lunes, 30 de diciembre de 2013

Taken. Capítulo 2.

The Magic Breath...
Taken. Capítulo 2. "La familia Carrington".



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¿Y simplemente la vas a dejar ir?Recrimina Sierra, dentro de la oficina de Lauren.
No saben que he venido de la escuela aquí, de otra manera, no hablarían de esto enfrente de mí.
--¿Y qué se supone que haga?La voz de Lauren suena afectada desde el otro lado de la puerta de madera clara entreabierta.
--¿Y qué si sus padres son unos abusadores, maniácos, que sé yo?Escucho a Tim decir--¡No podemos dejarla con ellos!
--¿Pero qué te crees que no he investigado ya?Lauren casi grita, con voz entrecortadaLos Carrington son una familia respetable. No antecedentes, no nada. Ni siquiera una jodida multa.
  Nunca he escuchado a Lauren maldecir.
--¿Livie?
Derek aparece detrás de mí, tomándome del brazo y dándome la vuelta. Quiere decirme algo sobre ello, pero abre la boca y la cierra, con sus ojos oscuros caídos. Quita la mano de mí y pasa sus dedos sobre su pelo oscuro y largo, como si estuviera muy cansado. Se ve realmente más viejo que sus cuarenta años. De hecho, se ve tan mal que no me doy cuenta cuando dentro de la oficina dejan de hablar y Lauren abre la puerta.
Tiene los ojos rojos.
--Olivia, cariño. ¿Qué haces aquí?
Ella es la única que me llama Olivia, y pienso que lo extrañaré jodidamente cuando me envíe lejos.
--¿Carrington? ¿Así me llamo?
Mi pregunta parece desmoronarla.
--Siempre serás una Farley, Olivia. No importa qué. ¿De acuerdo?
Asiento ante su apellido, el cual me compartió cuando me salvó.
Olivia Farley. Olivia Carrinton. Todo es tan… Es tan horrible.
 Sierra camina hacia mí, con su pelo negro y ondulado cayendo sobre sus hombros. Es más alta que yo así que se tiene que inclinar para abrazarse. Como si fuese la última vez que me verá.
Porque es así.
--No me quiero ir, LaurenLloriqueo una vez más desde ayer, cuando Sierra me suelta--¡No dejes que me vaya!
Lauren parece destrozada, pero, ¿Qué hay de mí? ¿Qué acerca de la chica secuestrada y torturada y alejada dos veces de las personas a las que amaba?
--Olivia…
Pero no puede decir nada.
--¡Di algo!Sierra le da un manotazo a Tim, sentado en un sillón con las manos en su cabeza, mirándome.
--Estoy de acuerdoDiceLauren, tienes que hacer algo.
Lauren no parecía poner atención. Después de unos segundos, me tiende dinero y me dice:
--Vete a casa, Olivia. Hablaremos más tarde.


                                                                      
 

Y lo hacemos.
Estoy viendo la tele cuando llega a casa, sin poner atención realmente a las imágenes. Ella deja la bolsa en el sillón de una sola persona y se sienta a lado de mí. No decimos nada por unos minutos.
Volteo a verla. Extrañaré su pelo rojo-naranja, y sus pecas debajo de los ojos, en los pómulos, y que me llame Olivia y… Y todo.
Primero, me dice que es lo correcto.
Pero esto no es correcto para mí, así que empiezo a chillar. Hago muchas promesas: Que me portaré bien, que ni siquiera notará que estoy aquí. Intento convencerla de que no llame a los Carrington para que me tomen. Cuando me dice que ya lo ha hecho esa mañana, le pregunto por qué no me quiere entre sollozos. Le pregunto por qué no me quiere cuando yo la amo más que a nada en este mundo, y me responde, llorando también, que me ama pero que tengo que marcharme. Que ellos me aman también. Que han estado esperando muchos años.
Pero ellos no son Lauren.
Ellos no dormirán conmigo por las noches cuando tenga pesadillas ni me tratarán normal cuando ven mis cicatrices en mis muñecas o en mis muslos, ellos no van a cuidar de mí como Lauren. Yo no los quiero como a Lauren.
Lauren me promete que me llamará y que irá a visitarme, pero yo no quiero eso. Eso es una mierda.
Y se lo digo, y por primera vez, no me regaña por maldecir.
Y sé que en verdad va a hacerlo: Va a hacerme empacar mis maletas y verme marchar al día siguiente. Lauren va a soltar mi mano y arrojarme a un montón de desconocidos que esperan ver a aquella niña de nueve años, alguien que yo ya no soy. Tengo quince. Tengo el apellido Farley;
   Ya tengo una familia.


