lunes, 27 de abril de 2015

Hothouse. Capítulo 2.

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Hothouse. Capítulo 2.

No puedo dejar de reproducir el santo beso en mi mente.
Lo golpeé después de eso. Luego salí de ahí a toda velocidad. Ahora, Genevieve duerme en su cuarto. Entro a su habitación y me siento en el borde, enseguida de ella. Saco el libro de princesas sobre el que está acostada porque sé que sus costillas sufrirán después. Su cabello color miel cae sobre su cara, una vez más. Siempre le he dicho que se haga una trenza antes de dormirse, pero siempre se duerme al tocar su almohada.
   No fue fácil criar a Genevieve.
Tenía dieciséis años cuando secuestré a mi hermana. No es como si alguien nos extrañaría, pero según la ley, se le llama así cuando tomas a alguien sin el consentimiento de sus padres. Recuerdo vivir en las calles, con una bebé que requería cambiarse de pañal y comida varias veces al día. Recuerdo llorar y pensar que mi vida había terminado, pero aún así no lo haría diferente. Hubo muchas oportunidades para que yo fuera a la policía, para que así pusieran a la bebé en servicios sociales y a mí en prisión por haber asesinado a mi padre o atacarlo. No estaba muy segura de qué había pasado con él, hasta cuando cumplí veinte años y dejé de mirar sobre mis hombros. Hice búsquedas infinitas de Google sobre el nombre de cada integrante de la familia, hasta una tarde cuando estaba lista para rendirme, cuando encontré mi nombre en negritas bajo un link.
  Sannah Johnson.
Descubrí que mis padres estaban muertos, y mi plan había funcionado: Al poner la botella con sus huellas digitales en sus manos, pensaron que lo había hecho él. Pero las preguntas sobre nuestro paradero  flotaban en el aire. Dos meses después, cuando volví a buscar, me enteré de algo que no sabía: Mi padre estaba metido en algo de drogas, y creían honestamente que alguien que mi padre le debía nos tomó. Fue así cuando nos dieron por muertas.
 Seis meses después, junté todo el dinero posible de mis tres trabajos para cambiarnos el nombre. Fue difícil, ya que una adolescente que no había terminado la escuela no conseguía algo mejor que medio tiempo de mesera. Era afortunada me mi vecina en el pequeño apartamento de mierda que tenía cuidara de Genevieve cuando yo estaba trabajando.
 Fue así como nos convertimos en Sannah y Genevieve Hall. Con el cambio de nombre, ninguna institución o policía podría encontrarnos. Pero no fue como en los papeles la ponían como mi hija, sino una relación podrida y abusiva con un tipo que no era mejor que mi padre, quien tenía el poder como para mover actas de nacimiento.
  Siempre he estado atraída por el tipo de chicos que me decepciona.
Así que cuando Colton me besó fuera del elevador, vi a donde se dirigía. Y yo estoy acabada. Me las he manejado para conseguir un trabajo completo de recepcionista cinco días a la semana y otro de mesera en un restaurante de comida china los fines de semana. Tengo una niña que alimentar y proteger. La vida es horrible, pero nunca ha sido mejor. Es triste, pero cuando miro a Genevieve... Sé que pasaría por esto una y otra vez. Puede que ella sea mi hermana menor, pero he sido yo quien cambió sus pañales, quién la alimentó y quien le leía historias antes e irse a dormir. Puedes decir lo que quieras, pero ella es mía.
   Genevieve se remueve bajo las mantas, sacándome de mi trance. Sus ojos castaños me observan.
   ¿Mami?
   ¿Hummm?
   ¿Estás triste?
   No, cielo. ¿Por qué piensas eso?
Se encoje de hombros.
   ¿Duermes conmigo esta noche?
Asiento, quitándome mis zapatos y acurrucándome con ella. Alzo la mano para apagar la lámpara.




