lunes, 27 de abril de 2015

Hothouse. Capítulo 2.

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Hothouse. Capítulo 2.

No puedo dejar de reproducir el santo beso en mi mente.
Lo golpeé después de eso. Luego salí de ahí a toda velocidad. Ahora, Genevieve duerme en su cuarto. Entro a su habitación y me siento en el borde, enseguida de ella. Saco el libro de princesas sobre el que está acostada porque sé que sus costillas sufrirán después. Su cabello color miel cae sobre su cara, una vez más. Siempre le he dicho que se haga una trenza antes de dormirse, pero siempre se duerme al tocar su almohada.
   No fue fácil criar a Genevieve.
Tenía dieciséis años cuando secuestré a mi hermana. No es como si alguien nos extrañaría, pero según la ley, se le llama así cuando tomas a alguien sin el consentimiento de sus padres. Recuerdo vivir en las calles, con una bebé que requería cambiarse de pañal y comida varias veces al día. Recuerdo llorar y pensar que mi vida había terminado, pero aún así no lo haría diferente. Hubo muchas oportunidades para que yo fuera a la policía, para que así pusieran a la bebé en servicios sociales y a mí en prisión por haber asesinado a mi padre o atacarlo. No estaba muy segura de qué había pasado con él, hasta cuando cumplí veinte años y dejé de mirar sobre mis hombros. Hice búsquedas infinitas de Google sobre el nombre de cada integrante de la familia, hasta una tarde cuando estaba lista para rendirme, cuando encontré mi nombre en negritas bajo un link.
  Sannah Johnson.
Descubrí que mis padres estaban muertos, y mi plan había funcionado: Al poner la botella con sus huellas digitales en sus manos, pensaron que lo había hecho él. Pero las preguntas sobre nuestro paradero  flotaban en el aire. Dos meses después, cuando volví a buscar, me enteré de algo que no sabía: Mi padre estaba metido en algo de drogas, y creían honestamente que alguien que mi padre le debía nos tomó. Fue así cuando nos dieron por muertas.
 Seis meses después, junté todo el dinero posible de mis tres trabajos para cambiarnos el nombre. Fue difícil, ya que una adolescente que no había terminado la escuela no conseguía algo mejor que medio tiempo de mesera. Era afortunada me mi vecina en el pequeño apartamento de mierda que tenía cuidara de Genevieve cuando yo estaba trabajando.
 Fue así como nos convertimos en Sannah y Genevieve Hall. Con el cambio de nombre, ninguna institución o policía podría encontrarnos. Pero no fue como en los papeles la ponían como mi hija, sino una relación podrida y abusiva con un tipo que no era mejor que mi padre, quien tenía el poder como para mover actas de nacimiento.
  Siempre he estado atraída por el tipo de chicos que me decepciona.
Así que cuando Colton me besó fuera del elevador, vi a donde se dirigía. Y yo estoy acabada. Me las he manejado para conseguir un trabajo completo de recepcionista cinco días a la semana y otro de mesera en un restaurante de comida china los fines de semana. Tengo una niña que alimentar y proteger. La vida es horrible, pero nunca ha sido mejor. Es triste, pero cuando miro a Genevieve... Sé que pasaría por esto una y otra vez. Puede que ella sea mi hermana menor, pero he sido yo quien cambió sus pañales, quién la alimentó y quien le leía historias antes e irse a dormir. Puedes decir lo que quieras, pero ella es mía.
   Genevieve se remueve bajo las mantas, sacándome de mi trance. Sus ojos castaños me observan.
   ¿Mami?
   ¿Hummm?
   ¿Estás triste?
   No, cielo. ¿Por qué piensas eso?
Se encoje de hombros.
   ¿Duermes conmigo esta noche?
Asiento, quitándome mis zapatos y acurrucándome con ella. Alzo la mano para apagar la lámpara.




