miércoles, 28 de mayo de 2014

Red Thread. Chapter XIV


XIV

No tenía idea porque me encontraba tan nerviosa y emocionada por ir a la escuela. Bien, era un nuevo año en una nueva escuela, pero al final de todo estábamos hablando de la escuela.

Suspiré mientras me veía en el espejo.

Sabía que la primera impresión en la preparatoria era lo que más contaba, así que tuve mucho cuidado en escoger mi ropa. No porque me diera miedo ser rechazada, sino porque sabía el tipo de etiquetas que te daban al momento de pisar la escuela.

Además, también quería verme bonita para él.

Al final de tanta ropa que miré, decidí ponerme un vestido holgado, en la parte de los pechos hasta la cintura, era de color gris, de la cintura a la cadera de color blanco, y el resto de color negro. Como el vestido llegaba a la mitad de los muslos, me puse medias y tomé un par de Docs negras. La mañana estaba fría, así que me puse una chaqueta de cuero negro, tipo motociclista.

Dejé mi cabello, que ahora tenía una tonalidad más rojo cobrizo y no rojo intenso como antes, suelto con un poco de las ondas naturales de mi cabello. Puse mi inseparable sombrero negro, ya que no tenía ganas de peinar más mi cabello.

Agarré mi mochila y bajé a la sala, satisfecha por mi aspecto.

-¡Mamá! Una motociclista se metió a la casa.- gritó Luca cuando me vio bajar por las escaleras.

Lo fulminé con la mirada y el sonrió, bromista.

-Sabes que te quiero Sorella.- me dijo, recalcando la última palabra con un acento italiano demasiado fingido.

Puse los ojos en blanco.

-Ti odio fratello.- le dije

-¡Oh dios mío! Hacía tanto que ustedes dos no decían algo en italiano.- dijo mamá conmovida.

-Luca solo lo habla cuando quiere impresionar a alguna chica.- dije molesta.

Luca se acercó a mí y me abrazó.

-Tu si sabes, hermanita.

Le sonreí. Como quería a ése idiota.

-Bueno, mi niños, que les vaya muy bien en su primer día de clases. Éxito.- se despidió mamá dándonos un sonoro beso en la mejilla a los dos, para después encerrarse en su estudio.

Vaya mamá loca.

Luca me miró y yo me encogí de hombros.

Me despedí rápidamente de Luca, y cada uno se montó en sus respectivos automóviles para empezar nuestro día escolar. Él en la universidad que estaba en la ciudad, y yo en la preparatoria a unas cuantas millas de casa.

Como típica preparatoria americana, tenía una gran fachada hecha de ladrillo, con el nombre de la preparatoria arriba, y un gran reloj debajo. Muchos chicos caminando por el césped que estaba a los alrededores, chicas chillando al ver a sus amigos, muchos abrazándose y elogiando bronceados y nuevos cortes de cabello.

Estacioné mi viejo chevy en un espacio libre, algo lejos de la entrada y suspiré.

Deseaba que éste día fuera bueno.

Me bajé de mi carro y como no quiere la cosa, comencé a caminar hacia la entrada buscando con la mirada a Suzie o a Scout. O tal vez a Alan o a Patrick. Sólo necesitaba ver a alguien que conociera. Muy en el fondo, mi subconsciente deseaba ver a Ian.

Gracias a mi ingenio, no necesité ir a las oficinas por mis horarios, ya que ya lo tenía, al igual que el mapa para llegar a todas mis clases. Sonará muy estúpido, pero un día antes me había aprendido el mapa para no tener que preguntar a nadie en donde estaba cada salón.

-Eh, pelirroja!- me gritó una voz familiar a mis espaldas.

Sonreí y volteé.

Alan me sonrió y corrió a darme un abrazo de oso.

-Menuda fiesta la de la semana pasada, eh.- me dijo sonriendo.

Me reí.

-Me alegro de que me hayas encontrado, estaba buscando desesperadamente alguna cara familiar.- le comenté mientras caminábamos por uno de los pasillos atestados de estudiantes.

-Suzie por ahí debe de andar, y Scout, bueno, ella siempre llega tarde, así que la veremos en el comedor.