Hoy, en el elevador, casi lo pierdo. No quiero ser esa chica que suspira y espera ver al chico al día siguiente. Soy mayor. Estoy a punto de terminar la escuela legalmente en un curso online. Bajo otro nombre, pero estoy casi ahí. Realmente no tengo tiempo para esto.
Pero aún así sonrío al recordar la estúpida y divertida conversación que tuvimos, y una parte de mí se pregunta si podré verlo algún día.
  Me regaño internamente mientras dejo la bolsa y echo una mirada al reloj. Faltan quince minutos para la hora de entrada general, por lo tanto él no ha llegado. Saco la bolsa de pinturas de mi bolso y me aplico el delineador, ya que no tuve tiempo esta mañana desde que Genevieve se cayó del sofá y lloró por media hora.
 Termino de aplicar el poco contenido que tiene en él y lo tiro a la basura. Necesito otro delineador. Pero Genevieve necesitará más sacos este invierno. Necesita sus útiles pagados. Y pagar la renta de este mes. La luz ha subido, y las cuentas del doctor también.
--Mierda.
--Pensé que Dale no permitía las palabrotas si no provenían de él.
 Cuando abro los ojos, Colton me devuelve la mirada.
--Pero... ¿Qué haces aquí? Pensé que me había deshecho de tí, ¡acosador! Largo antes de que mi jefe te vea, que voy a estar en problemas.
  Hoy se ve igual de lamible que ayer, y cuando sonrie, podría empujarlo contra la pared y salirme con la mía.
--Tu jefe va a estar bien con ello.
--Mi jefe... Espera, ¿Cómo sabes el nombre de...?
  Es cuando se me ocurre mirar al maletín de trabajo en su mano. Mi mente viaja hacia ayer, cuando dijo que regresó por su teléfono. Estaba en el mismo piso que yo, pero nunca me di cuenta por la manía de ver mis pies mientras camino.
  Oh, mierda.
Mierda, mierda, mierda.
Él me sonríe.
--Llámame Mr. Matthew.
Oh, no.
Colton me lanza una última sonrisa antes de ir hacia el antiguo despacho de Dale. Y yo voy justo pisándole los talones.
   No puedes ser mi jefe.
   Al parecer, sí. O al menos hasta que Dale regrese de su luna de miel   Se quita el saco negro y lo pone en el respaldo de la silla de cuero de Dale. Se sienta, poniendo sus pies sobre el escritorio.
   ¿Tú sabías?
   ¿Que yo era tu nuevo jefe? No. Pero linda sorpresa.
Entrecierro los ojos en su dirección.
   Sabes que las relaciones en el trabajo están prohibidas, ¿verdad?
   Dice, ¿quién?
   ¡Dale! ¡Todo el mundo!
   Primero, Dale ya no está aquí. Y segundo, si me importara lo que las personas dijeran, yo no estaría donde estoy ahora. Y me gusta mucho donde estoy ahora.
  Algo me dice que no se refiere a la silla de cuero de Dale.
Estoy sin palabras, parada frente a él, completamente indefensa.
   Realmente no estoy interesada.
   No te creo.
Levanto una ceja hacia él.
   ¿Por qué crees que quiero violarte contra la pared? Ni que fueras Matt Bomer.
Sus ojos chispean.
   ¿Contra la pared? Pensaba más sobre el escritorio, pero... Oye, ese Matt Bomer no tiene nada sobre mí.
   Blah, blah, blah. Matt Bomer te venciera incluso si estuvieras multiplicado por veinte.
Él sonríe como quien no se lo cree, como si no pudiera creer lo que acaba de escuchar. Con un dedo me señala y dice:
   Te vas a arrepentir de decir eso.
   Es sólo la verdad.
Es cuando me doy cuenta de que estoy tonteando con el jefe en vez de estar haciendo su café/soja/late/descremado cosa bebida. Giro sobre mis talones hacia la puerta.
  Si me necesita, voy a estar en mi lugar. Sólo tiene que aplastar el número uno en el teléfono si necesita que lo mantenga al corriente.
 Arriesgo una mirada sobre mi hombro para verlo viendo mi trasero. Casi hecho humo por los oídos. ¡Realmente no tengo tiempo para él!
Escucho su risa mientras salgo su oficina. Me siento en mi silla, mirándome fijamente su puerta entre cerrada y siento que mi cuerpo es un edificio que se derrumba.
   Cuando digo que estoy generalmente atraída a los chicos que me decepcionan, no estoy exagerando. El primero fue un chico en la escuela, antes de que escapara con Genevieve, que me había dicho cosas bonitas para meterse bajo mis pantalones. Y como la niña rota que era, caí completamente. Después, fue Sebastian, quien fue quien me ayudó con las actas de nacimiento modificadas. No pensaba si quiera estar con él al principio. Sólo me acosté con él un par de veces para poder cambiar apellidos y poner a Genevieve como mi hija. No estoy orgullosa de las cosas que hice, pero eso nos ha mantenido a salvo y no me arrepiento. Sebastian resultó ser un golpeador machista hijo de perra del cual me separé cuando todo estuvo hecho. Entonces, apareció Jackson, el chico bueno que decidió que era demasiado complicado estar conmigo no sólo porque tenía una niña, sino porque al parecer, guardaba muchos secretos.
   Colton vendría siendo el jefe hijo de perra que me despediría del trabajo que me mantiene sobreviviendo después de un royo de una noche.
  !No, gracias!
Cinco minutos después, él ha abierto la puerta de par en par y me sonríe.
Un hormigueo pasa por todo mi cuerpo, pero lo sacudo.




-Sthep Stronger.

martes, 7 de abril de 2015

Hothouse. Capítulo 1.

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Hothouse. Capítulo 1.

   ¡Genevieve! ¿Estás lista?
 Los pasos de Genevieve resuenan por el diminuto apartamento al tiempo en que la calentadera chilla. Al abrir la pequeña tapa, al vapor se eleva en el aire hasta desvanecerse.
   ¡Genevieve!
Los pasos se detienen justo detrás de mí, y veo a mi hermana menor parada. Los botones de su saco están mal abrochados y su falda está ligeramente levantada de un lado.
   Ya estoy lista.
Dejo la taza en la barra de la cocina y me agacho, estando a su misma altura.
   Pensé que quedamos en que te asegurarías de que los botones estén en el agujero correcto antes de salir   Digo, desabrochando  su pequeño saco rosa.
 Ella sonríe, mostrando sus dientes faltantes.
   Lo siento, mami.
  Mis ojos conectan con los suyos y me detengo. Los ojos de mi pequeña hermana reflejan la inocencia con la que la he alimentado todo este tiempo, pero no sé si puede ver la mentira en los míos. No lo hace ahora, estoy convencida, pero algún día las cosas cambiarán. Algún día empezará a hacer preguntas.
   Desayuna rápido, amor. Se hace tarde.
 Genevieve salta por el departamento de dos recámaras como si fuera lo mejor. Como si no pudiera ser más feliz. Siempre ha sido una niña muy buena, y me ama, a pesar de todas las cosas que no puedo darle. Temo a la adolescencia, cuando llegue. ¿Una chica de veintitrés años con una niña sola? Hummm...
   Cuando termina de desayunar me aseguro que se haya lavado los dientes antes de apresurarla fuera de la puerta. Tomamos el metro hasta la escuela de Genevieve, donde espero hasta verla entrar. Ella se voltea antes de desaparecer por la puerta y saluda. Es nuestra rutina.
  Estamos en el siglo veintiuno y a aproximadamente un ochenta por ciento de la población le vale un carajo lo que hagas, pero siempre existe el resto: Las amas de casa que se han casado con un doctor o empresario, con 2.5 hijos a los cuales les hace el almuerzo todas las mañanas y fingen que realmente se los comen mientras se dedican a esparcir rumores sobre almas menos afortunadas. ¿Presidenta del grupo? Cindy Martin.
 Antes de darme la vuelta me encuentro con su mirada en mí, su sonrisa de "Realmente creo que eres una escoria en este mundo". Asiente hacia mí, y yo se lo devuelvo. Supongo que las mujeres podemos ser así de hipócritas algunas veces. Sé que piensa que soy madre soltera que tuvo a Genevieve cuando tenía dieciséis años. Es sólo que no la tuve. Huí con ella. Y saber eso es mucho peor, así que simplemente la dejo creer. Dejo creer a muchas personas.







