miércoles, 2 de octubre de 2013

Red Thread. Chapter I

I
¿Qué hacía ahora? 
Estaba en medio del desierto esperando, inútilmente, que pasara un carro, un trailer o por lo menos una motocicleta que me ayudara a salir de aquí. Mi estúpido chevy se había dignado a fallar, no es que fuera muy nuevo, en realidad era una chatarra hecha en los 70's de color verde musgo. 
Nadie, absolutamente nadie pasaba por la carretera, era solo yo y mi viejo chevy, parados en la orilla de la carretera.
Solo a mi se me ocurría viajar 9 horas continuas sola y con el pedazo de chatarra hasta la Costa Oeste, mi supuesto nuevo hogar.
Venía desde la ciudad del pecado, en donde los turistas tiraban todo su dinero en apuestas y en mujeres: Las Vegas. 
Había vivido ahí casi toda mi vida, nunca salí a ninguna otra parte que no fuera dentro de la ciudad, trabajaba de taquillera en un cinemas cerca del centro, que siempre estaba lleno de muchachos que venían con mujerzuelas para hacer todo menos ver la película.
Ahí, todo estaba bien, tenía amigos, tenía trabajo y ya sabía como defenderme de los turistas ebrios que intentaban otra cosa, prácticamente, estaba feliz, tenía una vida perfecta en el vil desierto que era Las Vegas; hasta que a mamá se le ocurrió meterse en cosas de espiritualidad y energías que la hizo que un día dijera "aquí está lleno de malas vibras, tenemos que mudarnos", al día siguiente ya estábamos empacando todo para irnos a un lugar en donde "recuperáramos" nuestra energía perdida.
Me bajé del capó del carro al oír que un carro se acercaba, inmediatamente comencé a hacer señas, rogando al cielo para que se parara a ayudarme.
El Jeep, del mismo color de mi chatarra, se detuvo delante de mí y bajó la ventanilla.
Era un chico como de mi edad, ojos café claro y el cabello color cobrizo que me miraba con el ceño fruncido.
-¿Ocurre algo?-dijo y pude notar que tenía una boca besable.
-Ahh, si. Bueno, no estoy segura... 
El chico se rió y paró su carro delante del mío, para luego bajarse del carro. Era alto y tenía músculos lo justo y necesario. Era, según yo, el típico chico americano que miras en las series que termina siendo el protagonista y se queda con la porrista plástica. 
-¿Podrías abrir el capó, por favor?
No tenía ni la mas mínima idea de como se abría. Mi hermano mayor era el que se encargaba de él, yo solo lo conducía.
-No se dónde diablos se abre.
El chico se soltó riendo y caminó hacia la puerta del carro y se metió medio cuerpo por la ventanilla, ahí noté que tenía buen trasero.
El capó hizo "clic", pero no se abrió. Maldición, lo que me faltaba.
-No se abrió.- dije un tanto avergonzada, no sabía que la cacharra esta iba a tener tantas fallas.
El sólo negó con la cabeza, metió una mano por debajo de una rendija del capó y mágicamente se abrió.
Éso me hizo sentir la más tonta del universo.
-No es tu carro, ¿cierto?
-Claro que sí, sólo que yo nomas lo manejo. Mi hermano lo arregla y ésas cosas.
-Ah. 
Miró detalladamente cada parte del motor, y ésas partes de carro que hacen que funcionen, por lo menos unos 15 minutos hasta sonreír triunfalmente.
-Le falta agua.- dijo simplemente.
-No bromees!-dije un tanto molesta, ya que había estado 3 horas aquí parada pensando que no tenía batería o algo grave, pero no, el carro solo tenía sed. 
-No lo hago, se sobre-calentó el carro y se apagó, da gracias que solo se apagó, porque en ocasiones se llega a quemar el carro y termina explotando.
Solo lo miré.
-¿Traes agua?-preguntó.
-¿Una botella talvés?
El me miró escéptico.
-Tu no mereces estar conduciendo, enserio.- dijo negando con la cabeza una y otra vez mientras caminaba a su carro y abría la cajuela.
Me sentí un poco ofendida por su comentario.
-Oye, éso me ofendió.
El sacó un galón de agua de su cajuela y regresó hasta donde estaba yo.
-Lo siento, pero tener un carro tiene responsabilidades. No es solo "conducirlo" y ya.
Le echó el agua en una abertura cerca del motor, cuando terminó, se la cayó la tapadera del galón y el se agachó a tomarla, lo que provocó que inconscientemente mirara su trasero.
-¿Mirándome el trasero, señorita?- dijo divertido, cuando me atrapó mirándolo.
Le fruncí el ceño y no dije nada, mientras me ruborizaba violentamente.
Dí media vuelta y cuando estaba dispuesta a subirme a mi carro el me gritó algo que hizo que me enfadara inmediatamente.
-¡Eres un asqueroso, totalmente un depredador sexual!- comencé a gritarle desde donde estaba. 
El se rió.
-Claro que no lo soy.
-¡Dios mío! Esa es la clase de cosas que diría un depredador sexual. 
-¡Oh, vamos! Era una broma. 
-Sí, como sea. Gracias por detenerte a ayudarme.- me subí al carro llena de rabia y prendió el carro como si nada hubiera pasado. 
Aceleré y pude ver que el chico me sonreía con ésas sonrisas torcidas que te dicen "yo no fuí". 
Idiota.