Hoy, en el elevador, casi lo pierdo. No quiero ser esa chica que suspira y espera ver al chico al día siguiente. Soy mayor. Estoy a punto de terminar la escuela legalmente en un curso online. Bajo otro nombre, pero estoy casi ahí. Realmente no tengo tiempo para esto.
Pero aún así sonrío al recordar la estúpida y divertida conversación que tuvimos, y una parte de mí se pregunta si podré verlo algún día.
  Me regaño internamente mientras dejo la bolsa y echo una mirada al reloj. Faltan quince minutos para la hora de entrada general, por lo tanto él no ha llegado. Saco la bolsa de pinturas de mi bolso y me aplico el delineador, ya que no tuve tiempo esta mañana desde que Genevieve se cayó del sofá y lloró por media hora.
 Termino de aplicar el poco contenido que tiene en él y lo tiro a la basura. Necesito otro delineador. Pero Genevieve necesitará más sacos este invierno. Necesita sus útiles pagados. Y pagar la renta de este mes. La luz ha subido, y las cuentas del doctor también.
--Mierda.
--Pensé que Dale no permitía las palabrotas si no provenían de él.
 Cuando abro los ojos, Colton me devuelve la mirada.
--Pero... ¿Qué haces aquí? Pensé que me había deshecho de tí, ¡acosador! Largo antes de que mi jefe te vea, que voy a estar en problemas.
  Hoy se ve igual de lamible que ayer, y cuando sonrie, podría empujarlo contra la pared y salirme con la mía.
--Tu jefe va a estar bien con ello.
--Mi jefe... Espera, ¿Cómo sabes el nombre de...?
  Es cuando se me ocurre mirar al maletín de trabajo en su mano. Mi mente viaja hacia ayer, cuando dijo que regresó por su teléfono. Estaba en el mismo piso que yo, pero nunca me di cuenta por la manía de ver mis pies mientras camino.
  Oh, mierda.
Mierda, mierda, mierda.
Él me sonríe.
--Llámame Mr. Matthew.
Oh, no.
Colton me lanza una última sonrisa antes de ir hacia el antiguo despacho de Dale. Y yo voy justo pisándole los talones.
   No puedes ser mi jefe.
   Al parecer, sí. O al menos hasta que Dale regrese de su luna de miel   Se quita el saco negro y lo pone en el respaldo de la silla de cuero de Dale. Se sienta, poniendo sus pies sobre el escritorio.
   ¿Tú sabías?
   ¿Que yo era tu nuevo jefe? No. Pero linda sorpresa.
Entrecierro los ojos en su dirección.
   Sabes que las relaciones en el trabajo están prohibidas, ¿verdad?
   Dice, ¿quién?
   ¡Dale! ¡Todo el mundo!
   Primero, Dale ya no está aquí. Y segundo, si me importara lo que las personas dijeran, yo no estaría donde estoy ahora. Y me gusta mucho donde estoy ahora.
  Algo me dice que no se refiere a la silla de cuero de Dale.
Estoy sin palabras, parada frente a él, completamente indefensa.
   Realmente no estoy interesada.
   No te creo.
Levanto una ceja hacia él.
   ¿Por qué crees que quiero violarte contra la pared? Ni que fueras Matt Bomer.
Sus ojos chispean.
   ¿Contra la pared? Pensaba más sobre el escritorio, pero... Oye, ese Matt Bomer no tiene nada sobre mí.
   Blah, blah, blah. Matt Bomer te venciera incluso si estuvieras multiplicado por veinte.
Él sonríe como quien no se lo cree, como si no pudiera creer lo que acaba de escuchar. Con un dedo me señala y dice:
   Te vas a arrepentir de decir eso.
   Es sólo la verdad.
Es cuando me doy cuenta de que estoy tonteando con el jefe en vez de estar haciendo su café/soja/late/descremado cosa bebida. Giro sobre mis talones hacia la puerta.
  Si me necesita, voy a estar en mi lugar. Sólo tiene que aplastar el número uno en el teléfono si necesita que lo mantenga al corriente.
 Arriesgo una mirada sobre mi hombro para verlo viendo mi trasero. Casi hecho humo por los oídos. ¡Realmente no tengo tiempo para él!
Escucho su risa mientras salgo su oficina. Me siento en mi silla, mirándome fijamente su puerta entre cerrada y siento que mi cuerpo es un edificio que se derrumba.
   Cuando digo que estoy generalmente atraída a los chicos que me decepcionan, no estoy exagerando. El primero fue un chico en la escuela, antes de que escapara con Genevieve, que me había dicho cosas bonitas para meterse bajo mis pantalones. Y como la niña rota que era, caí completamente. Después, fue Sebastian, quien fue quien me ayudó con las actas de nacimiento modificadas. No pensaba si quiera estar con él al principio. Sólo me acosté con él un par de veces para poder cambiar apellidos y poner a Genevieve como mi hija. No estoy orgullosa de las cosas que hice, pero eso nos ha mantenido a salvo y no me arrepiento. Sebastian resultó ser un golpeador machista hijo de perra del cual me separé cuando todo estuvo hecho. Entonces, apareció Jackson, el chico bueno que decidió que era demasiado complicado estar conmigo no sólo porque tenía una niña, sino porque al parecer, guardaba muchos secretos.
   Colton vendría siendo el jefe hijo de perra que me despediría del trabajo que me mantiene sobreviviendo después de un royo de una noche.
  !No, gracias!
Cinco minutos después, él ha abierto la puerta de par en par y me sonríe.
Un hormigueo pasa por todo mi cuerpo, pero lo sacudo.