Cuando dejo mi bolsa en mi escritorio, mi jefe asoma su rostro por la puerta de su oficina y me sonríe.
   Sannah, ¿Puedo hablar contigo un segundo?
   Claro.
Me indica que me siente en la silla frente a su escritorio y se sienta en su silla, al otro lado.
   No estoy despedida, ¿verdad?   Escupo de repente, mis inseguridades  saliendo de mi mente directamente hacia mis labios.
Parece sorprendido.
   No. ¿Por qué? ¿Hay algo que debería saber?
Mis hombros se relajan y sonrío un poco hacia él. No puedo permitirme perder un trabajo. Soy solo una recepcionista en un despacho de abogados, pero estar sentada todos los días contestando llamadas y ser el perrito faldero de mis jefes paga las cuentas y alimenta a mi hermana, así que sí, no puedo permitirme perder este trabajo.
   Nada. ¿Pasa algo?
   Como sabes, me acabo de casar.
   Lo recuerdo, estuve ahí.
De hecho, he estado en sus tres últimas bodas en los últimos dos años. Él sonríe hacia mí como si me hubiera leído el pensamiento.
   ¡El noveno es el vencido!   Celebra, lanzando un puño al aire   En fin, lo que quería decirte es que me tomo un año sabático a Grecia con Liz. Qué mierda. Tal vez a París. Tal vez a Grecia y París.
   Eh...
   ¿Y qué pasará con el despacho?
   Ahí es donde entras tú. O en parte, al menos. Uno de mis socios acaba de mudarse desde Londres y tomará mi trabajo de tiempo completo por un año. No sabe ni mierdas, así que aquí es donde tú entras y le ayudas a mantener este lugar a flote con la información que ya sabes.
 Y también le hago los recados.
   
De acuerdo. ¿Y cuando llega?
   Mañana. Es mi último día aquí, así que aprecia el momento antes de que dejes de verme por un año.
  Dale es un buen jefe. Es coqueto sin rayar al acoso sexual, gracioso sin parecer psicópata y despreocupado sin ser irresponsable. Lo extrañaré un poco. ¿Quién sabe? Hay una probabilidad de 99% de que el nuevo jefe sea un imbécil.Riesgos de trabajo, después de todo.
   Estaré encantada de ayudar.
Es mi trabajo ayudar.
El sonríe antes de mandarme a mi escritorio. Miro la computadora apagada, atrapando mi reflejo en la pantalla. Mis rizos salvajes rubios se han salido del chongo que he hecho esta mañana y no tuve tiempo para aplicarme el rimel. Hoy no es un buen día.
 Cuando me mandan a ir a la cafetería de la esquina por cafeína para todos, suspiro entrando en el elevador y antes de cerrar las puertas, entra un hombre rápido.
   Mi boca toca el suelo, porque es la cosa más hermosa que alguna vez haya visto. Es alto, con pelo castaño y ojos oscuros, sin mencionar el traje gris de tres piezas que le quedaban perfectamente. Casi quiero levantarme en mis puntillas y oler el hueco entre su cuello y hombros.
   Mierdaaaaa.
Él me hecha una mirada y sonríe. En ese momento, sé que se dio cuenta de todas las cosas sucias que pensé en menos de 0.3 segundos a partir de que él entró. Y le divierte.
  Ruedo los ojos y aplasto el botón que indica Planta Baja. Las puertas se cierran y la música de fondo suena hasta que... ya no. El elevador hace una pausa antes de detenerse completamente.
¿Qué...?
Aplasto los botones furiosamente, pero nada pasa, hasta que una mano cálida se envuelve en la mía, siempre fría.
   No creo que eso esté funcionando.
   Pues no. ¿Tienes una mejor idea?
Él estudia los botones hasta que encuentra uno en específico. Es cuando me doy cuenta de que dice "Pánico". Abajo, en letras pequeñas, pone "Usarse en caso de problemas tecnológicos". Él lo aplasta, pero no hay nada. Ni sirenas, ni luces rojas parpadeantes, nada.
Y una mierda.
   Oh, Dios.
 Nunca voy a salir de aquí.
Un recuerdo flashea en mi mente. En él, tengo ocho años y mi madre me ha encerrado en el armario porque teme que él me haga daño, pero es a ella a que daña y yo me quedo ahí hasta que mamá puede levantarse. Dos días.
  Nunca voy a salir de aquí.
   Oye, oye, con calma. Respira.
El tipo bueno está a lado de mí, casi flipando porque yo estoy flipando.
   ¿Claustrofóbica? ¿Tienes un celular? Olvidé el mío en el auto.
Niego, intentando respirar. Me quito la bufanda del cuello y mi saco le sigue.
   Mierda   Suelta él. Concuerdo   De acuerdo. Hay que conversar.
Mis ojos se desvían hacia él.
   Esa es la idea más estúpida que he oído.
No dije que fuera linda.
Él levanta una ceja hacia mí, pero yo no cedo bajo el peso de su mirada. Él sonríe.
   Lo es. Pero ha funcionado antes. Va a funcionar ahora. ¿Cómo te llamas?
Mi respiración viene en jadeos y es lo único que se oye mientras nos observamos el uno al otro.
   Bien. Mi nombre es Colton. Y desde que no me dices tu nombre, te llamaré Thalia.
   ¿Por qué Thalia?
   Dame un respiro, estoy improvisando aquí. Pero si quieres cambiarlo, sólo tienes que decirme tu nombre para que podamos tener una conversación decente.
  Oh, tu cola. ¿Qué podría ser lo peor, después de todo?
   Sannah.
   ¿Uh?
   Mi nombre es Sannah.
Sonríe.
   Eso es mejor que Thalia, voy a admitir. ¿A qué te dedicas?
   Soy recepcionista. Iba a ir por café. Y luego esta mierda pasó.
Asiente.
   Lo sé. Yo iba a ir por mi celular a mi carro. Soy un desastre, y el celular me ayuda a hacer las cosas que se supone que tengo que hacer el día indicado. Intenté vivir sin él por un día, y cuando volví a mirar arriba, tres días de mi vida habían pasado y de alguna manera terminé a punto de casarme en Las Vegas.
  Si intentaba hacerme reír, le funcionó. Él sonríe de vuelta hacia mí hasta que el elevador se vuelve a mover bruscamente. Por instinto, salto a sus brazos y él me envuelve. Bajo mis dedos, sus músculos son como roca, y no puedo evitar pensar en deshacer esos botones y...
 ¡Sannah, detente en este mismo momento!
Él me mira a los ojos y no puedo evitar mirarlo de vuelta. Me pregunto qué se sentirá estirar mis dedos y pasarlos por su cabello...
  Me suelto y abrazo mi bufanda y saco a mi pecho. Él ríe entre dientes.
   ¿Cuando salgamos, podría tener tu número?
 Le lanzo una mirada. Un chico como él, ¿queriendo salir conmigo? No. Si estuviéramos en la escuela, yo sería la chica desaliñada que se sienta en la mesa de los nadie, y él sería la estrella del equipo de hockey o ésas, saliendo con la porrista o su mejor amiga. Cosas así no pasan en la vida real.
   ¿Para qué?
Parece realmente divertido.
   Me gustaría follar.
Ay, Dios.
   ¿Sabes? Cuando leí esa línea en un libro, ningún problema. ¿Psicópata? Un poquito. ¿Bonito? Pues bueno. El  punto es que me derretí completamente. ¿Ahora? Mi alarma de Pánico está flasheando. Sólo quiero decirte que sé cómo derribar a un hombre.
  Lo último es mentira, pero él no lo sabe, así que no hará daño. Ahora, una gran sonrisa del tamaño de su rostro toma lugar.
   ¿Por qué sigues sonriendo? Es enserio, podrías ser un asesino serial y yo aquí atascada contigo.
   Enserio, dame tu número.
   Ya crees. Además, soy mamá.
Mentira, mentira, mentira. Sin embargo, él no retrocede.
   No quiero salir contigo, amor. No hago eso de citas.
   Igual que yo no despierto una mañana con ganas de asesinar a alguien o tomar drogas. O sea que no. ¿Y qué es esa línea de "Yo no hago eso de citas?"? Muy malote y todo, pero ya lo he leído.
   Entonces no me vas a dar tu número.
   Que no. Enserio que tú no me estás escuchando.
   ¿Entonces vas a hacerme rogar?
   Okay. ¿Sabes qué? Esta conversación se ha terminado. ¡Ahora haz algo para salir de aquí!
   ¡Pero bueno, alguien es mandona!
   Una mandona y un psicópata atrapados en un elevador. Así es como los asesinatos pasan. Así que ponte a hacer...
El elevador se sacude una vez más y yo caigo sobre Colton. Me toma de la cintura y aprieta. Segundos después, hay un click en el aire y las puertas se abren.
  Ah. Bueno, fue fácil   Murmuro.
Colton me mira, levantando una ceja.
   No hiciste nada.
   Tú tampoco, así que no presiones. Ahora quita tus garras de mí, psicópata follador.
Salgo del elevador, pero antes de que realmente me aleje, Colton aparece a mi lado, tomándome del brazo.
   Sabes que tú vas a tener al menos una cita conmigo, ¿verdad?
   ¿Y los conejos son de marte? No me digas.
Sonríe. Toma de mi rostro y me jala hacia él.
Me besa.
Y santa mierda de todos los bebés gorditos del mundo.
El hombre sabe besar.



