Broken Dolls. Capítulo 17.
--Fallon.
Macey me inspecciona con sus grandes
ojos marrones. Da unos pasitos hacia mí y jala del borde de mi vestido.
--Fallon, ¿Jugarás conmigo?
--¿Macey?
La pequeña carita de Macey se llena de irritación.
--¡Fallon, juega conmigo!
Se da la vuelta y sale corriendo a esconderse en algún lugar de la casa. Le
gusta jugar a las escondidas, y yo siempre la dejo ganar. Creo que es por eso
que es su favorito. Esta vez no será la diferencia, así que espero y cuando he
llegado a diez, la busco.
No está detrás de las cortinas en la
sala, ni debajo del sofá marrón, ni escondida en el desastre del armario de mis
padres. Busco en todas las habitaciones, pero ella no está aquí.
--¿Macey?
Tal vez está afuera. Nunca ha ido a
esconderse en el jardín, pero tiene que estar ahí ahora. Llamo su nombre un par
de veces, pero ella no me contesta de regreso. Entonces capto movimiento en la
esquina de mi ojo, y cuando volteo, ella está corriendo. Pero no es el flamante
cabello rojo de Macey el que veo, sino uno castaño y largo.
Luego voltea hacia mí.
Kiki Sullivan.
--¡Rápido, vamos!
--¡Espera! ¿Dónde está Macey?
--¡Apúrate!
La sigo hasta llegar al bosque detrás de mi casa, pero no es suficiente: Sigue
corriendo como si el demonio estuviera detrás de ella. Le pido que espere, pero
no me escucha. Después de lo que parecen ser unos diez minutos, se detiene de
golpe. Casi me estrello detrás de ella, pero logro sostenerme de sus hombros.
Ella mira hacia arriba, mirándome.
--La mataste.
Macey yace tendida frente a nosotras,
ensangrentada e inerte.
Mi corazón deja de latir por unos
momentos y el aire se queda atorado en mis pulmones.
Levanto mis manos para ver el rastro de sangre, de su sangre. Pero no hay… nada. Absolutamente nada. Sólo puedo ver
las líneas de mis palmas sobre mi piel pálida. Mis uñas siguen igual de rotas e
irregulares, sin sangre ni tierra debajo de ellas, y cuando me vuelvo hacia
Kiki, no está. Ni siquiera estoy en un bosque. No hay un bosque cerca de mi
casa, y definitivamente esta no es mi casa.
Mi respiración se hace más pesada con
los segundos. Escucho unos pasos detrás de mí, y cuando volteo veo una cara
desconocida.
Grito.
La mujer me toma de los brazos y me sostiene contra su pecho, diciéndome que
está bien. Pero no está bien. Macey… Macey no está aquí, ni tampoco Kiki. Y
esta mujer…
Lauren Farley.
--Lo siento—Le digo—Lo siento.
Lauren me mira a los ojos, aún en pijamas, medio dormida. Dios, la saqué de la
cama. Vaya forma de pagarle.
--Fallon. Fue un mal sueño.
Pero no lo fue. Aún puedo ver a Macey inerte detrás de mis ojos. Puedo sentir
la tierra debajo de mis pies, el sonido de las hojas rompiéndose bajo mi peso,
el color del cabello de Macey al correr.
Niego.
Tengo que decirle.
--Tengo que decirte algo.
--¿Qué pasa?
Tomo aire, intentando desacelerar los latidos frenéticos de mi corazón.
--Soy… Estoy algo así como… enferma.
Suspira.
--Lo sé.
No. Espera. ¿Qué?
--¿A qué te refieres con que sabías?Me mira unos minutos, luego me hace un gesto de cabeza, indicándome que la
siga. La sigo por su pequeño apartamento de dos habitaciones hasta la suya. Me
dijo que lo compró hace unos meses, para estar más cerca de Olivia cuando
estuviera aquí. Así que me trajo aquí.