Me mordí el labio, mientras miraba al suelo. Preguntándome internamente si era bueno o no preguntarle por Ian.

-Sé que quieres decir algo, así que dispara, nena.- me dijo

Le sonreí agradecida.

-Ian... ¿Lo has visto?

Alan me empujó suavemente con el hombro.

-Suzie me dijo ayer, felicidades.- me dijo con una sonrisa en su rostro.

Me ruboricé y murmuré mi agradecimiento.

-Y, bueno, no he visto al chico, así que no te puedo ayudar. Pero si le preguntas a cualquier chica de aquí si lo ha visto, inmediatamente te responderán. Es el crush de todas, aquí, a pesar de que no es  capitán del equipo de futbol, el mariscal de campo o cualquiera de ésas cosas que te convierten directamente en un atractivo para las chicas.

Arqueé una ceja, y me acerqué a una chica, para ver si lo que me decía Alan era cierto.

-Disculpa, ¿has visto a Ian?

La chica me miró de arriba a abajo y arqueó una ceja.

-Que te importa.- me respondió y siguió hablando con sus amigas.

Entrecerré los ojos.

-¡Vamos! Solo quiero saber si le has visto.

Ella se volvió hacia mi y rodó los ojos.

-Sí, si lo he visto.- me respondió sinceramente, pero casi escupiéndome.

-¿Sabes en dónde está?

-Mira, si lo que intentas es meterte en la cama con él, no lo vas a conseguir ¿sí? Será el mas perseguido por las chicas, pero a él no le interesamos nosotras.- me dijo, señalándose a sí misma y a sus compañeras.-, y créeme que si no le intereso yo, que soy la chica más buscada del instituto, menos le vas a interesar tú, que eres toda una...- me volvió a escanear con la mirada.- chica claramente desesperada por encajar.

Abrí la boca de asombro y parpadeé varias veces, tratando de asimilar lo que ésa chica de bronceado artificial me acababa de decir.

Esto era el colmo.

-Sienna, encontré a Ian.- me gritó Alan.

Yo fulminé con la mirada a la chica y caminé hacia Alan, cabreada.

-¿Oíste lo que me dijo ésa chica?- le pregunté ofendida.

Alan se rió.

-No debiste preguntarle a ella, Marie Claire es una de las acosadoras de Ian.

Bufé. Hasta nombre de maldita tenía. "Marie Claire".

Ugh.

-¿Y yo que diablos iba a saber?- bufé.

Y de repente unos brazos me rodearon por la espalda.

-Hola guapa.- dijo Ian en mi oído.

Mi mal humor se disipó inmediatamente.

Dí media vuelta para mirarlo de frente.

-No sabía que tenías admiradoras.

Él tocó mi mejilla con su dedo índice, haciéndome cerrar los ojos al contacto.

-Son unas pesadas.- me dijo.

Yo sonreí.

-Ya me dí cuenta, espero que no den problemas.- dije medio en broma, pero diciéndolo también en realidad.

El me miró a los ojos y me dio un corto beso en los labios.

-No voy a dejar que te lastimen, ni que se metan en nuestra relación. No te preocupes, Sienna.- dijo seriamente, con su mano acariciando suavemente mi nuca.

-Ugh, cuanto amor.- dijo un divertido Alan.- Apuesto que ya se habían olvidado de mí.-siguió diciendo con una ceja alzada.

Yo me reí, negando con la cabeza. Éste chico era imposible, todavía no me creía que era gay.

Atrás de Ian, miré una falda azul con estampados de abejas. La chica era rubia, con su cabello rizado y totalmente esponjado.

Chillé de alegría.

-¡Suzie!-le grité haciendo que varias personas me voltearan a ver como si fuera una retrasada.

Suzie se dio la vuelta y chilló, tal y como yo lo había hecho.

Ambas nos echamos a correr, y nos abrazamos fuertemente como si no nos hubiéramos visto en años.

A pesar que apenas la conocía, ya la quería muchísimo, su personalidad era increíble, era muy amorosa, divertida y sobre todo, buena amiga. Además, ¡vamos! ya era parte de la familia, como novia no oficial de Luca, ya se había vuelto en mi hermana.