-Sthep Stronger.

lunes, 30 de marzo de 2015

Hothouse. Prólogo.

All done.... by Shotaglace on DeviantArt
Prólogo.


Me gustaba esconderme en las sombras. No, tacha eso: Necesitaba esconderme en las sombras, andando en las puntas de mis pies, sin el sonido de mi peso bajo la madera o el de mi respiración. Me escondí por mucho tiempo,porque tal vez si pretendía no estar ahí, ellos podrían creerselo. No siempre lo hacían, pero cuando pasaba, podía respirar. Pensaba que iba a estar bien, que yo iba a estar bien. Fue una dulce mentira que elegí creer.
  Entonces Genevieve nació. Mi madre, que me tuvo siendo una adolescente, vivía con la sombra de miedo en sus ojos, puedo recordar. Lo que realmente no recuerdo es el momento en que su mirada se tornó de miedo a rencor, por todas las cosas que le había quitado. No estoy muy segura por qué decidió tener a Genevieve cuando se enteró de que estaba embarazada una vez más, después de que papá llegara a las cuatro de la mañana y tomara a mi madre del pelo para luego violarla. Tenía dieciséis años entonces, y nueve meses después, había otra niña envuelta en rosa.
 Las cosas... no mejoraron. Yo era demasiado inteligente como para salirme con la mía, pero Genevieve era sólo una bebé. No podía defenderse.
Una noche, papá no llegó a la hora de la cena una vez más. Apareció a las tres y media de la noche, y cuando mamá reunió el valor necesario para reprochárselo, el primer puñetazo voló. No era el primero, pero sé que fue el primero de los últimos. Mamá no despertó después de los primeros quince. No despertó cuando papá lloró su nombre y le pidió que despertara, llamando su nombre.  No lo hizo en absoluto, y cuando él levantó la vista hacia mí, supe que yo sería igual que mamá. La reemplazaría, y cuando terminara conmigo, tomaría a Genevieve.
  Así que tomé una botella de brillo con el borde de la vieja pijama que tenía puesto y el vidrió se rompió contra su cráneo.
--¡Sannah!--Gritó.
Hoy su voz llamando mi nombre me atormenta. Y mirando atrás, no me arrepiento de nada.
Su cuerpo cayó sobre la vieja y sucia alfombra, y yo puse la botella en su mano sin tocarla. No estaba segura si estaba muerto, pero si había algo que sabía, es que sólo me tenía a mí misma.
 Esa noche me puse los únicos tennis que tenía, metí algunas cosas que consideré necesarias y tomé a la bebé.

  Nunca miré atrás.


-Sthep Stronger.

viernes, 6 de marzo de 2015

Nota

-No tengo ni idea por qué se re-posteó Mine.
-Estoy en el proceso de escribir, pero creo que me tomará algún tiempo...



-S.

jueves, 5 de marzo de 2015

Mine, Capítulo 2.