-Sthep Stronger.

martes, 7 de abril de 2015

Hothouse. Capítulo 1.

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Hothouse. Capítulo 1.

   ¡Genevieve! ¿Estás lista?
 Los pasos de Genevieve resuenan por el diminuto apartamento al tiempo en que la calentadera chilla. Al abrir la pequeña tapa, al vapor se eleva en el aire hasta desvanecerse.
   ¡Genevieve!
Los pasos se detienen justo detrás de mí, y veo a mi hermana menor parada. Los botones de su saco están mal abrochados y su falda está ligeramente levantada de un lado.
   Ya estoy lista.
Dejo la taza en la barra de la cocina y me agacho, estando a su misma altura.
   Pensé que quedamos en que te asegurarías de que los botones estén en el agujero correcto antes de salir   Digo, desabrochando  su pequeño saco rosa.
 Ella sonríe, mostrando sus dientes faltantes.
   Lo siento, mami.
  Mis ojos conectan con los suyos y me detengo. Los ojos de mi pequeña hermana reflejan la inocencia con la que la he alimentado todo este tiempo, pero no sé si puede ver la mentira en los míos. No lo hace ahora, estoy convencida, pero algún día las cosas cambiarán. Algún día empezará a hacer preguntas.
   Desayuna rápido, amor. Se hace tarde.
 Genevieve salta por el departamento de dos recámaras como si fuera lo mejor. Como si no pudiera ser más feliz. Siempre ha sido una niña muy buena, y me ama, a pesar de todas las cosas que no puedo darle. Temo a la adolescencia, cuando llegue. ¿Una chica de veintitrés años con una niña sola? Hummm...
   Cuando termina de desayunar me aseguro que se haya lavado los dientes antes de apresurarla fuera de la puerta. Tomamos el metro hasta la escuela de Genevieve, donde espero hasta verla entrar. Ella se voltea antes de desaparecer por la puerta y saluda. Es nuestra rutina.
  Estamos en el siglo veintiuno y a aproximadamente un ochenta por ciento de la población le vale un carajo lo que hagas, pero siempre existe el resto: Las amas de casa que se han casado con un doctor o empresario, con 2.5 hijos a los cuales les hace el almuerzo todas las mañanas y fingen que realmente se los comen mientras se dedican a esparcir rumores sobre almas menos afortunadas. ¿Presidenta del grupo? Cindy Martin.
 Antes de darme la vuelta me encuentro con su mirada en mí, su sonrisa de "Realmente creo que eres una escoria en este mundo". Asiente hacia mí, y yo se lo devuelvo. Supongo que las mujeres podemos ser así de hipócritas algunas veces. Sé que piensa que soy madre soltera que tuvo a Genevieve cuando tenía dieciséis años. Es sólo que no la tuve. Huí con ella. Y saber eso es mucho peor, así que simplemente la dejo creer. Dejo creer a muchas personas.