Su característico olor a canela y miel se apoderó de mis fosas nasales.

-Llevaba rato buscándote, maldita. ¿Cuándo llegaste?- me dijo rompiendo el abrazo.

-Hace menos de 10 minutos, encontré primero a Alan y después a Ian.- me reí.- Cuando vi esa fabulosa falda, supe que eras tu.

Ella se encogió de hombros y extendió su falda con sus manos, como las chicas en las fotos de Tumblr que enseñan su fabulosa falda que solo les queda a las chicas talla cero.

-Encontré esta falda en el armario de mi abuela, así que la hurté.- dijo riéndose.

Abrí los ojos en fingida sorpresa.

-No es bueno robarle faldas a pobres ancianas.- la reprendí mientras contenía una risa.

Ella se encogió de hombros.

-Ésposeme oficial, y hágame cosas malas.

-Éso se lo dejo a Luca.- suspiré.

Ella me golpeó en el hombro amistosamente y negó con la cabeza, murmurando algo parecido a "no sabes lo que dices".

-Ian, con que el Romeo de tu Julieta ¿eh?- le dijo Suzie a Ian, acercándose a él.

Ian asintió y me tomó de la mano, acercándome a él. Yo me estremecí ante el contacto. Todavía no me acostumbraba a éste hombre. Sus manos eran otra de las cosas perfectas que tenía, ya saben, grandes y masculinas, pero sin ser ásperas. Mis manos encajaban en las suyas perfectamente.

Fruncí el ceño, porque alguien faltaba.

-¿Y Patrick?- pregunté

Alan se rió.

-Vamos pelirroja, él ya es un machote universitario.

Parpadeé varias veces. Juraba que él también era de preparatoria. Quizá por éso Luca congenió tan rápido con él y los demás.

-Wow, no tenía idea.

-Patrick es el chico medio dark, ¿cierto?- preguntó Ian

Suzie asintió.

Yo estaba a punto de preguntar de nuevo por Scout, cuando la campana sonó.

-¿Qué clase tienes?-me preguntó Ian.

Repasé mi horario en mi cabeza tratando de recordar, hasta que me acordé que la clase era Biología.

-Biología.

-¿Quieres que te acompañe?- me preguntó amablemente

-No.-le sonreí.- Sé donde está el aula, además tu también tienes que ir a clases, es el primer día, no puedes llegar tarde.

-Bien chicos, tengo Educación Física, tsk, que fastidio. Nos vemos en el comedor en el descanso.- dijo Suzie y se fue.

Alan se despidió con un saludo militar y también se fue, dejándonos solos.

Ian suspiró y apretó mi mano.

-De acuerdo, nos vemos mas tarde.

Le sonreí y le dí un beso en la mejilla.



Dejé caer el montón de libros que me habían dado en solo 4 horas, en la mesa de la cafetería en donde estaban sentados todos, menos Alan.

-En Las Vegas era todo más fácil. Nos daban un iPad al comienzo y de ahí descargábamos los libros.- dije mientras me sentaba.

Scout resopló.

-Las Vegas será una cosa, pero aquí es otra.

Yo entrecerré los ojos, sorprendida ante la frialdad del comentario de Scout. Miré a Suzie y ella me sonrió encogiéndose de hombros.

Lo dejé pasar. Quizá andaba en sus días.

Ian pasó su brazo por mis hombros y me acercó a él.

-¿Qué tal tus primeras 4 horas?

Yo suspiré.

-Me han tocado las más pesadas, sin embargo creo que me las arreglaré.

El sonrió y me besó la sien.

-Ugh, malditos melosos.- dijo Suzie en broma.-Toma, bebe esto.- me pasó una limonada mineral.

La agarré y la miré interrogante.

Ella se encogió de hombros.

-No has ido a agarrar nada de comer y puedo aportar que ya no hay nada más que barras de cereal.

Ian chasqueó la lengua.

-¿Por qué, Sienna?

Puse los ojos en blanco.

-Bueno, quería venir a saludarlos primero. No sabía que la comida se acababa tan rápido aquí.