Capítulo 2. "Chico guapo"


--Igual podrías decirle a tu prima que está esta banda que te encanta y nosotros...
Miro hacia el cielo azul, sentada en la banca de la escuela. Hace un poco de frío así que me abotono el sweater gris hasta quedar cubierta, sin mirar a Noel.
 --¿Me estás escuchando?--Insiste Noel
--Sí.
Pero es mentira. Dejé de seguirle el hilo hace un par de minutos. Pero no importa, todo es acerca de lo mismo: Su banda.
--Ya te lo dije, Noel: Laura no quiere Linkin Park. Ella quiere orquesta. Ella es ese tipo de novia histérica perfeccionista que prefiere música clásica a música de verdad.
 Él frunce el ceño. Dejo de inspeccionar el cielo por unos instantes para mirarlo.  Su cabello oscuro y grasiento cae a sus ojos, por lo que me hes difícil verlo, pero definitivamente me está mirando.
--¿Qué?--Le pregunto--¿Tengo algo en la cara?
Noel e remueve en su asiento.
--¿Estás segura qué me estabas prestando atención? Te noto ida.
Resoplo y acomodo un mechón que se me ha escapado de la coleta detrás de la oreja.
--Te digo que sí, necio. Ahora, ¿dónde carajos se ha metido tu hermana?
--¡Hey, aquí!
Volteo la cabeza hacia atrás de mí. Luce viene caminando hacia nosotros, tropezandose con sus propios pies. Su verdadero nombre es Luciana, pero nadie la llama así. Si lo haces, te golpea. Y golpea duro. Pero en todo lo demás era tan dulce como un pastelillo.
--Hey--Le digo--Pensé que te habías caído a un bote de basura o algo así. ¿Dónde te habías metido?
Ella resopla y deja la mochila rosa en el suelo mientras se sienta frente a mí, enseguida de su hermano. Tiene el mismo cabello negro que Noel, sólo que su ojos son de un verde asombrosamente oscuros.
--Ja, ja. Qué graciosa.
Está fastidiada. No sé por qué, pero le sonrío.
--¿Qué tienes?
--La maestra de física me hizo recoger los malditos balones de mierda...--Bueno, prácticamente todo el tiempo era encantadora. Casi. La mayoría del tiempo.
Ellos son mis amigos.
--...Buena música, que me busque--Dice Noel, mirándome.
--¿El qué?--Le pregunto.
El entrecierra los ojos.
--Voy a ahorcarte, Lena.
--Lo siento, ¿Qué dijiste?
El rueda los ojos. Lo cierto es que me causa algo de gracia fastidiarlo. Es como ver a un gatito enojado.
--Que si tu prima quiere buena música, que lo busque--Dice Luce.
--Bien--Respondo, y entonces el timbre suena.
Luce mira al cielo, exasperada.
--¡Acabo de llegar!
--Pues ahora estás a punto de irte--Le digo, jalando de su brazo.
Ella toma la mochila y camina con los puños cerrados.
Al parecer yo soy la única de buen humor.







