miércoles, 21 de mayo de 2014

Red Thread. Chapter XIII

XII
Ian era tan malditamente caballeroso; y eso me gustaba mucho.
Estábamos en un lindo parque de la ciudad, caminando agarrados de la mano mientras comíamos un helado, el de vainilla y yo con uno chocolate y menta.
Los faroles del parque daban un aspecto acogedor y romántico, me sentía cómoda, además, no éramos los únicos que estábamos ahí.
—Ahora dime, ¿a qué te referías con eso de "uno de mis alumnos"?— pregunté casualmente, intentando que todo esto de la cita fuera bien, ya saben, sin los silencios incómodos de los cuales no sabes como escapar.
El sonrió, como si hubiera escuchado lo que había pensado con anterioridad.
—Bueno, sabes que trabajo aquí en la ciudad en una tienda de música.—asentí.—Pero en las tardes, doy clases de guitarra a niños. Me encanta interactuar con pequeños y adoro ver ése brillo de emoción en sus ojos cuando una nota les sale bien.
—Aww.- dije con ternura—¿Sabes? Me encantaría verte tocar, ya sabes, la guitarra.—aclaré, para que no se dieran malos entendidos, sólo por si acaso.
—Un día de éstos.—prometió.—Ven,—dijo apretado mi mano, e indicándome por dónde caminar.— quiero mostrarte algo.
Tomamos un camino fuera del que estaba iluminado por los faroles, esquivamos árboles y una que otra planta. No había precisamente un camino, pero parecía que Ian sabía muy bien a dónde iba.
Al cabo de unos segundo, Ian se detuvo. Yo no podía creer lo que estaba viendo. ¿Cómo rayos conseguía Ian encontrar paisajes tan hermosos?
Había un inmenso lago en medio del parque y en él se reflejaban los árboles que estaban a la orilla y las estrellas. Pero lo impresionante era que, había luna llena. El lago reflejaba con total plenitud aquél precioso cuerpo cósmico.
Era como si estuviera dentro de una de esas películas dónde hay buena fotografía y siempre todo es hermoso.
Estaba maravillada.
—Vaya.— fue todo lo que pude decir.
Lo único que se escuchaba ahí eran nuestras respiraciones y unos cuantos grillos que andaban por ahí. No se escuchaba ni los autos ni nada. No podía creer que estando en medio de un parque de una ciudad considerablemente grande, no parecía que nos encontráramos en medio de la civilización. Era un escape de la realidad, sin realmente salir de ella.
Las estrellas se miraban con claridad, como si no hubieran edificios luminosos cerca de ahí.
Nos sentamos a la orilla del lago, en silencio, ambos contemplando el paisaje.
—Eres un ocioso.— le dije por fin.
Ian se rió.
—¿Por qué?—respondió mientras me miraba con el ceño fruncido, pero con una sonrisa en la cara, ya sabes, la típica expresión de "¿qué le pasa a ésta?"
—¿Cómo te las arreglas para encontrar lugares como éstos?—le respondí con otra pregunta
Él suspiró.
—Mi papá me traía aquí. Decía que era un buen espacio para pensar sin alejarse mucho de la realidad. Aunque creo que sólo venía aquí para librarse una rato de mamá.—bromeó y yo sonreí.
Él volteó hacia el lago y lo miró con nostalgia.
—No se muchas cosas de ti.
—Ni yo de ti, ¿qué color te gusta?—le pregunté, aún sabiendo que esta pregunta era todo menos original.
—El amarillo. Me da esperanza, es vivo.—contestó simplemente.—¿Y a ti, cuál te gusta? ¿El negro?
—No tengo un color favorito,—respondí con sinceridad.— siento que dependo de todos ellos y no me gusta sentir preferencia por uno de ellos, creo que si digo que me gusta uno, los otros colores se van a sentir mal.
Ian asintió, aunque sabía que no entendía mi lógica. Porque, ¡vamos! todos tienen un color favorito o a lo mucho dos, pero no podía decir que era extraño que yo no me decidiera por uno solo.
Y así pasamos la noche, preguntándonos cosas personales y no tan personales. Hasta ése momento sabía que su color favorito era el amarillo, que en 2 meses cumpliría 18, adoraba las banderillas, odiaba con toda su alma a los que maltrataban a los animales, su animal favorito era la boa, adoraba tocar la guitarra y no estaba muy seguro de que quería hacer con si vida en un futuro.
—Hasta ahora me has hablado bastante de tu madre, pero, ¿qué pasa con tu papá? apenas se nada de él.
Sus ojos se entristecieron por un momento, pero su expresión rápido cambió. Oh, oh. Creo que algo dije mal. Tonta Sienna.
—Bueno, él era buen hombre. Amaba a mamá más que a nada en el mundo, era la clase de personas con las que podías hablar de cualquier cosa sin aburrirte. Muy imaginativo y espontáneo.