                                                                     
 



Veo la alta y esbelta figura de Lauren apoyada en el marco de mi habitación mientras termino de cerrar la última maleta. En verdad no tengo muchas cosas, aunque Lauren me ha dado cierta cantidad de dinero mensual para que yo elija lo que me voy a comprar, no gasto mucho de ello. Todas mis pertenencias caben en dos maletas medianas color verde.
 No hablamos, una vez más. Oímos la lluvia caer en el techo del silencioso departamento de mujer-soltera mientras termino, y cuando lo hago, me paro frente a ellas paralizada, sin querer moverme. Después de unos segundos, escucho sus tacones moviéndose hacia mí, ayudándome con las maletas.
Cuando estoy dentro del auto, esperando a que termine de hablar con el portero, llamo a Jay. Lo conocí unos de los primeros días de escuela. Es gay, y es incomprendido. Tal vez es por eso que nos llevamos bien. No por lo de ser gay, sino por lo incomprendido. Puedo decir que le guste que no actúe toda rara cuando me habla del chico con el que está saliendo, y a mí me gusta que no presiona sobre mis heridas en mis muñecas y mi cosa con los extraños tocándome. Nos entendemos.
--Hola, rarísima.
Y de alguna manera, funcionamos a la perfección.
--Hola, friki.
Ríe al otro lado de la línea, pero luego se calla.
--¿Te vas ya?
--Por eso te llamo. Sólo pensé que te gustaría saber.
Guarda silencio por unos momentos.
--¿Qué voy a hacer sin ti?Pregunta.
No sé qué responderle. Agradezco su cariño, agradezco su amistad, y decirle que yo también lo voy a extrañar no parece suficiente para expresarlo.
--Lo siento, JayContesto, a cambio.
--¿Va a volver alguna vez?Pregunta después de una pausa.
--No lo sé. No sé qué va a pasar. Estoy asustada.
Es una mierda, ¿Sabes? Cuando amas a alguien y son arrancados de tu vida. Y cuando vuelves a amar y también te los arrebatan. Como si aprender a amar y ser amado fuera tan fácil.
Se lo menciono a Jay, porque de pronto estoy enojada.
--¡No es justo!Grito al teléfono.
Veo a Lauren por la ventana salir del edificio y bajar las escaleras.
--Aún voy a estar en tu vida, Liv. Igual que Lauren. Tú, jovencita, no vas a deshacerte de mí tan fácilmente.
--¿Es una promesa?
--Es una amenaza.
Reímos juntos, y eso basta para sacudir la tensión de mis hombros, al menos por un rato. Al menos hasta que Lauren toma el camino a la salida de la cuidad.
Hace frío, pero aún así, tengo las manos llenas de sudor frío. Me las limpio con mi pantalón de mezclilla y subo el zíper de mi sudadera negra al igual que la capucha. Me acomodo en el asiento y cierro los ojos, porque me siento agotada y también porque no estoy segura de querer hablar con Lauren. Sé que no es su culpa, que es lo correcto por hacer, y ahora sé que me ama, pero me siento furiosa porque me deja ir.
En alguna parte del camino de seis horas me quedo dormida y cuando despierto, estamos aparcando en el camino de entrada de alguna casa típica de familia rica: El cerco blanco de madera, la casa grande y ése infaltable jardín bien cuidado.
No tiene nada de malo, pero no recuerdo vivir de esta manera, así que eso equivale a que nunca he vivido así, así que no me siento cómoda con ello.
 No quisiera bajarme del auto de Lauren nunca, pero la verdadera razón por la que me quedo dentro es porque mis ojos se vuelven a cerrar en protesta del sueño. Siento a Laura sacudirme. Ella se detiene y después mi puerta se abre, me quita el cinturón de seguridad y susurra mi nombre.
--Olivia. Olivia, despierta.
Bostezo y me digo a mi misma que debí dormir anoche en vez de hablar con Jay toda la noche sobre nuestras preocupaciones.
--No quiero.
--Olivia, vamos.
Escucho una puerta abrirse, pero a distancia. Pienso en la mamá y el papá que quieren ver a la niña de nueve años.
¿Soy tan mala persona por no quererlos?
Suspiro y me siento en el asiento, deslizándome fuera después: con todo eso de mi baja estatura, siempre estoy deslizándome hacia abajo para bajar de sillas. Un metro cincuenta y cinco no son suficientes.
Levanto la cabeza hacia el cielo antes de mirar a los Carrington y todo se desestabilice en mi vida. No llueve aquí, pero está nublado y hay humedad, por lo que hace mucho frío, pero no más de lo que una vez estuve acostumbrada tiempo atrás, cuando fui tomada.
Tomada.
Parece una palabra tan pequeña para todo lo que significa. Tan insignificante. Como si el aislamiento no estuviese implicado, ni la oscuridad, ni la mutilación, ni las lágrimas o el miedo. Como si no te rompiera completamente.
Incapaz de prolongar mi pequeño tiempo de paz mental, me enfrento al mi caos personal: una mujer con cabello castaño, un hombre alto, muy alto, con cabello negro y moreno, y dos adolescentes  mujeres detrás. Todos ellos me miran fijamente, con expectación.
 Ellos son los Carrington.
Lauren me hace un gesto a la chaqueta y con un suspiro me quito la capucha para que puedan ver mi rostro. Tomo la mano de Lauren y nos dirigimos al camino de entrada, juntas.



--Sthep Stronger.

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