Me paro en la banqueta, fuera de la escuela. Es otoño, pero el sol ha empezado ha salir y me veo obligada a quitarme el sweater gris. Malditos botones.
Oigo una bocina y veo el carro de Sara ahí. Ella me sonríe desde dentro.
Cuando ya he crzado la calle y estoy dentro, ella tiene una sonrisa pintada en el rostro.
--¿Tan feliz estás de verme? ¡Dios! Sara, sé que soy adorable, pero tú sonrisa me asusta.
Ella, entonces, resopla.
--Ya quisieras, tontita.
Ríe.
--Bien, dime qué pasa. ¿La tía Mel entró en depresion por no verte? ¿Tu jefa cayó dentro de la lavadora? ¡Dime! ¿Qué pasó?
Ella me mira, y niega con la cabeza.
--En verdad, Lena, eres...
--Terrible, ya lo sé. Gracias.
Ella sonríe de nuevo con sus labios rojos carmín
--No. Solamente acabo de recibir un mensaje de Alan.
La miro fijamente. Ella me mira fijamente, hasta que tiene que doblar una esquina. Yo la sigo mirando fijamente.
Silencio.
--¿Qué, Lena?
--Escucha, Sara. Tienes que prometerme algo--Le susurro, seria.
Una arruga se forma en su frente.
--¿Qué cosa?
Suspiro fuerte.
--Quiero que me prometas, que...
No completo la oración.
--¿Lena?
Hay algo en su voz. Preocupación, tal vez.
--Quiero que me prometas...Que si alguna vez me llegas a ver así de cursi, me matas.
Ella abre la boca y se para en el semáforo.
--¡Tonta, pensé que me ibas a decir algo importante!
Yo me río de su cara.
--Ya. Es importante. ¡No me quieres ver en esas situaciones, cariño, créeme!
Ella niega con la cabeza, de nuevo.
Entonces llego a la conclusión que me gusta fastidiar a las personas.
Me gusta mucho.
--¡Ya quiero verte, verás!
Me pregunto si vamos a tocar ese tema de nuevo :Chicos. Mejores concidos como " La escoria de la tierra"
--Te digo que no--Le reprocho.
Entonces espero que dejemos ese tema. Pero no lo digo.
Ella suspira.
--Entonces, doctora, ¿A dónde vamos?
--A comer.
Me quedo mirándola unos instantes.
--¿A comer? ¿No vamos a hacer esas porquerías de la Dama de Honor?
Ella rueda los ojos.
--No son porquerías, Lena... Son... Porquerías muy bonitas.
--Porquerías rosadas--Coincido.
Ella lanza una carcajada.
--Ya. Estamos siendo muy crueles.
Pero eso es algo de lo que, por alguna razón, no me preocupo.
 --Laura estará ahí esperandonos. Dijo algo parecido a "Lista de invitados", y "Lena", y luego dijo, "Verde".
Doy un respingo.
--No, verde no. ¿Sabes cuán horrible me queda el verde?
Pero no es cierto. Sólo quiero bromear. El amarillo es el que me hace ver fea.
--Tienes suerte de que Laura no sepa hasta dónde llega tu... rencor al amor.
Entonces ella ha pisado terreno peligroso. Me pongo seria. Ella no sabe...
--Porque entonces no me dejaría ser dama de honor, ¿Cierto?
--Ella nunca te pediría algo con lo que no te sientas cómoda, ¿No crees?
Miro el cielo por la ventanilla.
--Eh...
--Sí, tienes razón. Te lo hubiera pedido de todas maneras. Tampoco tiene muchas amigas.
Río.
--¿Porqué sera?
La maldita es una paranoíca.
Me doy cuenta que estoy siendo muy cruel con ella, pero también me doy cuenta de que estoy diciendo la verdad.
Casi me siento culpable.
Casi.
Sara estaciona el auto frente a un un restaurante. Soy lo bastante floja como para no leer el nombre, pero tampoco es como si me importara. Mi estómago ruge un poco.
  Laura está ahí sentada. Y es horriblemente perfecta. Aunque en verdad no lo es. Ella es probablemente el ser más solitario y paranoíco en este universo. Tiene el cabello corto a la altura de la barbilla, de un color rubio muy oscuro, como todos en la familia, sólo que el suyo es tan oscuro que parece dorado opaco.
 Desde que está comprometida usa esos estúpidos vestidos pegados del busto que hace que sus pechos luzcan más grandes de lo que en verdad son. Es como si me estuviera restregando a la cara mi falta de pechos. Además usa relleno. El vestido de esta vez es color azul oscuro y tiene unos tacones dorados.
--Hay, Dios--Murmura Sara, viendo a su hermana menor.
Laura está mensajeando con una sonrisa en el celular. Que por cierto, es un Black Berry. Y yo apenas tengo un celular decente.
--¡Aquí!--Ella levanta una mano para que la veamos.
Como si no la hubiera visto cuando entré.
Y ella lo sabe.
 Me quedo mirándola a unas mesas de distancia, y cuando Sara se da cuenta que me estoy arrepintiendo, me jala del brazo con una sonrisa tan falsa que me dan ganas de reírme de ella.
--¡Laura!
Laura se para y nos abraza. Me pone las manos en los hombros cuando me abraza a mí y me mira a los ojos. Fijamente. Durante un tiempo...
--¿Qué?
--Tienes ojos oscuros. Ojos oscuros y pelo rubio oscuro... Sara, ¿Qué color crees que le vaya para su vestido?
Sara se sienta y pone su bolso en la silla de enseguida.
--¿Negro?--Sugiero yo.
Laura hace una mueca-sonrisa.
--No seas tonta, Lena. Mis damas de honor no van a vestir de negro. No el día de mi boda.
En verdad me estoy arrepintiendo de venir.
--Por supuesto, ¿Cómo pude decirlo?
Sarcásmo.
Pero Laura es un asco con el sarcásmo.
Entonces me pregunto porqué estoy haciendo esto cuando Laura y Sara me miran fijamente durante unos segundos y empiezan a hablar del color que podría quedarme.
 Llego a la conclusión a la que llegué cuando acepté: Laura es mi familia. Es mi prima.
Y la quiero (en el fondo).
Pero pienso que Laura probablemente no haría lo mismo por mí, si se tratase de algo que ella no quisiera, por supuesto.
Suspiro.
 Laura, entonces, saca algo de su bolso (Un bolso caro, por supuesto). Son un montón de telas de muchos colores unidas en una punta con un clip.
--Eh, Laura--Dice Sara--Estás preparada para todo, ¿eh?
Miro a Sara. Laura le había pedido a ella a ser una dama de honor, pero Sara era quién sí le había dicho que no. Dijo algo acerca de su "Trabajo", y el "Tiempo", que tenía.
 Miro las telas. Hay unas diez de ellas los mismos tonos de cada color, o similares.  Y pienso que en verdad la rata del cerebro de Laura simplemente dejó de funcionar. Se le fue la chaveta.
--Que... Lindo--Le digo, finalmente, parpadeando.
 Todos se ven iguales para mí.
Realmente lo que quiero decirle es  "Estás más loca que una cabra". Pero, naturalmente, no lo digo. Tampoco creo que lo haré en algún futuro. Y pienso que es una lástima.
 Me quedo en mi pensamientos hasta que escucho una voz masculila y distraída decir:
--¿Qué van a pedir?
Sara y Laura empiezan a pedir, yo ni siquiera levanto la cabeza porque estoy viendo las telas, pensando si tendré que usar un ramillete.
Espero que no sea rosa.
Dios.
 Sacudo la cabeza y miro hacia enfrente hacia las mesas de las demás personas. Entonces una pareja captura mi atención. Ella tiene el pelo negro y él también. No se parecen nada. Él es moreno y ella es pálida y muy delgada. Están discutiendo. Saben que hay personas alrededor, y susurran. Pero parece que en cualquier momento uno va a estallar y se va a levantar de la mesa.
Me da un respingo.
No quiero eso para mí.
Ni para Sara.
Ni para Luce.
Y, Dios, tampoco para Laura.
Y es lo que siempre pasa. Pienso que el amor es completa y terriblemente injusto.
--¿Y tú?
Sara me toca el hombro y me sobresalto. La miro y ella señala al tipo que está ahí, atendiendo. Nuestras miradas se cruzan. Es alto, tal vez un año mayor que yo, quién sabe, tiene el pelo rubio y... Está mirándome.
Es guapo. Pero hasta ahí es donde llego. Ese es mi límite: Mirar.
 Chico guapo sonríe un poco al mirarme. Nada especial. Parece como una sonrisa de "Eh, hola, chica extraña. Ponte cómoda. Tu pedido llega...".
--Eh...
Hecho un vistazo al menú.
--Pasta.
--¿De qué tipo?
Su voz es... madura.
--No lo sé... ¿Espagetti?
El sonríe. Esta vez fue una sonrisa simpática. Anota en su libretita y me mira de nuevo.
--¿De tomar?
Lo usual.
--Coca-cola.
Laura me mira y sacude la cabeza.
--Olvídalo. ¿Sabe cuánto daño hace esa cosa?--Mira al tipo--Un café para ella también.
La taladro con la mirada, pero al final no le digo ni pío.
Él sonríe antes de irse, como si se estuviera riendo de la situación.
Maldito.
--Me lo agradecerás algún día, mi querida--Dice Laura, viendo las telas de nuevo.
Sonrío al imaginar que la estoy entrangulándo.
--Oye.. Laura, tengo este amigo que está en una banda, y dijo que él podría...
Laura me interrumpe antes de terminar.
--¿Y qué clase de música es? Algo de Yiruma, ¿Tal vez?
... ¿Quién?
Miro al techo, repentinamente incómoda.
--No, no... Más bien... Algo más moderno.
Ella arquea la ceja. Tiene unas cejas perfectas.
--¿Moderno?
Me rasco la cabeza algo incómoda.
--Sí. Algo como Linkin Park.
Estoy casi completamente segura que algo de Linkin Park es lo único que tienen ensayado ese trío.
--¿Cómo...? ¿Qué?
--Linkin Park--Le repito, exasperada.
Sara me mira y niega con la cabeza.
--Olvídalo--Le digo a Laura.
Ella me mira por unos segundos más.
En verdad, cómo me encantaría asfixiarla ahí mismo.
--¿Sabes quién es Yurima? Vamos, Lena, debes tener gustos musicales mejores...
La miro, sin tener la más mínima idea en este redondo mundo.
El Chico Guapo viene hacia acá con los tres cafés. Baja un poco la bandeja y con cuidado empieza a depositar el café frente a a Laura.
--Gracias--Le dice. Luego se gira hacia a mí--Escucha. Te tengo una propuesta. Es cosa de damas de honor: Si demuestras que tienes gustos musicales y me dices quién es Yiruma, les voy a dar una oportunidad a tu amigo, para la banda de la fiesta. ¿Y bien?
 La miro fijamente.
Chico Guapo me dirige una mirada fugaz y luego va hacia mi lado para poner el café enfrente de mí.
--Bien--Le digo.
Me pregunto porqué simplemente no le digo que no sé quién carajos es. Chico Mesero Guapo pone la taza caliente enfrente de mí. Laura ríe por mi rostro de "No sé", y las risas inundan el lugar.
--Es un pianista--Me susurra alguien en el oído, luego se ha ido.
Ha sido el Chico Mesero Guapo. Lo miro unos segundos y él me da la espalda para servirle a Sara, sin siquiera mirarme. Casi como si nunca hubiese pasado.
--¿Vas a contestar sí o no?--Laura no deja de molestarme.
Le sonrío.
--Es un pianista. ¿Contenta?
Ella arquea una ceja y se queda repentinamente callada.
Le he dado en en blanco. O bueno, lo ha hecho Mesero Guapo.
--Dile a tu amiguito que se presente en esta dirección el fin de semana a las cinco. Y que sea puntual--Ella escribe algo en su libretita, arranca la hoja y me la da.
 Entonces estoy repentinamente emocionada por Noel.
Y Luce también va a saltar de la alegría.
--¡Gracias, Laura, gracias, gracias!
Mi sonrisa es verdadera. Incluso yo estoy sorprendida.
--¿Algo más?--Pregunta el chico Guapo.
Todas lo mirámos.
--No, gracias--Le dice Sara.
Miro al Chico Mesero Guapo. Qué tipo tan más simpático. Él me mira antes de marcharse y justo al tiempo para que me vea, le lanzo una mirada de agradecimiento. Me guiña el ojo antes de desaparecer por donde vino.
Lo sigo con la vista hasta que desaparece por la puerta.
 Mis pensamientos se alejan de él medio minuto después, cuando estoy estrangulando de nuevo a Laura en mi mente.
Y lo estoy disfrutando.