Olivia quería venir a pasar la noche, y sé por qué: Podía ver el brillo curioso
en sus ojos. Me imagino cómo se siente: Conocer a alguien parecida a ella. Si
tan solo supiera que no es tan bonito. Pero al parecer su familia lo sabe
perfectamente, porque su padre le prohibió venir. No los culpo. Está siendo responsable. Se preocupa. No podría imaginar menos.
Lauren abre la puerta y lo primero que
veo es su cama. Hay una laptop negra prendida encima y papeles alrededor. En el
escritorio, de la copiadora salen más.
--Estuve investigándote toda la noche.
¿Honestamente? Ya no me afecta. Las personas en estos días parecen hacer
simplemente eso: Buscarte en una red internacional tal como la CIA para saber
de tus trapos sucios.
Bonito.
--Supongo que no te gustó.
--No te va a gustar a ti. Siéntate—Indica la cama, y yo me siento
en una esquina.
--Estoy muy segura de que ya sé todo lo que investigaste, Lauren.
Enserio, me lo han repetido mucho últimamente.
Me ignora.
--Entonces estuve buscando más sobre tus datos médicos porque, no te
ofendas, querida, pero no quería tener a una persona inestable cerca de mi hija.
--No me ofendo.
--¿Exactamente que te dijeron sobre tu enfermedad?
--Me dijeron que era una psicópata.
--Fallon, ¿Tienes problemas para dormir?
--Claro que tengo problemas para dormir. Quiero decir, hay personas
persiguiéndome para matarme y o torturarme.
--Me refiero a desde que te diagnosticaron. ¿Te sientes inquieta?
¿Sientes que no puedes dormir?
Pienso acerca de ello un momento.
--La mayoría del tiempo. No puedo dejar de pensar o alucinar con mi
hermana. A veces no puedo dormir en absoluto. Pero hay veces que duermo sin
problema.
--¿Te sientes intranquila por la noche?
--Siempre me siento intranquila. Como si estuviera a punto de explotar. ¿Por
qué me estás diciendo todas estas cosas?
--¿Tienes problemas auditivos, visuales?
--No. Enserio. ¿Qué está pasando?
--Ahí lo tienes—Una voz extraña y masculina llena la habitación.
Salto, pero antes de poder huir, Lauren me toma de los brazos.
Ella voltea la computadora, y puedo ver
en la pantalla un hombre mayor. Me sonríe cuando me ve.
--Te han asustado, ¿cierto, chiquilla?
Miro a Lauren.
--Fallon, te presento a mi colega, el señor Manceau.
Por el apellido y por el acento, este tipo tiene que ser francés. Levanto una
mano y la sacudo porque no puedo encontrar mi voz.
--Él es doctor en un hospital mental en Francia.
Miro a Lauren.
--Lauren, no sé qué es todo esto, pero…
--No soy doctora, sino abogada, pero estuve viendo tus papeles médicos…
Se los mandé a unos colegas para que los checaran y todos me dicen cosas
similares, Fallon. No creemos que sea psicosis.
Busco por la broma en su rostro.
Alguna señal, lo que sea. Pero se muestra impasible, tan fría como siempre. Sin
emociones.
--¿A qué te refieres?—Le grito. Hay que enfrentarlo: No tengo la
mejor actitud--Los estudios…
--Estaban mal—Me corta.
Antes de que empiece a chillar, el
doctor a través de la computadora habla:
--Si tuvieras psicosis, sería muy leve, casi inexistente, lo cual no
tiene sentido, señorita Hastings. Mis colegas pensaron que podría ser un
trastorno psicótico breve, lo cual es exactamente lo mismo que la psicosis,
pero pasajero. Tú has estado en esa clínica desde que tenías unos catorce años.
Así que pensamos en el síndrome confusional agudo, también conocido como
Delirium. Este también es pasajero, pero creemos que tú pudiste haber estado
entrando y saliendo de él debido al estrés y al contacto con otras personas con
problemas mentales. Eso juega con tu mente. Te influencia, y ni siquiera eres
consciente de ello.
Me echo a llorar. No de esos llantos
bonitos y silenciosos de las películas, sino de esos feos y escandalosos, con
piel roja y ojos hinchados.
