que haces aquí? - dijo Andrew desde la puerta mientras miraba el carro de Jake que había "tomado prestado".
-Me dejas pasar?
-No. - dijo fríamente.
Suspiré.
-Solo quería pedirte disculpas, ¿está bien? Perdón por ponerte en problemas con la babosa de Brenda y por todo, de corazón te lo digo, perdón.
Y sí, lo que decía lo decía con toda la sinceridad del mundo, había decidido atar cabos sueltos, ser mejor persona.
Lo miré mientras se rascaba la ceja.
-¿Has manejado hasta acá para pedirme perdón? - dijo asombrado.
Me sonrojé y tomé un mechón de mi cabello.
-Es tiempo de cambiar. - dije simplemente.
El sonrió
-Bueno, pues tienes mi perdón... Aunque no era necesario..- suspiró.- ¿Quieres pasar? - dijo mientras abría mas la puerta.
Ahora fui yo la que suspiró.
Negué con la cabeza lentamente.
-No, tengo planes... Pero gracias.
En realidad no los tenía, o tal vez sí, si es que contaba ir a casa, mirar una película y comer nieve.
 -Oh, bueno... Está bien, me alegró verte.
-Si...- me mordí el labio.- Deberíamos salir algún día - propuse.
El se puso tensó, su mano se había vuelto en un puño.
-Vicky yo no cre...
Observé que se le pasó por la cabeza que yo le estaba insinuando algo.
-No de ésa forma.-le interrumpí.- Tú y Brenda y yo y Jake, mi novio.
El se rió.
-¿Tu con novio?
Rasqué mi cabeza despreocupadamente.
-Sí, ¿qué dices?
-Claro, me parece bien....
-Yo te llamo.
Me di la vuelta y caminé hacia el auto, pensando en la buena acción que había hecho.
La buena acción del día.