Ian me dió una manzana.

-Cómete la manzana y bebe la limonada.- casi me ordenó.

Volví a poner los ojos en blanco.

-Sì, signore.- murmuré y le dí una mordida a la manzana.

Él sonrió complacido.

-¿Saben? El entrenador Platt ya no empezó con su discurso emotivo, ahora solo calentamos e hicimos equipos para jugar voleyball. No fue tan terrible.- contó Suzie.

Todos los presentes se asombraron, menos yo. No tenía idea de lo que hablaban.

-El entrenador Platt siempre da el mismo discurso, ya hasta me lo se de memoria...- dijo Scout al ver que yo no entendía.

-"Así que dejen sus malditos aparatos, levanten su trasero de ésas sillas y corran, jueguen, disfruten del aire..."- dijo Alan, mientras se sentaba.

Suzie continuó.

-"Si ustedes no saben lo que es el sudor apestoso, conmigo sabrán lo que es."

Ian se rió.

-"Quiero botellas de agua con ustedes y si ponen empeño en mi clase, al final, tendrán unos músculos de oro... Jankins, deja de acosar a Brittany. Hey, a la dirección ustedes dos."- terminó Ian.

La mesa estalló en carcajadas.

-Buena ésa, Ian.- dijo Alan.

Él se encogió de hombros.

-Éso dijo el año pasado en mi clase.

-Nunca tuve mis músculos de oro.- se quejó Scout.

Suzie bufó.

-Tal vez no escuchaste la parte de "si ponen empeño" y que yo sepa, tú nunca le pones empeño a nada.

Scout tomó sus libros y se fué enojada.

-¿Qué diablos pasa aquí?-preguntó Alan.

Suzie negó con la cabeza mientras se terminaba su sándwich.

Yo tomé un trago de la limonada mientras apoyaba mi cabeza en el hombro de Ian.

-Demasiada tensión para ser el primer día, ¿uh?- me dijo Ian tan bajito que apenas lo escuché.

Yo solo asentí.

10 minutos después, la campana sonó, anunciando que ya era hora de reanudar las clases.

Suspiré.

-Nos vemos en 3 horas.- le dije a Ian mientras lo abrazaba.

-Nos vemos en 3 horas.- dijo de vuelta mientras me abrazaba más fuerte.



Historia me tocaba a la última hora, pero el profesor había tenido un "accidente" en la mañana, por lo que no podría ir la primera semana de clases.

Podía predecir que sería el típico maestro que siempre pone pretextos para no ir y regresa precisamente en la semana en la que nos tiene que evaluar.

Así que tomé mis cosas, caminé hacia la salida mientras le mandaba un texto a Ian.

Mi día había sido aburrido, algo que nunca pasaba en Las Vegas.

En LV simplemente cargaba mi iPad en una pequeña bolsa, que contenía un lapiz labial y mi teléfono. Allá los primeros días eran de ver muchísima gente nueva, siempre estaba la policía afuera esperando llevarse a algún chico con mariguana entre los supuestos cuadernos. Todo el tiempo allá te daban detención el primer día, ya sea por no poner atención, por seguir el juego con las bolas de papel o el típico guerra de comida.

Sonreí con nostalgia.

Aunque aquí me encontraba bien, no podía evitar acordarme de mis amigos.

No tenía nada más que hacer en la escuela, Ian y los demás se encontraban en clases.

Después de mucho pensar, decidí ir a tomar café a la cafetería que había descubierto hacía unas semanas.

La misma señora que siempre me atendía cuando iba, ahí estaba, sonriéndome amigable.

-Hola, Sienna. ¿Cómo te va?- me preguntó Margaret.

Como iba casi todos los días, supuse que sería bueno presentarme y preguntarle su nombre. Honestamente, Margaret, podría ser una mujer mayor, pero con un carisma y un humor de una chica de 20.

-Hey, todo bien. Primer día de clases y éso. ¿A usted cómo le va?

Margaret que se encontraba preparando mi mocha blanco, suspiró cansada.

-Ay nena, si supieras..

Yo arqueé las cejas y me recargué en el mostrador, mientras la veía trabajar.