Manceau parece asustado. Mira de mí a
Lauren, y ella se arrodilla a mi lado y me lleva a sus brazos.
--Ya no puedo—Le lloro encima.
He tenido suficiente.
Lauren no me dice nada, sólo acaricia mi cabello, como mi madre/tía lo hacía
cuando no estaba loca.
Me despego un poco de Lauren para hacerle una pregunta, pero toma varios
intentos porque no puedo hacer que el aire entre a mis pulmones.
--¿Entonces por qué me dijeron que era una psicópata?
--Creemos que no supieron como clasificarte—Contesta Manceau—El
síndrome confusional agudo es común entre personas mayores. Tú eras demasiado
joven. No es común, pero tampoco imposible. Eres aproximadamente del uno por
ciento de la población de jóvenes afectados. Tampoco presentas ninguna discapacidad
física, tales como pérdida parcial de vista o auditivo. Otra vez: Extraño, no
imposible. Pero de cualquier manera, se tendría que hacerte estudios para
confirmar.
Trago.
--Esta cosa… Delirium. ¿Es peligroso? ¿Soy peligrosa?
Me mira a través de sus lentes.
--Sí, lo eres. Eres… inestable. Hay cura, señorita Hastings. Con
pastillas, alimentación adecuada y absolutamente nada de estrés de ningún
tipo. No es fácil, sin embargo. Tal vez
requiera hospitalización.
--Pero, ¿Podría volver a casa?
--Si su hogar representa un lugar libre de estrés o estímulos fuertes,
claro. No se recomienda estar en compañía con una persona con un problema
similar.
--¿Siempre resulta mal?
--No, no siempre. Hay ocasiones, como en los grupos de ayuda en que los
pacientes se benefician de ello. Estamos hablando de un pequeño porcentaje, de
nuevo. ¿Pero generalmente? No recomendable.
El doctor y yo nos vemos a los ojos
unos segundos antes de echarme a llorar de nuevo. El timbre suena, pero yo
apenas lo escucho. Lauren se levanta, pidiéndome que me quede aquí.
--Lo siento—Le digo a la pantalla, cubriendo mi rostro,
intentando tragar mis llantos—Es demasiado. Mi vida ha cambiado en cosa de unos dos meses, y es
demasiado…
--Hastings.
--¿Hmm?
--¿Es de noche donde vives? Lo siento, estoy en Francia, y estoy seguro
de que hay nueve horas de diferencia.
--Es de noche—Asiento.
Asiente.
--Pide a Lauren que te de una pastilla de dormir. Puede que no dejes de
llorar hasta entrada la mañana. ¿Esta situación en la que estás? No está
ayudando a tu salud, muchacha. Incluso si alguna vez se termina. Si hay estrés
en tu mente, Delírium gana.
Le lanzo una mirada. ¿Cómo sabe de la
situación en la que estoy ahora?
--Lo siento. Lauren me distrajo de mi trabajo preguntándome por los
papeles médicos de una chiquilla y lo primero que hice fue preguntar.
Ahora sé de donde viene el miedo
corriendo por mis venas en las noches que no puedo dejar de mirar a la luna. Pero
nunca me había sentido de esta manera. Tan desolada. Tan sin esperanza.
Intento sonreírle, pero no estoy
sintiendo el aire llegar a mis pulmones.
--Recuerdo una noche—Menciono, sin aliento—Esa noche no
sentí nada de esto. Me sentía… normal.
Asiente.
--Probablemente estabas entrando o saliendo del síndrome. Tuviste un
lapso intermedio de tiempo. ¿Fue en un lugar o situación sin estrés?
Me encojo de hombros, recordando la
noche con Holly y los hermanos Sullivan en su piscina, cuando jugué carreras
con Ethan y completamente hizo trampa.
Ethan, Nate Viene a ser lo mismo al final.
--Un poco. Me sentía feliz.
Parece que fue hace años.
--¡Fallon!—Escucho a Lauren llamar mi nombre, casi con
desesperación--¡Fallon, ven un momento!