Cuando dejo mi bolsa en mi escritorio, mi jefe asoma su rostro por la puerta de su oficina y me sonríe.
   Sannah, ¿Puedo hablar contigo un segundo?
   Claro.
Me indica que me siente en la silla frente a su escritorio y se sienta en su silla, al otro lado.
   No estoy despedida, ¿verdad?   Escupo de repente, mis inseguridades  saliendo de mi mente directamente hacia mis labios.
Parece sorprendido.
   No. ¿Por qué? ¿Hay algo que debería saber?
Mis hombros se relajan y sonrío un poco hacia él. No puedo permitirme perder un trabajo. Soy solo una recepcionista en un despacho de abogados, pero estar sentada todos los días contestando llamadas y ser el perrito faldero de mis jefes paga las cuentas y alimenta a mi hermana, así que sí, no puedo permitirme perder este trabajo.
   Nada. ¿Pasa algo?
   Como sabes, me acabo de casar.
   Lo recuerdo, estuve ahí.
De hecho, he estado en sus tres últimas bodas en los últimos dos años. Él sonríe hacia mí como si me hubiera leído el pensamiento.
   ¡El noveno es el vencido!   Celebra, lanzando un puño al aire   En fin, lo que quería decirte es que me tomo un año sabático a Grecia con Liz. Qué mierda. Tal vez a París. Tal vez a Grecia y París.
   Eh...
   ¿Y qué pasará con el despacho?
   Ahí es donde entras tú. O en parte, al menos. Uno de mis socios acaba de mudarse desde Londres y tomará mi trabajo de tiempo completo por un año. No sabe ni mierdas, así que aquí es donde tú entras y le ayudas a mantener este lugar a flote con la información que ya sabes.
 Y también le hago los recados.
   