-¿Qué pasa?- pregunté con interés.

-Pues, se que no debería quejarme pero, últimamente han habido muchísimas ventas y yo me he sentido tan cansada éstos últimos días que creo que debería cerrar por un tiempo la cafetería.

Yo abrí los ojos como platos.

-¿Qué? Pero... No. No puede cerrar. ¿No tiene a alguien que le ayude?

Margaret negó con la cabeza.

-Oh, no. Mis hijos tienen trabajos estables y viven en la ciudad. ¡Que va! No vendrían a ayudarme una temporada.

-¿Y sus nietos?- le pregunté

Ella me dió mi mocha blanco. Le sonreí en agradecimiento.

-Que mas quisiera que me ayudaran, pero ellos están completamente enamorados de sus aparatos electrónicos. Y Albert, mi esposo, ya quiere que descanse de todo ésto.

Hice una mueca y tomé de mi café.

Y entonces tuve una idea.

-Yo puedo ayudarle aquí. Claro, en las tardes y fines de semana.

Ella negó con la cabeza.

-No puedo pedirte éso.

Yo suspiré.

-¡Oh, vamos! Será divertido. Además, creo que sería bueno para mi tener un trabajo.

-No podría pagarte mucho...

Le sonreí.

-El dinero no es problema, puedo trabajar sin paga.-me encogí de hombros.-Me encantaría ayudar, no quisiera que la cafetería cerrara. Me iba a deprimir.- dije con sinceridad.

Ella suspiró, dándose por vencida.

-De acuerdo. Pero no creas que trabajarás sin paga, éso sería un abuso de mi parte.

Yo casi brinqué de alegría, dí vuelta al mostrador y la abracé.

-No la decepcionaré, Margaret.



-¿Entonces ahora trabajas en la cafetería que está justamente enfrente de Starbucks?- me preguntó Ian.

No habíamos podido vernos al final, porque yo me quedé en la cafetería y él tenía que irse a trabajar. Así que a la hora que él salió de trabajar, le llamé por teléfono y le conté lo de mi nuevo empleo.

-Si, sé que es extraño, pero el café es mil veces mejor.

Pude escuchar la sonrisa de Ian através del teléfono.

-Entonces, creo que iré a ésa cafetería a partir de hoy. Quizá pueda conseguir el teléfono de ésa nueva trabajadora pelirroja.

Me reí.

-No creo que te haga mucho caso.

-¿Por qué?

-Tiene novio, y lo quiere mucho.

Ian bufó.

-Cuando me conozca a mí ya no va a querer saber nada acerca de su novio.

-Eres un idiota, ¿sabías?

-Claro, pero así me quieres, ¿o no?.- dijo

-Te quiero mucho mucho.- dije mientras le sonreía al techo.

-Yo te quiero más.

Se me derritió el corazón.

-Cuando comenzamos con nuestras cosas cursis, a veces me dan ganas de pegarte una bofetada.

Ian se soltó riendo.

-¿Por qué?

Me encogí de hombros, aunque sabía que él no me podía ver.

-No lo sé, todavía intento saber el motivo.

-Bueno, es interesante el hecho de que me quieras golpear cada vez que te digo algo romántico. Es... ¿cómo decirlo?... peculiar.- suspiró.- ¿sabes? acabas de estropear un momento cursi.

-Tsk, dicen que también eso es romántico.- le dije bajito mientras acomodaba la almohada debajo de mi cabeza.

-¿Ian? Estoy en casa.- dijo una voz femenina al otro lado de la línea.

-Estoy en mi cuarto, en un momento voy.- dijo Ian, aparentemente cubriendo la bocina del teléfono.- Lo siento, Sienna, mamá a llegado. Nos vemos mañana, sabes que te quiero ¿cierto?

-No te preocupes, saluda a tu mamá de mi parte. Claro que sé que me quieres, al igual que tu sabes que yo te quiero.- dije

-Buenas noches, Sienna.

-Buenas noches, Ian.- dije y colgué con una sonrisa estúpida en mi cara.

Éste chico superaba mis límites.

Cada ves me sentía mas enamorada de él.

-LizzieG

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