Miro una última vez al doctor Manceau antes
de levantarme y encontrarme con cierta escena en la sala de Lauren. En el medio,
veo a la pequeña Olivia, luciendo casi asustada, arrodillada enfrente de
alguien en el suelo. Dan está a su lado, porque parece que ellos dos nunca se
despegan. Doy un paso para ver quién es
la otra persona, cuando escucho mi nombre de una voz familiar.
--¡Fallon!
Cuando volteo, lo veo. Ethan. Nate. Con un moretón en su mandíbula y un corte
en la ceja, pero vivo y aquí.
--¡Ethan!—Corro hacia él y lo abrazo. Él no pierde tiempo:
Desliza sus brazos por mi espalda, un poco debajo de mis hombros--¿Qué…?
¿Cómo…? ¿Dónde están…?
Asiente, separándose de mí para ver mi rostro.
--Larga historia. Chris necesita ayuda.
Sus ojos se ven preocupados, y cuando
me dice esto, yo también estoy
preocupada. Estoy asustada. Siento
que todo mi cuerpo tiembla cuando voy hacia Olivia y Dan, y miro sobre sus
cabezas.
Chris frunce el ceño, respirando con dificultad.
Tiene una mano sobre su estómago que Lauren intenta quitar, pero parece que no
escucha. Está demasiado ocupado mirándome.
Caigo de rodillas a su lado.
--¡Bastardo! ¿Te han disparado?
Intenta reír, pero siente demasiado dolor, porque lo abandona y gime.
--¿Chris? ¿Qué sucedió?
--Lo escuchamos estrellarse con la puerta antes de que colapsara—Responde
Dan—Y luego este otro empezó a golpear la puerta también como si el
demonio los persiguiera.
Nate frunce el ceño a mi lado.
--Intenta correr con tipos con armas persiguiéndote.
--Eh, hombre, no te culpo—Entonces su vista se desvía hacia
Olivia—Bueno, no tanto.
Olivia se sonroja y le da un golpe en el
brazo, pero él sólo ríe.
Nate bufa.
--Bueno, sentimos arruinar sus planes.
--No arruinaste nada—Exclama Olivia, sus mejillas rojas--¿Tú
quién eres, por cierto? No nos dijiste. Podrías ser un asesino serial, y
nosotros ni en cuenta.
--Es mi hermano—Le digo a Olivia--¿Qué pasa? ¿Por qué
Chris está aquí y no en un hospital?
--Estamos esperando a Nina. ¿Nina? ¿Mi hermana?—Dice ante mi
confusión—Se pasa en la universidad, está estudiando medicina. La
desperté para pedirle que viniera. No podemos llevarlo a un hospital: Todos los
disparos tienen que ser notificados a la policía.
Suspiro, y tomo la mano de Chris. Él me
mira al principio, pero se desliza hacia la inconsciencia. No estoy segura de
cuando una persona no debe de dormir si tiene una herida, pero no voy a tomar
riesgos. Así que le doy una cachetada.
--¡Mierda, mujer!—Grita,
con la voz ronca.
--¡No te duermas!
Gruñe.
--Sé que lo hiciste por venganza.
--¿De qué hablas? Lo hice porque te quiero. Te quiero vivo—Aclaro.
Bufa, respirando con dificultad.
--Entonces no quiero saber qué haces cuando no quieres a alguien.
Reímos un poco juntos. Luego vemos el sol salir, finalmente.
--¿Por qué sonríes?—Pregunta Olivia a mi lado—Tu novio se
está medio muriendo.
Él tose, yo me remuevo.
--No es mi novio. Pero, tengo noticias.
--Si no quieres que me duerma, es mejor que me las cuentes ahora.
Excepto si son malas. Si son malas, espera a que esté más para acá que para
allá.
Río. Pero suspiro después, y miro a Nate.
--Tienes que saber algo sobre mí, si vas a escuchar esto.
Levanta una ceja.
--¿Qué pasa?
--Ser un hermano mayor no va a ser tan divertido para ti.
Ante la mirada de todos, le cuento sobre mi locura que al final no es tan loco.
--Sthep Stronger.
:D
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