-Sthep Stronger.

sábado, 28 de febrero de 2015

Reseña: Even In Paradise, Chelsey Philpot.

Even in Paradise
Reseña: Even In Paradise.
Libro Único.
Chelsey Philpot.

Cuando Julia Buchanan entra a St. Anne al comienzo del tercer año, Charlotte Ryder ya sabe todo sobre la hija del antiguo senador. Muchas personas lo hacen... O creen que sí.
  Charlotte ciertamente nunca esperaba convertirse en la mejor amiga de Julia. Pero inmediatamente, ella es arrastrada al gran mundo de la chica nueva, un mundo de rendezvous* de medianoche, fiestas brillantes, casas-palacio de vacaciones, y  cocteles burbujeantes de champagna. Y luego Charlotte conoce y cae por el hermano mayor de Julia, Sebastian.
  Pero detrás de sonrisas confidentes y brindis para el futuro, Charlotte se da cuenta de que Julia está sufriendo de una tragedia... Una tragedia que los Buchanas han estado escondiendo, hasta ahora.








Even In Paradise no ha sido lo que esperaba. La primera vez que lo vi me dejé llevar por su portada bonita, y pensé que iba a ser una lectura ligera veraniega, y lo creí hasta más o menos la mitad del libro.
  En la primera parte del libro vemos cómo Charlotte es arrastrada al mundo de Julia, quién vive entre fiestas y veranos en su isla, y cómo Charlotte va dejando todo atrás para adaptarse a ella. Razón por la cual estaba segura de que iba a restar estrellas a esta historia, pero sin embargo es sólo la primera parte. Mientras mas leía más me daba cuenta de cómo Charlie (como la llama Julia) se apegaba  a la familia de esta, y eso la hacía sentirse parte de algo, pero también sentía la responsabilidad que ponían en sus hombros de tener que cuidar de Julia.
   Julia no se me hacía nada en especial más que una niña rica e imprudente, pero no fue hasta que mostró una cierta debilidad cuando la vi como un personaje real. Y comprendí que sea lo que sea, ellas funcionaban juntas como mejores amigas, pero si había algo que Charlie tenía que aprender es acerca de cómo Julia era tan brillante y tan rota al mismo tiempo, y cómo ella misma podía estarlo también... incluso en el paraíso. 

   Sé que Even In Paradise es una historia simple y corta, y lo fue por la mitad del libro, pero Charlie y Julia han roto mi corazón al contar una historia de cómo es posible escondernos detrás de fachadas, irnos sin realmente irnos y de encontrarse a sí mismos fuera del paraíso, donde corremos el riesgo de que tal vez no nos podremos encontrar el uno al otro.



-Sthep.

lunes, 9 de febrero de 2015

Broken Dolls. Epílogo.



Ocho años después, nunca obtuve el apellido Sullivan. No por el año en rehabilitación, que fue muy duro para todos, o todos los años que pasé estudiando medicina, sino por el anillo en mi dedo; Estando en mi último año de medicina, no hace mucho, encontré a Chris en mi dormitorio. Él estaba mirando el techo, esperando por mí. Cuando cerré la puerta y me recosté sobre él, poniendo mi barbilla en su pecho… él sonrío. Pero era diferente, porque no tenía la misma chispa de siempre. Esta era de esperanza. Era como mirar la mía después de salir de rehabilitación. Era la sonrisa del principio de algo.
  Y dijo:
--Eh, Barbie. Cásate conmigo.
  Fue cuando me caí de la cama. Me puse en mis rodillas enfrente de la cama de inmediato, mirando a Chris.
--¿Qué?
--¡Cásate conmigo!
--No lo dices enserio.
--Claro que lo digo enserio. Como un ataque al corazón.
--¡Es ridículo!
--Ridículo es comprar ropa por internet una talla más pequeña que la tuya.
--¡Eh, que yo pensé que iba a bajar los kilos de navidad, perdedor!
--¿Por qué no se te ocurrió comprarlo después de que de hecho los bajaras? Ese vestido estuvo colgado en tu armario seis mesesSonrió evilmente y a la vez con ternura. Es un tonto, pero un tonto al que amo.
--¡No fueron seis meses! ¡Dios! ¿Por qué tienes que recordarme mis desgracias? ¿Sabes cuánto amaba ese vestido?
--¿Por qué tienes que discutir conmigo cuando te propongo matrimonio? Ya nada se respeta en estos tiempos.

