miércoles, 7 de agosto de 2013

The Bet. Capítulo 39.


#BPOV.
Nunca había sentido tanto odio, tanto rencor, tanto asco dentro de mí.
Estaba llena de tantos sentimientos, que la única forma que trataba de olvidarme de ellos era llorar y dormir.
No había salido de mi habitación una semana entera, comenzando desde la noche del baile. Papá no supo que pasó, pero me entendía y me daba mi espacio, pero aún así me llevaba comida y aunque el lo negara, pensaba que me suicidaría o algo así.
Me sentía traicionada por las personas que mas quería en el mundo. Andrew me había mentido y Maïa lo había protegido, ella siempre había sabido de ésa maldita apuesta y nunca me dijo. Fue lo que terminó por matarme.
Y lo que mas odiaba es que no podía odiarlos, aún así, los amaba con todo mi corazón. Yo de verdad quería odiarlos, vengarme y todo éso, pero no tenía las fuerzas suficientes para hacerlo, no quería y no podía. Simplemente no podía. Sin embargo, me odiaba a mi misma por ser tan ingenua, era tan estúpida.
 Me he dado cuenta de que lo que mas me duele de todo ésto es que me dí cuenta que en realidad en su vida nunca existí, que solo me decía palabras bonitas para enamorarme, pero en realidad todas sus palabras y todas sus acciones eran mas que una mentira.
¿A quién diablos que la había hecho tanto daño como para que me sucediera todo éso? No es que antes me lamentara por mi desgracias, pero ésto ya había sido suficiente. Aunque, en cierto modo, él no es la primera ni la última persona en lastimarme, solo que ahora dolía como mil dagas clavadas en el corazón.
Tomé el primer cuaderno que vi y comencé a escribir hundiendo con dureza el bolígrafo en el papel, como si eso pudiera aliviar el dolor y la rabia que sentía. Te odio, te odio, te odio, te odio, te odio, te odio, te odio. Y de pronto me detuve. Incrédula. Unas cuantas lágrimas resbalaron por mi mejilla hasta caer sobre la tinta negra al darme cuenta de las últimas palabras que había escrito : Pero te quiero. 
¡Al demonio! Lo arrojé hacia la esquina mas lejana y pude escuchar el sordo "PLAF" del cuaderno al tocar el piso.
Unos pequeños golpecitos me sacaron de mis pensamientos, devólviendome a la no tan cruel realidad, ya que lo verdaderamente era cruel eran mis propios pensamientos.
-Mi niña, sé que no estás en el mejor momento, pero ha llegado correspondencia para ti.
Me levanté de un salto, quitándome las lágrimas de las mejillas y sin verme en el espejo- ya que no tenía ningún caso- abrí la puerta.
Él me sonrió paternalmente y me entregó una única carta.
La observé y me di cuenta que ya estaba abierta.
-La abriste.- dije sin emoción, aunque en mi mente había sonado como "¡La abriste!" llena de acusación y un poco de tono bromista.
-Lo siento, me ganó la emoción.. Te dejaré sola. - dijo sonriendo, todavía.
Cerré la puerta ya que papá se alejó por el pasillo y me recargué en ella, sacando los papeles que había dentro.
¡STANDFORD!
Traté controlarme, ya que habían dos opciones: o me habían rechazado o me había aceptado.
Leí línea por línea, una y otra vez intentando procesar lo que aquélla carta me decía.
-No me jodas.- murmuré.
Terminé de leer la carte y chillé.
-¡NO ME JODAS!-Grité de emoción.
Abrí la puerta y corrí escalera a bajo gritando.
Papá se paró del sillón y me abrazó.
-Felicidades, princesa.
Entonces fue cuando las lágrimas comenzaron otra vez.
Él me miró y atrapó una de mis lágrimas.
-¿Qué pasa, ahora si me dirás que pasó?- me dijo papá.
Asentí y me senté en el sillón, tomé un cojín y lo abracé como si de éso dependiera mi vida.
Le conté de cabo a rabo todo, lo de la apuesta, lo de Maïa, todo. Absolutamente todo.
Cuando terminé, parecía que papá le iba a dar un aneurisma.
Estaba completamente rojo, pero con expresión taciturna.
En cualquier momento explotaría, éso lo sabía muy bien.
Tres segundos después, comenzó la sarta de maldiciones hacia Andrew, unas mas feas que otras, maldiciendo con palabras que yo en mi vida había escuchado.
-En fin, Brenda, no puedes andar vomitando mariposas muertas cada vez que escuchas o vez algo que el dice o hace. Es como si vez un maldito pan y lloras por que él come pan. Es ridículo. Además, él te mintió y te lastimó, no puedes permitirte estar derramando lágrimas por él, cuando el posiblemente ande disfrutando de su dinero.
Suspiré.
-No sabes lo que se siente, así que no hables de lo que no sabes.- murmuré
Gruñó bajito.
-Hija, tienes por algo que festejar, te vas a la universidad que tanto habías querido en unos días, ¿no estás contenta por ello?
Asentí.
-Entonces levanta tu trasero y empaca.
-Suenas como si quisieras que me fuera ya de la casa. - dije un poco mas bromista.
El se rió.
-Mi casa está en California, me gusta California y si tu te vas, yo voy. - dijo.- Me duele verte triste, bebé.
Sonrió nostálgico.
Abrió la boca y pude ver en su mirada que comenzaría a contar de nuevo la historia de cuando me cargó por primera vez.
-¡No papá, ésa historia otra vez no!- dije riéndome
-Pero si es hermosa.- dijo.
Corrí hacia las escaleras y le saqué la lengua.
Cuando ya estuve dentro de mi cuarto, me tiré de nuevo a la cama.
Instantáneamente, miles de recuerdos pasaron por mi mente, torturándome a mi misma, recordando cosas felices en un momento triste, destruyéndome. Soy una masoquista.
Por un momento pasó por mi mente la canción S&M de Rhianna, pero rápido la borré de mis pensamientos.
Me levanté de la cama y saqué las maletas que habían debajo de mi cama.
Comencé a empacar, empacar para lo que ahora sería mi nueva vida.


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