Tres horas después, ya estaba enfrente de mi nueva casa. El carro de la mudanza seguía ahí.
Era una casa de aspecto rústico color gris y tejas negras, grandes ventanales y por encima del piso, teniendo arriba otro piso aparte completamente de madera color chocolate. 
El jardín con césped muy bien cuidado, flores y pequeños arbustos de frambuesa, al fondo, un columpio con sombra perfecto para sentarse ahí y leer un buen libro. 
Decidí entrar y me llevé una buena sorpresa, esperaba algo rústico, tal y como era la casa por fuera, pero tal fue mi sorpresa que me terminé encontrando con un interior minimalista. 
Al entrar, estaba la sala, que era larga, de piel y de color blanco, enfrente de ella, estaba la mesa de centro con pequeños adornos y debajo de ella, una alfombra blanca por encima del piso laminado. La pared que estaba enfrente de la sala, estaba un cuadro que había pintado mamá con extrañas figuras y una explosión de colores, abajo, un mueble blanco con encimera de madera lleno de lindas velas aromáticas, enseguida de ésto, una pequeña estantería para los libros de forma circular. Al fondo, estaba un gran ventanal que daba vista al jardín, en donde estaban dos sillones individuales, uno de color café chocolate y otro color gris con blanco, en seguida de la pared del ventanal, estaba un gran espacio lleno de nuestras fotos familiares. Detrás de la sala, estaba la escalera, también de aspecto minimalista. 
Me adentré mas en la casa y caminé por un pequeño pasillo que llevaba a la cocina, toda era blanca con pequeños toques de madera color chocolate, era en forma de "L" y en medio estaba una barra con lindos banquitos de metal, también en forma de "L". La cocina, al igual que la sala, tenía un gran ventanal que daba vista al jardín, me dí cuenta que afuera había una linda alberca. 
Escuché pasos y voces acercándose. 
-Se me hace raro que no llegue, Franz.- decía mamá cuando de repente entró a la cocina y me miró sorprendida. 
Traía un pañuelo rojo en su cabeza complementando a su moño despeinado. Traía un oberol de mezclilla y unas botas para agua negras. 
-¡Oh, gracias a los chakras que llegaste bien! Pudiste haber llamado que ya habías llegado, ya estaba preocupada. 
Sus ojos azul cielo me miraron a los ojos por un momento. 
-Tu energía está oscura, ¿pasó algo? 
-Nah. 
Acomodó un mechón de su cabello café detrás de su oreja y después se cruzó de brazos dejándome ver sus brazos llenos de tatuajes relacionados a sus "chakras" y temas de espiritualidad. Dios, ¿qué hice para tener una mamá mas chafada que nadie? 
-¿Qué pasó? 
-Estoy cansada, vengo de mal humor por éso. 
Mi papá, un hombre alto, flaco, de cabello café e impotentes ojos azules me miró y sonrió. 
-Ciao, tesoro.- dijo papá
-Hola pá.-dije mientras corría a abrazarlo.
Todos éramos italianos, habíamos venido a América apenas un año de mi nacimiento ya que aquí había mejores oportunidades de trabajo para papá. Solo íbamos a Italia en vacaciones de Navidad. 
-Cómo te fue en el camino principessa?
Mal, muy mal.
-Bien, todo muy bien.- respondí con una gran sonrisa. 
Charlamos un rato sobre la casa y un par de cosas sin importancia antes de subir a conocer mi nuevo cuarto y dormir como bebé. 
Mi cuarto, por supuesto, no era minimalista. Mamá tenía la regla que los cuartos personales tenían que ser de acuerdo a nuestra personalidad y gustos.
Para empezar, el piso estaba lleno de diversas alfombras con diseños indie diferentes colores y formas, todas las alfombras estaban puestas de forma aleatoria, algunas encima de otras. La pared estaba pintada de blanco, tenía algunos cuadros de mapas y dibujos vintage. Había una gran ventana que cubría toda la pared al frente, en la esquina, estaba mi cama, que tenía un lindo respaldo color verde menta pero por la forma y textura que tenía daba a conocer que era muy viejo. Encima de ella, estaban muchas frazadas puestas aleatoriamente, sin estar acomodadas, también con diseños indie y colores cálidos, también estaba llena de cojines y almohadas. 
Enseguida de la cama, estaba una silla de madera blanca y encima de ella estaba mi viejo tocadiscos que la abuela me había regalado, abajo de la silla, estaba una caja vieja de madera en donde transportaban las Coca-Cola y dentro de ella estaban acomodados todos mis discos de vinil. A lado de la silla, estaba mi maleta azul aguamarina, en donde guardaba algunos de mis libros. 
Al otro lado de la cama, estaba un sillón con diseños geométricos de los colores azul, verde y gris. En el techo, estaban colgados algunos dreamcatchers que mamá me había regalado para mi cumpleaños. 
En la pared que estaba enfrente de mi cama, enseguida de la ventana que ocupaba toda la pared, estaba una puerta que llevaba a un minúsculo pasillo que tenía dos puertas, una era el armario y otro el baño. 
Me encantaba la forma en la que vivíamos, a pesar de tener dinero y poder comprar una mansión con millones de decoraciones y demás, vivíamos en una minimalista, por que nos gustaba lo sencillo. Lo ostentoso, decía mi papá, te hace ver mal, te hace soberbio y egoísta, es como decir "mírame, tengo dinero y tú no", es ridículo, todos somos iguales. 
Al final del día, me acosté y cual fue mi sorpresa, terminé soñando con el idiota que me dijo "no tienes tan mal trasero, eh". 

-Lizz.

Hey, no juzguen a una historia con solo leer el primer capítulo. 
Prometo mucho más que ésto :) 

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