#129
Me había puesto una blusa negra pegada, junto a mis jeans negros pegados de cuero y mi chaqueta de motociclista también negra y de cuero. Me puse mis botas, también negras, que me llegaban hasta la rodilla.
Puse labial rojo carmín en mis labios y maquillé mis ojos tal y como lo hacía siempre.
Tomé mi dinero junto con mi prehistórico celular, y los metí en el bolsillo de la chaqueta.
El frío ya hacía en Chicago, la nieve caía de vez en cuando, por lo que la ciudad estaba de blanco.
Jake me miró y soltó un silbido mientras me indicaba que me acercara a él.
Lo hice y me senté arriba de él, con mis piernas enrolladas en su espalda y mis brazos en su cuello.
-¿Y qué, nos vamos? - le dije mientras enrollaba mis dedo en su camiseta de Batman.
El sonrió y me besó como si no hubiera un mañana, mordiendo mis labios cada vez que podía.
-No... Sabes... Cuanto... Te... Quiero...- decía cada vez que hacía una pausa para tomar aire.
Lo aparté con mis manos.
-Vamos, que la lerda de Brenda se desesperará y se irá...- me levanté y tomé mis lentes.
El hizo lo mismo y tomó su chaqueta de cuero negra, que estaba en la silla.
Cuando ya estuvimos en la acera, Jake tomó su motocicleta y yo chillé emocionada.
-¿Ahora si me dejarás manejar?
El asintió mientras me ponía el casco.
Me subí y me acomodé, verificando que todo estuviera bien. Cuando mi equilibrio estaba bien, dejé que Jake se subiera.
Suspiré llena de adrenalina.
Tomé el clutch y lo sujeté mientras ponía mi pie en el pedal.
La motocicleta prendió.
Solté un gritito de emoción.
-Si sigues así, te bajaré de la moto y conduciré yo. - murmuró Jake en mi oreja.
Asentí.
Apreté suavemente el acelerador y solté el pié, para después meter primera y soltar el clutch suavemente.
Avanzamos por toda la avenida, sintiéndome toda una temeraria al volante.
Íbamos a un restaurant indie que estaba enfrente de la Casa de Ópera de Chicago, que tenía unas ricas papas al vapor con salsa de zarzamora.
Estacioné la motocicleta con estilo al frente de el restaurant y puse la palanca para que no cayera hacia un lado, si le llegaba a pasar algo a ésa motocicleta, Jake me mataría.
Nos bajamos.
En ése momento venían llegando Andrew y Brenda tomados de la mano.
Malditos melosos.
Andrew traía sus típicas camisas lisas en cuello V, una chaqueta color café y unos jeans de mezclilla. Y Brenda, bueno, una blusa negra con una foto de Ché Guevara en blanco y negro, una chaqueta de mezclilla y unos jeans de color verde militar. Traía unas botas iguales a las mías, solo que eran de color rojo.
Me impresionaba la habilidad de vestirse con cualquier trapo sucio y lucir cool.
Su cabello estaba agarrado estaba agarrado en un moño, pero ya había cabellos sueltos al rededor de su cara.
-Hey. - saludaron al unísono y hizo que se rieran para después besarse.
-Hey.- saludé de vuelta aunque ellos no me habían escuchado.
Jake se movió incómodo enseguida de mí, intimidado quizás por la cantidad de corazones y flores al rededor de ellos dos. Supuse que nos sabía como tratarme delante de ellos, nosotros no éramos melosos, simplemente éramos la típica pareja extraña de adolescentes.
Puse mi mano en su hombro y le sonreí.
El se acercó a mi y me susurró:
-Ellos son tan rosas que me dan ganas de vomitar arcoíris.
Me reí bajito.
Le dí un casto beso en los labios y él lo mordió.
-Para, no hay que vernos tan melosos, no es lo nuestro.- le susurré mientras lo apartaba poquito de mí.
El se rió.
Nos dimos vuelta y ellos estaban viéndonos.
-¿Entramos? - propuso Brenda.
Asentimos.
Jake pasó su brazo por mi cintura y caminamos hacia la entrada.
El restaurant, como ya lo había dicho antes, era indie, las paredes eran de color rojo con estampados negros, había cuadros de todo tipo que desentonadaban unos con otros, pero al final quedaban perfectos.
Las mesas eran de madera y sus sillas eran diferentes, todas al igual que los cuadros, desentonaban, pero al final, se veía mega genial.
No había luz, por lo que la iluminación se basaba en cientos de velas de todo tipo.
En sí, este lugar era perfecto.
No había mucha gente, pero la que había estaban disfrutando de la banda que estaba en el pequeño escenario al fondo, por lo que nosotros decidimos sentarnos al principio, pero pegados a la pared, lejos de la gente y del sonido, dejando solo como fondo la música de la banda.
Miramos el menú que estaba pegado a la pared, y decidimos todos ordenar un plato grande de papas.
Como éste restaurant no era normal, no había nadie a quien darle la orden, por lo que tomamos la hoja y el lápiz que estaba ahí y Andrew escribió la orden para después llevarla a la cocina.
Cuando volvió, regresó con botellas Coca-Cola de vidrio, pero muy al estilo vintage, las botellas de vidro de los 80's.
-Este lugar me encanta, es tan raro. Tal y como la pizzería en donde trabajo, si pudiera trabajar aquí me pondría feliz. - comentó Brenda.
Puse los ojos en blanco.
-Yo con trabajo estoy en el bar... Si sigo así, terminaré en un Mc Donald's de por vida.- dije tomando de la soda de Jake.
Jake se rió.
-Bueno, tampoco entrarás a Stanford, pero no creo que llegues a trabajar de por vida a Mc Donald's. .- dijo Andrew
Brenda puso los ojos en blanco.
-Como sea.- dijo.
Todos nos reímos ya que ella anhelaba entrar a Stanford, y cualquier comentario negativo hacia la escuela la incomodaba.
Andrew la abrazó, pero ella no se lo devolvió.
-Hay, me dan ganas de vomitar.- dije.
Brenda me miró mal y Andrew le dio un beso en la sien, que hizo que ella sonriera y lo empujara con su hombro suavemente.
La tarde transcurrió con rapidez, mientras hablábamos de cosas triviales y nos hacíamos bromas los unos a los otros.
Entonces sonó el maravilloso iPhone de Brenda.
Ella lo desbloqueó y contestó.
Seguimos platicando sobre el misterioso sabor de las hamburguesas Mc Donald's.
Brenda se levantó de su asiento y caminó lejos de nosotros.
Andrew la miró preocupado, pero no la siguió, respetando su privacidad.
10 minutos después, ella regresó con lágrimas en sus ojos y algo histérica.
Tapó su boca con su mano y cerró los ojos dejándolas caer.
-¿Qué pasa, Brenda? - dijo Andrew levantándose de la silla.
-Mi mamá, Andrew, mi mamá! - sollozó.
Suspiré.
¿Es que nunca se le acabarían los problemas a ésta chica?
Es como si le hubieran vaciado mil kilos de sal.
Me levanté y la abracé tratando de transmitirle tranquilidad.

-Lizz.




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