—¿Era?—pregunté en un susurro, temía la respuesta, aunque era algo obvia.
—Murió hace 5 años.—murmuró.
—Oh dios mío, no debí de haber preguntado. Cuanto lo siento, de verdad.—dije mientras bajaba mi mirada al suelo.
Debía sentirme afortunada por tener a mis padres conmigo todavía, pero sabía que en algún momento—muy lejano,claro—ellos, pues, iban a pasar a una nueva vida. Tenía que hacerme a la idea.
No podía comprender el dolor que debe ser perder a  tu padre tan joven. Por un momento sentí pena por Ian, pero después saqué ese sentimiento de la cabeza, porque con Ian, debía sentir todo, menos pena.
Él tomó mi barbilla y la levantó, para que yo lo pudiera ver a los ojos.
—No lo lamentes, es algo que ya pasó. Además, el murió por nosotros.—comenzó a decir.—era soldado.
Le sonreí.
—Gracias por contarme estas cosas.—le dije.
—No hay de que.
Nos miramos a los ojos por varios segundos, minutos, horas o que sé yo. Me perdí en esos lindos ojos que inspiraban confianza.
—Muero por un beso tuyo en estos momentos.—murmuré, casi supliqué.
—Diablos, tengo que grabar éso para mi ringtone.- murmuró con cierto toque de arrogancia.
Yo me solté riendo.
—¡Oh, vamos! ¡Tenías que arruinar éste momento romántico!—dije pegándole suavemente en el hombro.
—Arruinar momentos románticos, es romántico.—dijo encogiéndose de hombros.
—Deja de robarte frases de Tumblr, querido Romeo.Ya no quiero besarte.—
—¿Por qué no?
—Porque no.
—¿Segura?—preguntó acercándose peligrosamente a mí.
Oh, bastardo.
—Uhm.
Él estaba a pocos centímetros de mi cara, ya podía sentir su aliento cálido y dulzón.
—¿Qué tan segura?—preguntó bajito, todavía mas cerca.
Sus labios rozaban los míos. Mi corazón no podía con ésto, pero mi orgullo impedía que levantara los brazos, lo acercara a mi y lo besara con fervor.
—Muy segura.—dije jugando un poco con él.
Y cuando estaba segura que el iba a poner sus labios sobre los míos, se alejó con un movimiento brusco. Prácticamente dejándome con las ganas.
Malvado.
Lo miré con el ceño fruncido y él me regaló una linda sonrisa, mirándose inocente.
—Idiota.—dije negando con la cabeza.
—Tsk tsk tsk.—chasqueó él con la lengua.—Dijimos que sin insultos, nena. Si tanto deseas mis labios, bésame, entonces.
Abrí los ojos sorprendida y entrecerré los ojos. ¿De verdad me había dicho nena?
De un momento a otro pasó de ser un caballero andante, a ser un idiota divertido.
—Quizá seas tu el que desea mis bellos y suaves labios.—le respondí burlona mientras rozaba mis labios con mi dedo índice, incitándolo.
—Puede que tengas razón.—dijo y antes de que yo pudiera parpadear, él ya tenía sus labios sobre los míos.
Como pudo, me tomó de la cintura y me acercó más a él. Yo rodeé su cuello con mis brazos y tiré del cabello que se encontraba en su nuca.
No podía pesar en nada cuando sus labios hacían contacto con los míos. No podía controlar mi corazón, ni ninguna de mis extremidades. No sabía porque mis defensas caían tan rápido al estar en sus brazos.
Ambos nos separamos en busca de aire, jadeante, le sonreí con cariño.
—Creo que ambos deseábamos que esto pasara.—le dije.
Él asintió riéndose.
—Sienna...—dijo poniéndose serio de repente.
—¿Sí?—contesté poniéndome nerviosa.
—Mierda, sé que es demasiado rápido, que apenas nos conocemos y todo éso. Pero de verdad me gustas y me gustas mucho. No puedo controlar lo que siento en éstos momentos, de verdad yo quería ir lentamente, a tu ritmo, pero...—agarró aire y se pasó una mano por el cabello.—cada vez que te veo mi corazón da un vuelco, y quiero hacer las cosas bien, así que Sienna, ¿quieres ser mi novia?
Estúpido Ian multifacetas. Caballeroso guión idiota guión romántico.
Comenzaba a enamorarme de éste hombre y luego me suelta ésa bomba, estando en un lugar precioso, después de haberlo besado con entusiasmo. Si hubiera sido otra persona la que hubiera dicho todas esas hermosas palabras, hubieran sonado vacías, para nada románticas, pero él se las arreglaba para que todo fuera lleno de significado, cargado de cariño.
¡Vamos! Quería a este idiota, y mucho.
Asentí y lo abracé con fuerza.
—Ya no eres simplemente el "idiota".—dije y el me apartó, para poder ver mi cara. Me miró ceñudo y yo le sonreí.— Ahora eres el idiota de mi novio.

-LizzieG 

No hay comentarios:

Publicar un comentario