--¡Pero si eres tú quien se está peleando conmigo! ¡Me dijiste gorda!
--Amor, yo no te llamé gorda.
--¡Claro que sí! ¿Por qué me pides matrimonio de esta manera?
--Lo siento, Barbie. ¿Entonces te casas conmigo?
--Sí, idiota. ¿Al menos me compraste un anillo?
--¿Y yo por qué te pediría matrimonio sin un anillo?
--Porque se te ocurre cada idiotez...
Sonrió y sacó una cajita negra de su chaqueta. 
--Te amo, Fall.
--Yo también te amo. Y quiero una casa cerca de los Sullivan. Y que sea de un piso, no quiero andar subiendo y bajando.
 Suspiró, mirando al techo, como una plegaria silenciosa. Pero sonrió.
--Y así es como empieza...
--Cállate y bésame.
--Okay.
   Así que no; nunca obtuve el apellido de mi hermano porque obtuve el de mi novio. Y aún así, los Sullivan nunca han sido otra cosa más que mi familia. Y a través de los años he aprendido a amarlos de la misma manera en la que ellos me aman a mí.
 Kiki tiene diecinueve años ahora. Y no se parece Macey en lo absoluto, pero cada vez que la veo pienso en ella. Tendría la misma edad.
  Mis intentos todos estos años fueron en vano. Los años pasaron y mis manos estaban llenas de tinta, pero nunca oí de ella. Chris me dijo que tal vez debía dejarla ir. Liv intentó decirlo también, de una manera dulce y delicada, pero no le fue mejor que a Chris. Eso fue hace ya tiempo atrás. Años, en verdad.  Pero fue hace dos  veranos cuando finalmente la dejé ir. 
Fue en medio de una carta. Estaba a la mitad de escribir la palabra Universidad  cuando mi mano se detuvo de repente. Y supe.
  Observé la carta fijamente por un momento antes de hacerla una bola y tirarla a la basura.
  Y eso fue todo. A veces creo que es muy curioso con cuanta rápidez el conocimiento llega a nuestras vidas. Y una vez que sabes algo, ya no puedes dejar de saberlo. Y yo no pude dejar de saber que ella nunca iba a volver a mí.
Así que... supongo que era algo que tenía que hacer.
  Mi teléfono suena. Es Susie.
--Hola, Susie.
--Hola, bebé. ¿Estás ocupada?
--No realmente. Me dieron una hora para ir a comer. ¿Por qué?
--Tus hermanos se han estado quejando quejando de que nunca vienes He llamado a todos, y estarán aquí. Sé que tienes el tiempo contado, pero incluso Nate y los niños van a estar aquí, así que... 
 Checo mi reloj.
--Claro. No los he visto desde navidad.
--Sé que te he dicho esto antes, Fall, pero el trabajo no es todo. Así que ven a casa.
Sonrío.
--De acuerdo.
  Cuando llego a casa, miro hacia la casa de enseguida, donde en algún momento viví ahí con Holly y Angelo. Fue hace tanto tiempo que las imagenes se han difuminado un poco. Ahora la casa está habitada por una familia de cinco que nunca sabrán sobre las chicas rotas que gritaban en esas habitaciones.
  Maddie, de veintitres años, abre la puerta y se hecha en mis brazos.
--¡Fallon!
Río.
--Hola, Mad.
 Dentro veo a los gemelos correteando. Tienen tres años, pero son imparables. Tienen el mismo cabello rojo que Nate, de ese bonito rojo castaño. Cuando me ven saltan a mis brazos, y Bethany, su madre, les pide que me dejen respirar. Pero yo quiero a los niños ya así que no me importa. El nombre de ella es Atumn*, y el de él, Ethan. Cuando los gemelos nacieron, ellos estaban agarrados de la mano, y Nate juró que éramos nosotros dos, a pesar de que no nacimos al mismo tiempo. Así que llevan nuestro nombre... casi*.
  Nate viene a saludarme, envolviéndome en un abrazo como si no nos hubiéramos visto en mucho tiempo, aunque nos vemos para desayunar todos los sábados, a pesar de nuestras vidas ocupadas.
--¿Dónde dejaste al chico, uh?
--Trabajando.
 Chris se ha convertido en el nuevo director de la CIA. Lucy no quería el trabajo, después de un tiempo. Así que entrenó a su hijo para ello. Ahora Lucy está en un crucero que se dirige a todas partes del mundo. Nos manda una postal de vez en cuando que se acumulan en el refrigerador de nuestra casa.
 Me siento en la mesa después de saludar a mi extensa familia, enseguida de Luke y su esposa embarazada. Ambas charlamos sobre el bebé en camino y sobre el bebé Ryan, que ahora tiene doce años y no es un bebé, pero los viejos hábitos no son fáciles de matar. Él escogió el nombre de la bebé: Hazel.
 La puerta suena, pero todos dicen "Yo no!"  mientras yo mastico pollo. Me miran evilmente y yo suspiro.
 Los tacones suenan sobre la madera mientras el timbre suena persistentemente. Es una casa grande y es difícil llegar a la puerta antes de que termine el timbre, por lo que suena varias veces.
--¡Ya voy!
Abro la puerta rápido  antes de que vuelvan a tocar el timbre, y del otro lado hay una chica. Debe de estar en sus tempranos veintes, con cabello rojo y...
 Sus ojos se clavan en los míos por primera vez, y siento como que me han sacado el tapete debajo de mis pies.
 Macey.
Sus ojos grandes y azules me estudian fijamente. Yo no puedo respirar. Escucho que dicen mi nombre a mi espalda, pero suena como un sonido lejano.
 Ella da un paso hacia mí. Con sus dos manos, sostiene una de mis cartas contra su pecho, apretando fuerte. No dejando ir. No dejando ir en absoluto.


Fin.
*Fall y Autumn significa Otoño.