De acuerdo. ¿Y cuando llega?
   Mañana. Es mi último día aquí, así que aprecia el momento antes de que dejes de verme por un año.
  Dale es un buen jefe. Es coqueto sin rayar al acoso sexual, gracioso sin parecer psicópata y despreocupado sin ser irresponsable. Lo extrañaré un poco. ¿Quién sabe? Hay una probabilidad de 99% de que el nuevo jefe sea un imbécil.Riesgos de trabajo, después de todo.
   Estaré encantada de ayudar.
Es mi trabajo ayudar.
El sonríe antes de mandarme a mi escritorio. Miro la computadora apagada, atrapando mi reflejo en la pantalla. Mis rizos salvajes rubios se han salido del chongo que he hecho esta mañana y no tuve tiempo para aplicarme el rimel. Hoy no es un buen día.
 Cuando me mandan a ir a la cafetería de la esquina por cafeína para todos, suspiro entrando en el elevador y antes de cerrar las puertas, entra un hombre rápido.
   Mi boca toca el suelo, porque es la cosa más hermosa que alguna vez haya visto. Es alto, con pelo castaño y ojos oscuros, sin mencionar el traje gris de tres piezas que le quedaban perfectamente. Casi quiero levantarme en mis puntillas y oler el hueco entre su cuello y hombros.
   Mierdaaaaa.
Él me hecha una mirada y sonríe. En ese momento, sé que se dio cuenta de todas las cosas sucias que pensé en menos de 0.3 segundos a partir de que él entró. Y le divierte.
  Ruedo los ojos y aplasto el botón que indica Planta Baja. Las puertas se cierran y la música de fondo suena hasta que... ya no. El elevador hace una pausa antes de detenerse completamente.
¿Qué...?
Aplasto los botones furiosamente, pero nada pasa, hasta que una mano cálida se envuelve en la mía, siempre fría.
   No creo que eso esté funcionando.
   Pues no. ¿Tienes una mejor idea?
Él estudia los botones hasta que encuentra uno en específico. Es cuando me doy cuenta de que dice "Pánico". Abajo, en letras pequeñas, pone "Usarse en caso de problemas tecnológicos". Él lo aplasta, pero no hay nada. Ni sirenas, ni luces rojas parpadeantes, nada.
Y una mierda.
   Oh, Dios.
 Nunca voy a salir de aquí.
Un recuerdo flashea en mi mente. En él, tengo ocho años y mi madre me ha encerrado en el armario porque teme que él me haga daño, pero es a ella a que daña y yo me quedo ahí hasta que mamá puede levantarse. Dos días.
  Nunca voy a salir de aquí.
   Oye, oye, con calma. Respira.
El tipo bueno está a lado de mí, casi flipando porque yo estoy flipando.
   ¿Claustrofóbica? ¿Tienes un celular? Olvidé el mío en el auto.
Niego, intentando respirar. Me quito la bufanda del cuello y mi saco le sigue.
   Mierda   Suelta él. Concuerdo   De acuerdo. Hay que conversar.
Mis ojos se desvían hacia él.
   Esa es la idea más estúpida que he oído.
No dije que fuera linda.
Él levanta una ceja hacia mí, pero yo no cedo bajo el peso de su mirada. Él sonríe.
   Lo es. Pero ha funcionado antes. Va a funcionar ahora. ¿Cómo te llamas?
Mi respiración viene en jadeos y es lo único que se oye mientras nos observamos el uno al otro.
   Bien. Mi nombre es Colton. Y desde que no me dices tu nombre, te llamaré Thalia.
   ¿Por qué Thalia?
   Dame un respiro, estoy improvisando aquí. Pero si quieres cambiarlo, sólo tienes que decirme tu nombre para que podamos tener una conversación decente.
  Oh, tu cola. ¿Qué podría ser lo peor, después de todo?
   Sannah.
   ¿Uh?
   Mi nombre es Sannah.
Sonríe.
   Eso es mejor que Thalia, voy a admitir. ¿A qué te dedicas?
   Soy recepcionista. Iba a ir por café. Y luego esta mierda pasó.
Asiente.
   Lo sé. Yo iba a ir por mi celular a mi carro. Soy un desastre, y el celular me ayuda a hacer las cosas que se supone que tengo que hacer el día indicado. Intenté vivir sin él por un día, y cuando volví a mirar arriba, tres días de mi vida habían pasado y de alguna manera terminé a punto de casarme en Las Vegas.
  Si intentaba hacerme reír, le funcionó. Él sonríe de vuelta hacia mí hasta que el elevador se vuelve a mover bruscamente. Por instinto, salto a sus brazos y él me envuelve. Bajo mis dedos, sus músculos son como roca, y no puedo evitar pensar en deshacer esos botones y...
 ¡Sannah, detente en este mismo momento!
Él me mira a los ojos y no puedo evitar mirarlo de vuelta. Me pregunto qué se sentirá estirar mis dedos y pasarlos por su cabello...
  Me suelto y abrazo mi bufanda y saco a mi pecho. Él ríe entre dientes.
   ¿Cuando salgamos, podría tener tu número?
 Le lanzo una mirada. Un chico como él, ¿queriendo salir conmigo? No. Si estuviéramos en la escuela, yo sería la chica desaliñada que se sienta en la mesa de los nadie, y él sería la estrella del equipo de hockey o ésas, saliendo con la porrista o su mejor amiga. Cosas así no pasan en la vida real.
   ¿Para qué?
Parece realmente divertido.
   Me gustaría follar.
Ay, Dios.
   ¿Sabes? Cuando leí esa línea en un libro, ningún problema. ¿Psicópata? Un poquito. ¿Bonito? Pues bueno. El  punto es que me derretí completamente. ¿Ahora? Mi alarma de Pánico está flasheando. Sólo quiero decirte que sé cómo derribar a un hombre.
  Lo último es mentira, pero él no lo sabe, así que no hará daño. Ahora, una gran sonrisa del tamaño de su rostro toma lugar.
   ¿Por qué sigues sonriendo? Es enserio, podrías ser un asesino serial y yo aquí atascada contigo.
   Enserio, dame tu número.
   Ya crees. Además, soy mamá.
Mentira, mentira, mentira. Sin embargo, él no retrocede.
   No quiero salir contigo, amor. No hago eso de citas.
   Igual que yo no despierto una mañana con ganas de asesinar a alguien o tomar drogas. O sea que no. ¿Y qué es esa línea de "Yo no hago eso de citas?"? Muy malote y todo, pero ya lo he leído.
   Entonces no me vas a dar tu número.
   Que no. Enserio que tú no me estás escuchando.
   ¿Entonces vas a hacerme rogar?
   Okay. ¿Sabes qué? Esta conversación se ha terminado. ¡Ahora haz algo para salir de aquí!
   ¡Pero bueno, alguien es mandona!
   Una mandona y un psicópata atrapados en un elevador. Así es como los asesinatos pasan. Así que ponte a hacer...
El elevador se sacude una vez más y yo caigo sobre Colton. Me toma de la cintura y aprieta. Segundos después, hay un click en el aire y las puertas se abren.
  Ah. Bueno, fue fácil   Murmuro.
Colton me mira, levantando una ceja.
   No hiciste nada.
   Tú tampoco, así que no presiones. Ahora quita tus garras de mí, psicópata follador.
Salgo del elevador, pero antes de que realmente me aleje, Colton aparece a mi lado, tomándome del brazo.
   Sabes que tú vas a tener al menos una cita conmigo, ¿verdad?
   ¿Y los conejos son de marte? No me digas.
Sonríe. Toma de mi rostro y me jala hacia él.
Me besa.
Y santa mierda de todos los bebés gorditos del mundo.
El hombre sabe besar.



-Sthep Stronger.